El barrio Yungay: otra guerra ciudadana en Chile

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Santiago es una ciudad marginal ubicada en la periferia del mundo marginal —alias Tercer Mundo, alias economía emergente, alias en vías de desarrollo, alias sociedades desiguales, etc…— administrada por marginales en todo parecidos a los que gobiernan —y en general han gobernado— el país. Como otras urbes americanas del sur, la capital chilena vive entre terremotos y arrasamientos físicos y de la memoria que (también) la constituye. Los barrios del Santiago viejo, por esa razón, son el escenario de una guerra material y metafísica: batallas sin solución de continuidad entre ser y no serás. | LAGOS NILSSON.

 

Nadie pretende mantener por mera porfía el trazado urbano de hace uno, dos, tres siglos, o cuatro; nadie en su sano juicio querrá que nada cambie, si ese cambio ilusiona una mejor vida a quienes habitan el ámbito que cederá a la picota. Lo que se quiere es conservar algunas huellas para saber cómo fue el ayer y qué tanto de ese tiempo hemos heredado, cuánto vale la pena retener para la memoria colectiva, cuánto es un ejemplo positivo y cuánto lo execrable.

 

En este mismo portal, presentando un vídeo-filme, Nostalgia del barrio Yungay, escribimos que este sector de Santiago: «En los últimos años atrae la atención de urbanistas, antropólogos, artistas y otros que tratan de descifrar eso que suele denominarse el alma de las ciudades».

 

Pero, como el papado, el alma no tiene bayonetas ni cañones. «Con indignación y estupor los vecinos recibieron la noticia de haberse concedido permisos de demolición para cinco inmuebles ubicados en plena zona típica del Barrio Yungay, vulnerando el espíritu de la Ley de monumentos nacionales y la voluntad de la comunidad, que después de una campaña de tres años logró proteger 113 hectáreas del sector.

 

«Lo que no logró el terremoto de 2010, lo están logrando las resoluciones emitidas desde la institución mandatada por el Estado de Chile para declarar y proteger su patrimonio», comunican los moradores-defensores del barrio.

 

Y agregan:

«Nuevamente el Consejo de Monumentos Nacionales otorga permisos de demolición en plena zona típica del Barrio Yungay». En esta área de Santiago la «tribu urbana» es la nación que se defiende. Cabe una pregunta:

 

¿Cuál es este barrio Yungay?

 

Suelen los planos y ordenanzas municipales determinar superficies y fronteras entre las urbanizaciones que conforman la ciudad. Yungay no es una excepciòn, pese a ser una de las áreas más antiguas de Santiago que, desde su primera «modernización» en la primera mitad del XIX, conserva siquiera algún árbol de su pasado de chacra o quinta frutal, la quinta de Portales.

 

Su límite norte lo daba hace generaciones parte del «ojo de agua» —hoy calle San Pablo—, zona de marismas y ciénagas adyacentes al río Mapocho; su límite sur corría a la vera de la alguna vez denominada Alameda de las delicias, actual Avenida Bernardo O’Higgins, simplemente «la Alameda» para los santiaguinos de antaño y hogaño —aunque ya no se encuentren álamos en lo que queda de su bandeja central. ¡Viva el automóvil!

 

Por el oeste Yungay limita con la calle Matucana, arteria que solía comunicar el sur agrícola de la capital con los terrenos del norte, también cultivados; y hacia el este, mirando la Cordillera, el barrio cerraba el cuadrilátero según algunos en la calle Bulnes, según otras fuentes en la Avenida Ricardo Cumming, frontera que la unía al Barrio Brasil —hoy también en proceso de acelerada destrucción.

 

En distancias Yungay se encuentra a unas 15 calles del centro cívico, Casa de Gobierno incluida, y a tiro de piedra de la (casi desaparecida por desaparición del ferrocarril) Estación Central. Alberga algunos establecimientos escolares entre los históricos del país: el Internado Nacional Barros Arana, el Liceo Amunátegui, el Liceo de Aplicación. La ex Universidad Técnica del estado —actual Universidad de Santiago— es su vecina.
El Barros Arana se cae a pedazos, el Amunátegui está clausurado, el Aplicación vive un remodelamiento infinito, polémico, incendiado e interminable.

