Duele el arpa. Viva la OEA

2.011

Las organizaciones establecidas con el aval de los Estados suelen agruparse detrás de consignas respetables —2012: toda consigna no ciudadana es respetable, las demás quién sabe— que advierten de la existencia de una voluntad (a menudo llamada suprema) llamada a proteger, si no a defender, la expresión ciudadana. |ALEJANDRO TESA.

 

Ejemplos señeros: ONU, OTAN, OEA. Pero sucede que el drama comienza a la hora de definir el significado de la expresión ciudadana. Todo depende del cristal con que y etcétera. Cuba recuperó sin quererlo ni beberlo el dudoso honor de su asiento en esa asamblea; Chile pinochetiano nunca lo perdió.

 

Los tiempos cambian: Zelaya se fue al carajo, Insulza sumó tres kilos a su masa corporal y ese estúpido de Fernando Lugo dejó de joder. Tenían razón los gallegos que auparon a Franco (otro Franco, claro).

 

La OEA es un asunto curioso, muy legal —como corresponde— y muy, por tanto, silenciosa. ¿Alguna vez pasó algo en Granada, en Panamá, en…? Por cierto jamás en Chile.

 

Uno esperara mayor dignidad del «subido en carnes» Secretario General; al fin de cuentas, ¿no fue un perseguido? Pero entonces, ¿qué es un perseguido? «Más peor»: ¿qué es un socialista? O en definitiva, ¿qué distingue a un demócrtata de un truhán?

 

Dicho de otra manera: ¿qué significa la Organizacion de Estados Americanos? Vamos a los más simple —que no es semánticamente conflictivo— ¿qué dice la OEA de un Estado que se arroga el patronímico de americano frente a los demás Estados americanos?

 

La respuesta es: nada. No dice nada. Será acaso— piensa uno— un conflicto entre particulares. No importa. Honduras es OEA. Que hayan matado y quizá maten gente con el beneplácito del Estado hondureño ¿es un accidente?

 

No hablemos de Guatemala. Ni nos preguntemos qué pasa en Salvador. Y a Colombia no la miremos ni a través del pétalo transparente de una rosa, porque será una rosa sanguinolenta. Y si de sangre se habla: ¡hola México!

 

A propósito de México, ¿dicen algo la OEA y sus observadores, analistas y otros tránsfugas sobre su «democracia electoral»? ¿han manifestado siquiera curiosidad por los miles —decenas de miles— de asesinadas y asesinados por una estúpida guerra al narco que se declaró allende sus fronteras? —sin creer que los mexicanos son inocentes de inocencia total. Por un problema tecno-jurídico la OEA calla. Siempre calla. Da asco.

 

Y ahora Paraguay… Acaso tendremos pronto en la tele —por ejemplo— una lucha semejante por la democracia en la Argentina; o no, la señora Fernández parece tener sus calzones mejor puestos que las bolas del señor Insulza—. Y eso que, dicen, el señor Insulza conoció persecuciones.

 

La discusión teorética entre la realidad de lo político y el deber ser pol´tico es antigua. Lo actual es resolverla por medio de la genuflexión. Y no se trata de que el señor Lugo vuelva —bien podría dedicarse a sus hijos cristianos—. Se trata de otra cosa OEA, en realidad para su secretario general.

 

Se trata de una vaina llamada ética. Se trata de memoria (la del funcionario). Se trata de principios. La Panzerdivison al fin y al cabo fue hecha mierda —y no pido perdón por el exabrupto.

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