¿Está ese animal mirándome?

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Cuando Sir Paul McCartney descubrió que el Dalai Lama no era vegetariano le escribió para hacerle notar que si comía animales algún sufrimiento causaba a lo largo del camino contradiciendo los principios budistas de no causar daño a ningún ser sensorial. El Dalai Lama le respondió que sus doctores le dijeron que el necesitaba comer carne por razones de salud…

El llamado espiritual a la compasión por todos los seres vivos tiene su límite… ¿Cierto? Aquí uno no podría dejar preguntar… ¿Y que ha pasado, entonces, con la famosa superación ególatra?

Los derechos del animal comúnmente se ven como un problema de segunda o tercera importancia o, simplemente, como un lujo de activistas burgueses a pesar de que nunca antes en la historia humana tantos animales habían sido sometidos a tan horribles consecuencias, a tantos abusos continuos y tantas condiciones de vida torturantes.

Lo remarcable es que, incluso, bajo estas condiciones de dominación tan absoluta, todavía es posible notar formas de resistencias singulares, aunque sin éxito, que los animales llevan a cabo. El cerdo que huye del matadero y termina baleado en la calle, el elefante que escapa de la prisión del circo o el chimpancé que ataca al científico en el laboratorio. Este destino terrible del animal sufriente podemos, a veces, captarlo fugazmente a la hora de comida o en los videos clandestinos de los mataderos.

¿Que justifica el derecho del ser humano a dominar a todas las otras especies que habitan el planeta? La respuesta es bastante conocida. Los seres humanos creemos tener el derecho a dominar a los animales porque estamos convencidos de que poseemos un tipo especial de subjetividad… ¿No será tiempo de criticar la sabiduría común que da por hecho que todos los seres vivos están aquí para nuestro uso? ¿De cuestionar esta especie de guerra que se lleva a cabo en contra de la vida animal y efectuar algún cambio en nuestra relacion con ellos? ¿No habrá llegado el momento de dejar de ser humanos?

La corporalidad, vulnerabilidad y finitud común que tenemos con el animal tigre y hombrenos hace compañeros de viaje en la aventura de la vida y es el punto de partida desde el que es posible articular una respuesta ética animal diferente. Tradicionalmente nuestra capacidad racional y simbólica, nuestra habilidad para entrar en contratos o nuestra conciencia de la muerte han trazado una línea divisoria insalvable entre el homo sapiens y el resto de la naturaleza.

Cuando el filosofo ingles J. Bentham, en una nota al pie de página, afirmo que la cuestión no es… ¿pueden ellos razonar o pueden ellos hablar? sino… ¿pueden ellos sufrir? cambio completamente el foco al mostrar que la capacidad para el sufrimiento no es solo otra característica como la capacidad para el lenguaje, sino el prerrequisito para tener interés del todo, la condición que debemos satisfacer antes que podamos hablar de interés en cualquier sentido significativo y es esta capacidad la que, lejos de separarnos del animal, nos une a ellos

La distinción histórica que postula la discontinuidad radical entre animal y humano ha sido criticada desde una multiplicidad de perspectivas teóricas y políticas. Darwin, mas que ningún otro, ha tenido el efecto de debilitar esta dicotomía en nombre del continuismo gradual.

Igualmente, en las humanidades y ciencias sociales las características típicas de lo humano (lenguaje, conciencia de la muerte, razón, etc.) han experimentado un desplazamiento similar al mostrar que estas también pueden existir entre los animales no humanos o no existir entre los humanos en la manera en que tradicionalmente se ha creído. Lo que estos cambios indican es que la noción de que es lo que constituye animalidad depende de su relacion con lo que supuestamente constituye humanidad y cuando esta entra en duda la comprensión de animalidad sufre una suerte similar que nos quita la certidumbre al dejarnos sin saber como proceder… ¿Debiera esta distinción ser redescrita? ¿O debiera ser abandonada?

Las consecuencias del gesto humanista son particularmente visibles en la variedad de fantasías sociales que crean y sostienen un “nosotros” colectivo en cuyo nombre se concibe la animalidad y la violencia en contra de ella. Es la tesis de un límite entendido como absoluto entre el animal y el ser humano y es esta tesis la que permite la libertad de experimentar y consumirlos industrialmente sin riesgo moral y calificar de reacción infantil o femenina cualquier brote emocional o interés ético que se pudiera tener por formas de vida carentes de razón y lenguaje.