 

Por la Avenida Portales se levanta la primera catedral de la Iglesia Metodista de Chile y justo en su límite occidental la Biblioteca de Santiago y el Museo de la Memoria. Al frente, otro importante museo y la Quinta Normal de Agricultura, uno de los escasísimos «pulmones» de la ciudad. Algunos cafés, bares literarios, diversas ferias libres de productos agrícolas, la peluquería «para caballeros» más antigua de la ciudad, una chichería, media docena de restoranes que atraen turistas, en fin: el barrio Yungay no son covachas superpuestas.

(Este vídeo, Los cajones de Yungay —instrumentos de percusión infaltables en alguna música popular peruana—, que se extiende poco más de un minuto puede servir de ejemplo del proceso de integración latinoamericana que se da actualmente en el barrio).

 

Pero… el Consejo de Monumentos Nacionales, nuevamente ha otorgado permisos de demolición, esta vez a la Inmobiliaria EMARCO, bajo la excusa de «mal estado de conservación» de algunas viejas edificaciones. Según cuentan los residentes de las viviendas, que además esperan un desalojo inminente, la empresa estaría demoliendo desde enero de 2011, mucho antes que fueran otorgados los permisos.

 

Los vecinos han denunciado esta demolición a puerta cerrada [se construye un muro, se tapa con arpillera u otros materiales de tal modo que no se ve desde la calle qué ocurre en esos solares] a la Dirección de Obras Municipales de Santiago, sin embargo, sólo hoy, tres de mayo de 2012, recibieron las copias de los permisos firmados por el secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, Emilio de la Cerda, con fecha 20 de septiembre de 2011 y dirigida con copia a la Dirección de Obras Municipales de Santiago.

 

Esta nueva demolición se suma a los casos de los inmuebles protegidos de Brasil 248, Clínica London, Cumming 354 y los nefastos efectos provocados al autorizarse la construcción de un muro carcelario y la destrucción de fachadas en el Pasaje Patriotas Uruguayos (para encerrar a los díscolos alumnos del Liceo de Aplicación, que mientras tanto intentan estudiar hacinados en otra parte). 

 

Dato que es casi una anécdota o una muestra de la vida cultural de la comunidad: hasta pocos meses atrás en una esquina de la Avenida Cumming, en una vieja construcción de adobe y madera, abría sus puertas Carnicería Rodríguez, alrededor de 80 años instalada en el barrio; era ese lugar el único de Santiago donde, los viernes al crepúsculo y con el patrocinio del viejo don Manuel, sobre la calle se bailaba tango. Vecinos, jóvenes, gentes de otros barrios, turistas, en fin, se tomaban la acera, don Manuel subía el volumen de su aparato prehistórico de radio ¡y a bailar tango se ha dicho! A veces un guitarrista o un improvisado (o no) cantante contribuían a la fiesta.

 

Don Manuel cerro el negocio: los años, y la casa fue «remodelada» entre gallos y medianoche; hoy opera allí (Cumming y Huérfanos) una venta de pizzas a domicilio, casualmente de la misma empresa a la que hace pocos días sanidad clausuró y observó una serie de locales por decididamente inmundos y peligrosos para la salud pública…
(Aquí puede verse y oírse una entrevista a don Manuel Rodríguez, poco menos de ocho minutos.).

 

Mientras la comunidad, dicen los defensores de Yungay, se ha organizado para declarar zona típica el barrio, generar un plan de gestión integral de la zona patrimonial, implementado trabajos voluntarios patrimoniales, creando la Escuela Taller de Artes y Oficios Fermín Vivaceta para recuperar el patrimonio arquitectónico, impulsando la formación de comités de vivienda para que el barrio mantenga su condición de patrimonio vivo residencial y realizando acciones permanentes de defensa y puesta en valor de su territorio, las autoridades a cargo de la protección favorecen los intereses inmobiliarios y la destrucción del patrimonio- Con alegría las autoridades edilicias entregan terrenos a empresas inmobiliarias para que hagan negocios.

 

Esto no es nuevo ni en Chile ni en países vecinos. Una técnica semejante destruyó buena parte del patrimonio histórico de Buenos Aires, el barrio de San Telmo, por ejemplo, donde hace una década escondidos «bulldozers» y martillos destruyeron la última casona colonial —a un costado de la plaza barrial.

 

Este próximo cinco de mayo de 2012, en el 4° Cabildo del Barrio Yungay, los vecinos acordarán las medidas que permitan la movilización ciudadana para impedir estas situaciones que violentan el buen vivir de la comunidad.
Mayores antecedentes: elsitiodeyungay2@gmail.com.

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