Es esta tesis la que hoy día empieza a despertar un creciente sentido de culpa por la tortuosa historia en la que nos ha comprometido y las nociones que se han erigido sobre ella. El sufrimiento que ha causado hoy día pareciera abrumarnos con sentimientos de piedad y compasión por el mundo biológico. “No animal ha sido herido en la producción de esta película” es una prescripción ética en la industria cinematográfica inglesa que trasluce la ansiedad europea que el daño al animal produce.

manosUno puede decir si… ciertamente el animal sufre y merece nuestra piedad. Debemos abandonar el humanismo. Pero… ¿Dónde comienza el pos humanismo? Los defensores de los derechos del animal creen que han empezado a efectuar un desplazamiento radical del antropocentrismo.

En su lugar, sin embargo, han empezado a producir versiones, con ligeras diferencias, del mismo antropocentrismo revelando que no es tan fácil desprenderse de el. Las fuentes de estas dificultades la encontramos en las limitaciones antropocéntricas tacitas funcionando en las instituciones políticas y legales que hacen que el discurso de los derechos del animal termine reproduciendo estas mismas limitaciones.

El modelo filosófico dominante, por ejemplo, que ellos tratan de desarrollar, intenta demostrar que los animales, en medida significativa, son iguales que los seres humanos en tanto son sujetos con preferencias personales, deseos, afectos y expresiones que los coloca bajo consideraciones morales. La confianza total en las descripciones científicas del animal, que frecuentemente encontramos en los discursos sobre los derechos del animal, les sirve de base para establecer afirmaciones éticas sobre ellos.

Por ejemplo, evidencia de que ciertas especies poseen mentalidad para afirmar la existencia de subjetividad y sentido moral (o a la inversa, para negarles cualquier consideración moral o legal) El problema es que la filosofía moral funciona dentro de un modelo centrado exclusivamente en el sujeto humano y para ubicarse dentro de el uno tiene que hablar su lenguaje y ceder a sus demandas. Y, paradójicamente, resulta que es justamente este modelo el que ha sido usado para negarle al animal cualquier derecho por siglos.
La defensa del animal basada en su naturaleza o en sus derechos, en última instancia, no cambia nada fuera de disminuir el sentido de culpa y recuperar la buena conciencia. Necesitamos ir mas allá de la defensa legal del animal y reconocer el poder que el animal tiene para interrumpir, sorprender y, tal vez, reconstituir la comunidad humana. Una interrupción que viene de un animal “singular”, un animal que yo encaro y me encara y que cuestiona mi modo de vida. Algunos teoricos contemporáneos piensan que la respuesta esta en retornarle la mirada al animal no humano y recibirla de vuelta. Gracias a este doble gesto la comunidad humana podría expandirse para incorporar la animalidad. Esta nueva forma de estar con el animal surge, a veces, en esos momentos inesperados en donde se produce un ligero reajuste de la conciencia ¿No es a esto a lo que el filosofo Derrida se refiere cuando una mañana caminando desnudo hacia la ducha descubre que su gato lo estaba mirando? Es en ese instante cuando un animal nos quita nuestra superioridad soberana y la desnudez se transforma en la condición límite que caracteriza la relacion comunitaria.

Mientras el animal mira al humano el prohíbe ser reducido solo a un puro leopardocuerpo desnudo, a un puro cuerpo que se acaricia y cepilla. La interrupción de lo humano por el animal no es solo una anécdota o una excentricidad personal. Es una interrupción que nos abre a la posibilidad de descubrir que la forma en que hoy vemos al animal es parte de un registro histórico que la une a una tradición particular que hoy, tal vez, debiéramos re-evaluar.

Más allá de la intención de Derrida la cuestión del animal contiene significados adicionales. Nuestros discursos, ya sean científicos o filosóficos, son inadecuados para describir la rica multiplicidad de las formas de vida y perspectivas que se encuentran en los seres que llamamos animales y su origen antropocéntrico les impide lograr por si mismas la revolución en pensamiento y lenguaje necesaria para confrontar las dificultades que rodean la vida animal.

Casi todos los movimientos liberadores y revolucionarios de los últimos tiempos (y el movimiento que busca desplazar el antropocentrismo es uno de ellos) corren el riesgo de revertir la jerarquía de las distinciones binarias. Cuando un grupo de seres como los animales ha sido consistentemente devaluado a través del tiempo una de las pocas formas de desafiar los prejuicios conceptuales e institucionales es otorgarle al grupo devaluado un valor más alto del que poseen aquellos con los que se comparan negativamente. Sin embargo, con todo el merito que esto pueda tener, no es suficiente para alcanzar una perspectiva genuinamente pos antropocéntrica.

El abandono del antropocentrismo no significa volver a una completa identidad entre seres humanos y animales. De lo que se trata es de ir mas allá de las visiones reductivas del animal que hemos heredado de la tradición filosófica, especialmente Aristóteles y Descartes, y que todavía nos domina. No solo la perspectiva humana se ha aceptado acríticamente como el punto de partida para casi todas las investigaciones epistemológicas, sino que también cualquier cuestión filosófica ha sido subordinada primariamente al interés humano. En todos los niveles, sea científico, social, moral o experiencial el modelo humanista trata de mantener la discontinuidad al precio de cerrarse a si mismo a nuevos encuentros emocionales o autocriticos mostrando con ello su debilidad mas que su fortaleza.

La filosofía, como algunos teoricos contemporáneos creen, ya no puede fundarse a si misma en la suposición de que la perspectiva y el interés humano constituyen el locus primario del pensamiento. Hacer filosofía hoy día, dicen, significa proceder con vista a la ruptura de la distinción jerárquica entre animal y humano que tradicionalmente ha fundado el pensamiento hasta ahora.
Un genuino pensamiento pos humanista solo puede ser desarrollado descentrando el ser humano y pensando desde una nueva humildad y generosidad hacia el animal no humano. Y mientras el animal no entre en nuestra consideración difícilmente podremos lograr ese nuevo proyecto.

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9 Comentarios
  1. Victor Sangoy dice

    Aqui hay un problema de entendimiento de la creacion y del existencialismo. Ser humano es por creencia el ultimo escalon de la evolucion material como la percibimos(lo es?). Depende desde donde miremos la creacion entonces, si el hombre es el ser ultimo de la evolucion el llegar a este estado conlleva tambien una mision para llegar al objetivo principal de creacion misma. Todo el proceso parte de lo mas elemental que el hombre conoce: el «atomo» luego todo se complica con la materia, pasando desde lo inorganico a lo organico con sus distintas etapas: vegetal, animal inferior (o irracional) y luego, por «ultimo» el animal racional (hombre). La naturaleza que es entonces parte de la cracion, dictamina por la ley subjetiva establecida, como es el proceso fisico, que es como se ha venido desarrollando por siglos y siglos. Luego si le agragamos el factor espiritual a la evolucion lo terminamos de complicar y entonces cada ser es un espiritu en evolucion y por ende debe aceptar la ley natural que rige su existencia fisica, que puede ser multiple (reencarnacion o evolucion) pero que a es momento en el tiempo espacio es regida por esa forma y sus naturales componentes. El hombre debe vivir, procrear y evolucionar, la clave es la dignidad y el amor, que no por que nos comemos un ser inferior deja de ser amor, es solo que a ese ser, por su naturaleza le corresponde esa mision en su actual existencia, nada mas.Luego hay muchas otras consideraciones, es un tema muy largo y complicado, nos queda ser humildes y aceptar de la mejor manera que Dios nos puso en esta existencia y debemos dar lo mejor de nosotros para que todos ayudemos a nuestra evolucion hacia el.
    VAS.

  2. nieves y miro fuenzalida dice

    Dices…»El gato que nos mira (¿triste y azul?) mientras vamos desnudos al baño, si pesase 200 KG y tuviese hambre también redefiniría su imagen sobre nosotros (técnicamente ñam-ñam.»

    Ciertamente. Aqui la determinacion bilogica es soberana… Significa que lo es tambien para nosotros? En situaciones extremas como la isla desierta, con un leon y un hombre, todo es posible. Pero, nuestra situacion cuotidiana no es la del limmte extremo… asi como dejamos de ser animal, en sentido estricto, tambien podemos dejar de ser humanos… La filosofía, como algunos teoricos contemporáneos han venido mostrando, ya no puede fundarse a si misma en la suposición de que la perspectiva y el interés humano constituyen el locus primario del pensamiento. Hacer filosofía hoy día, dicen, significa proceder con vista a la ruptura de la distinción jerárquica entre animal y humano que tradicionalmente ha fundado el pensamiento hasta ahora.
    Un genuino pensamiento pos humanista solo puede ser desarrollado descentrando el ser humano y pensando desde una nueva humildad y generosidad hacia el animal no humano. Y mientras el animal no entre en nuestra consideración difícilmente podremos lograr ese nuevo proyecto.
    Si este proyecto no te atrae es tu eleccion. Para otros, como nosotros, es una nueva posibilidad de redefinicion historica..

    N&M

    .

  3. juanzeniack dice

    «Cuando somos presa de la enfermedad nos damos cuenta de que no vivimos solos, sino encadenados a un ser de un mundo diferente, del cual abismos nos separan, que no nos conoce y del que es imposible hacernos comprender: nuestro cuerpo.»
    (Marcel Proust)

    «Cuando miras al abismo, el abismo también te mira a ti.»
    (Nietzsche.)

    Somos contingencia. Lo que respira, lo biológico es el puro contingente. Todo lo vivo extrae energía de lo vivo -cadena trófica- (¿Que la vida en el fondo es terrible? Sí.)

    Si abandonamos a un hombre y a un león en una isla desierta uno a otro se verán como fuente de alimento.
    Un abismo mirará a otro abismo y verán lo mismo. maniobrarán para que el otro sea alimento.

    Stevenson en «Los mares del Sur», es testigo de cómo un indígena asalta a otro indígena de otra tribu y, cortándole el cuello, lo arrastra a su piragua -entonces comprende el sentido de «el cerdo largo»(long pig), y se alegra de no haber probado el guiso que con tal denominación le ofrecieran días antes.-
    El gato que nos mira (¿triste y azul?) mientras vamos desnudos al baño, si pesase 200 KG y tuviese hambre también redefiniría su imagen sobre nosotros (técnicamente ñam-ñam.)

    Debemos estar en contra de la crueldad con los animales porque como dice Ovidio: «La crueldad con los animales es el aprendizaje de la crueldad con los hombres.»

    La primera redefinición es acabar con modelos de crueldad barbáricos:

    -El toreo. (El espectador espera la muerte del torero, pero se conforma, habitualmente, con la muerte del toro -un ser vivo va a morir y no soy yo-: sadismo absoluto disfrazado con la milonga de la cultura y tal.)
    -Las peleas de perros o gallos. (Por la dignidad que define al personaje de «El coronel no tiene quien le escriba», resulta una novela magnífica, pero todo gira en torno a un gallo de pelea: los humanos disfrutando de cómo otros seres vivos se matan.)
    -Las fiestas bárbaras hispanas donde se le cortan los … a un toro, o se tira a una cabra de un campanario, etc.
    -Las muchachas y muchachos pijos de la sociedad occidental deben tener abrigos de piel sintética (pero los inuit y otros humanos en el ambiente ártico no deberían tener problema ético, -por mayor eficacia y necesidad así como baratura- en tener abrigos de piel natural.)
    -Sólo sacrificar a los animales que son necesarios para la alimentación.
    -Enseñar a los niños desde pequeños que jamás se debe tirar un trozo de carne o pescado (fueron seres vivos que por nuestra necesidad fueron sacrificados y debemos respetarlos asimilándolos.)
    -Pájaros enjaulados no. Peces embalsamados en sus acuarios no. (a no ser que para una persona mayor tenga valor terapéutico.)
    -Igual con las mascotas principales (perros, gatos etc.) sólo si el ser humano los cuida y se responsabiliza de ellos y ADEMÁS, les aportan una obligación, una «no soledad» que justifique ese encarcelamiento, esa negación de la vida natural que les corresponde. No basta con cuidar o responsabilizarse de un animal, deben aportar un beneficio clarísimo al ser humano, porque el mayor beneficio para el animal es que viva en libertad y allí se desarrolle.
    -Los zoológicos, a partir de los 90, han sido redefinidos (creo que Desmond Morris está en esta línea), buscando lo más posible las condiciones de vida lo más cercana a sus hábitat.
    Nos encontramos con el problema similar al de las mascotas.
    Aunque existe documentales y medios audiovisuales son sucedáneeos muy inferiores a un contacto más directo del ser humano con los animales en el zoo -y sobre todo de las nuevas generaciones- Con valor pedagógico para saber, respetar, admirar, disfrutar, venerar, es posible que los buenos zoológicos tengan razón de ser.
    Ya que la «jaula de oro», no deja de ser una cárcel infame donde se niega a los animales su desarrollo en libertad -tengamos en cuenta cómo la reproducción en cautividad es muy problemática en muchos casos-, que esos ejemplares cumplan la función de que amemos a sus congéneres libres y que las zonas protegidas, sean cada vez más.
    (Que los congéneres de esos animales en libertad reciban el beneficio de ese encarcelamiento.)

    La segunda redefinición es de nosotros mismos como animales destructivos: Nietzsche «La tierra posee una piel, y.»dicha piel tiene enfermedades. Una de estas enfermedades se llama ‘hombre.»
    La tercera redefinición es no idealizar a las supuestas víctimas, primero las destruímos y después las elevamos al altar.
    (Tiempo hubo donde el homo sapiens o homo erectus -o correspondiente- fuera un aperitivo sabroso para los animales carnívoros que pululaban por el planeta.)
    La cuarta redifinición es conformarse con poco, con que no haya crueldad con los animales.
    La quinta redefinición es que con los animales, respiración, sangre, digestión, bisimetría etc, compartimos la esencia de lo biológico-animal, son nuestros primos lejanos, y no sólo los mamíferos; en un pez, en la estructura ictiológica que pareciera más alejada de nosotros nos miran dos ojos, tienen boca, intestinos, y su raspa no deja de recordarnos la espina dorsal primigenia.

    Abrazos.
    (Perdón por la extensión.)

  4. nieves y miro fuenzalida dice

    «somos omnívoros-carnívoros y punto». Es decir… biologia es destino… Realmente? Si es asi… entonces podemos reducir confortablemente toda la sociedad e historia humana a determinaciones puramente biologicas.

    Pensamos que el punto clave es este… «Mientras el animal mira al humano el prohíbe ser reducido solo a un puro cuerpo desnudo, a un puro cuerpo que se acaricia y cepilla. La interrupción de lo humano por el animal no es solo una anécdota o una excentricidad personal. Es una interrupción que nos abre a la posibilidad de descubrir que la forma en que hoy vemos al animal es parte de un registro histórico que la une a una tradición particular que hoy, tal vez, debiéramos re-evaluar».
    N&M

  5. juanzeniack dice

    Creo que podría transformarme y vivir con los animales.
    ¡Son tan apacibles y dueños de sí mismos!
    Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
    No preguntan ni se quejan de su suerte,
    no se pasan la noche en vela, llorando por sus pecados,
    no me fastidian hablando de sus deberes para con Dios.
    Ninguno está insatisfecho, a ninguno le enloquece la manía de poseer cosas.
    Ninguno se arrodilla ante otro, ni ante los congéneres que vivieron hace miles de años.
    En toda la tierra no hay uno solo que sea desdichado o venerable.»
    (Walt Whitman)

    «Cuando un hombre mata un tigre, lo llaman deporte; cuando el tigre mata al hombre, lo llaman ferocidad.»
    (Bernard Shaw)

    Muy bien… pero:

    Pídele a un ser humano que adelante la parte superior de la dentadura como si estuviese emitiendo un rugido y que con los dedos pulgar y anular se toque al unísono los dos colmillos impresionantes que tenemos (en la parte inferior de la dentadura están más atenuados)… somos omnívoros-carnívoros y punto.
    La cadena trófica existe por encima de todo. Si un león está hambriento y un ser humano despistado cruza la sabana, se lo merendará sin problemas éticos -es el tema del man-eater: león, tigre, cocodrilo, oso, tiburón, etc. si tiene hambre buscará en el entorno una agrupación de proteínas que le aporte la energía para subsistir, si esa agrupación proteínica se llama hombre, mujer, niño-a, o antropólogo, socióloga, es un tema sin importancia (a nosotros nos impresiona porque con el antropocentrismo mental y religioso está instalado en nuestro cerebro que todas las criaturas vivientes están a nuestra disposición; pero no, nosotros, en un momento dado, estamos también a su disposición.)-

    MacCartney se pasó con el LSD, pobres británicos, matan iraquíes, afganos, zulúes etc, sin inmutarse, pero que no le toquen al perrito o al gatito… al Dalai Lama, sin comentarios, si no es capaz de sobrevivir con un poco de arroz hervido que deje de ser el líder de los budistas, valiente hipocritón, si defiende algo que sea con todas las consecuencias.

    Más equilibrado estaría la posición de Desmond Morris «El contrato animal», el respeto es tomarlos del entorno ya sea como fuerza de trabajo, mascota o alimento en la medida de lo necesario, sin infligirles daño gratuito.

    El avance farmacológico, medicinal ect, necesita de la participación de los animales por mucho que nos duela, simplemente si un champú produce daño corneal o no, al entrar accidentalmente en el ojo depende de ellos. No se puede experimentar con plantitas.

  6. nieves y miro fuenzalida dice

    Pero es esto lo que el escrito cuestiona…? «Si la sociedad humana se ha refinado al punto de concibir una moral, es decir um regramiento de conducta individual y grupal que tiene como principio la igualdad de derechos entre los hombres, animales y vegetales, eso no obliga a eses animales, vegetales y hombres de otra cultura y de otra moral, ni, mucho menos, obliga a los sistemas biológicos de buscarse energía de manera distinta de como están formados y programados».
    No. De lo que estamos hablando y cuestionando es algo diferente… Cierto?

    N&M

  7. nieves y miro fuenzalida dice

    Pero es esto lo que el escrito cuestiona… «Si la sociedad humana se ha refinado al punto de concibir una moral, es decir um regramiento de conducta individual y grupal que tiene como principio la igualdad de derechos entre los hombres, animales y vegetales, eso no obliga a eses animales, vegetales y hombres de otra cultura y de otra moral, ni, mucho menos, obliga a los sistemas biológicos de buscarse energía de manera distinta de como están formados y programados».
    No. De lo que estamos hablando y cuestionando es al go diferente… Cierto?

    N&M

  8. Alberto dice

    Me uno a lo dicho por Tania Jamardo Faillace.

  9. Tania Jamardo Faillace dice

    La filosofía es un dato cultural, no es natural ni ecológica.
    Como la capacidad de elaboración mental y subjectiva ultrapasa en el ser humano sus necesidades prácticas de supervivencia, se han formado sistemas culturales sea para inventar equipos utilitarios, sea para plantearse preguntas sin respuesta sobre el cosmos, la creación, la moral imanente (socrática), etc.
    Tales elocubraciones, muchas de ellas contradictorias entre sí, porque dependen de las circunstancias concrectas de la vida humana en su comunidad, no comprometen la realidad natural.
    La cadena alimentaria es un dato natural desde las protocélulas. Nadie la ha inventado. Los otros seres no la cuestionan, inseridos totalmente en lo que se llama Gaia, usándose una denominación igualmente filosófica y valorativa.
    Si la sociedad humana se ha refinado al punto de concibir una moral, es decir um regramiento de conducta individual y grupal que tiene como principio la igualdad de derechos entre los hombres, animales y vegetales, eso no obliga a eses animales, vegetales y hombres de otra cultura y de otra moral, ni, mucho menos, obliga a los sistemas biológicos de buscarse energía de manera distinta de como están formados y programados.
    Pero ya lo sabemos que no hay esa refinación en la cultura humana, o no habría guerras, miseria, depredación ambiental y capitalismo. Ni esa voluntad de poderío que se ejerce hasta con buenas intenciones, como la de personas que desean forzar los carnívoros a volverse herbívoros, y a la gente rehusar medicamentos para no matar a los micróbios y pequeños organismos parasitarios.
    Un poco de sensatez no vendría mal. Lo que causa ese desequilibrio interno del ser humano y de su sociedad es una hiperfunción de algunos instintos y produccion hormonal, más allá de lo que sería requerido para su supervivencia y reproducción, y lo lleva compulsivamente a buscar el poder y la dominación total sobre su entorno vivo y la naturaleza, conformándola a sus fantasías, pacíficas o agresivas.
    Esa pretensión, esa vanidad, realmente, no llevan a buenas soluciones y convivencias. Así como la ilusión de vencer al tiempo y a la muerte. Somos parte de una biosfera que nos ultrapasa. No nos cabe ditarle otras reglas que las suyas.

    Tania Jamardo Faillace

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