Europa: las finanzas suplantan a la política

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Como pasajeros de una nave en medio de una tormenta, bancos y gobiernos europeos se apoyan mutuamente en inestable equilibrio. La tormenta es financiera y a esta altura de la crisis los roles se han invertido: ahora los gobiernos piden ayuda a los bancos.| ROBERTO SAVIO.*
 

 

La enorme inyección de dinero que el Banco Central Europeo (BCE) le está dando a los bancos en condiciones favorables sin precedentes, ha servido para comprar buena parte de los títulos de la devaluada deuda pública de muchos países europeos, y afianzar el tambaleante carro de la eurozona. Después de tres años, tendrán que devolver estos préstamos.
 

 

Entretanto, los bancos que estaban en peligro podrán esconder sus problemas estructurales por un trienio, pero después los gobiernos tendrán que renovar el apoyo, porque no dejarán quebrar los bancos..

 

Asistimos a un desarrollo muy interesante. Antes de la crisis el sector financiero había asumido el control de la economía «real», es decir, la producción de bienes y servicios. El flujo de capitales especulativos ascendía a cuatro billones de dólares diarios, contra menos de mil millones de dólares del sector productivo. Y pese a su monstruosa dimensión, la finanza especulativa es el único sector que no está sujeto a un organismo regulador, a diferencia del comercio, el trabajo, el turismo, los transportes y los demás ámbitos de la economía real.

 

Por ello, cuando estalló la crisis del 2008, se reclamó universalmente una revisión profunda del sistema financiero: la interdicción de la especulación financiera de alto riesgo —una de las causas de la crisis— y una reforma para que no existan «bancos demasiado grandes para quebrar» y el Estado tenga que salvarlos con la plata de los ciudadanos.

 

De esto ya ni se habla y ni siquiera se pone en marcha un impuesto simbólico (la Tobin Tax) sobre las transacciones financieras.

 

No sólo no se reformó el sistema sino que los financieros tomaron el control de la política. Primero, intervinieron para salvar una Unión Europea en quiebra. En poco tiempo, ex funcionarios del banco estadounidense Goldman Sachs asumieron las riendas de la BCE, de los gobiernos de Grecia e Italia, y cargos centrales en España, Francia, Hungría y Lituania. .

 

El nuevo Presidente de la BCE, Draghi, modificó la política de su antecesor Trichet, otorgando un crédito ilimitado a los bancos que, en cambio, han auxiliado a los gobiernos en crisis comprando tïtulos de su deuda, aunque en el caso griego la obstinación alemana ha impedido una solución rápida. Pero en Italia los intereses sobre su deuda, han caído a menos de la mitad,

 

Sucesivamente se ha sometido manu militari a los países a riesgo a un severo ajuste fiscal, como si el déficit presupuestario fuese el único problema. Nada importan el déficit social ni el déficit de confianza ciudadana. La prioridad es conquistar es la confianza de los mercados mediante los cortes presupuestarios.

 

En consecuencia, los gobiernos dependen de la opinión de los mercados, no de los ciudadanos, y aún menos de los partidos, considerados causantes de la crisis o incapaces de enfrentarla.

 

El resultado es un sinfín de felicitaciones cruzadas entre ministros y banqueros (FMI y Banco Mundial incluidos) porque, según ellos, están superando la crisis. El premier italiano Monti, en pocos días ha hecho de su credibilidad ante Wall Street la base de su legitimidad.

 

En efecto, hoy la política es legitimada por los mercados, o sea que los» técnicos » en el gobierno reciben el visto bueno de sus ex colegas financieros. Y es esto lo que decide si un gobierno puede escapar a la guillotina. Y en la Unión Europea, cada día más desunida, se anudan y se desatan alianzas.

 

El cuarteto Monti-Rajoy-Cameron-Rutte se concierta para balancear el dúo Merkel-Sarkozy… lo que no impide que Cameron, Rajoy y Merkel manifiesten que prefieren Sarkozy a su rival socialista Hollande.

 

Mientras tanto, el desempleo, especialmente el juvenil aumenta, y se cercenan todos los derechos del trabajador, desde la pensión a la edad de retiro. Pagan los ciudadanos, no las finanzas y con la progresiva disminución de la recaudación fiscal, el circulo vicioso se agrava sin inmutar a los técnicos en función de gobierno cuya política consiste, sencillamente, en seguir cortando hasta alcanzar la paridad presupuestaria.

 

Se agrava así la deslegitimación de la política y nos encaminamos hacia una fórmula de democracia restringida a un sector muy minoritario.

 

Y ahora que en Italia el gobierno Monti, con gran ejemplo cívico, ha publicado los ingresos que obtuvieron sus ministros antes de entrar al gobierno, podríamos preguntarnos si estamos regresando a la democracia censataria, el antiguo sistema que concedía el voto a partir de cierto nivel económico. La ministra de justicia ha declarado ingresos por siete millones de euros en 2010, el vicepremier ministro 2,5 millones, mientras Monti ha ganado 1,5 millones y tiene 10 millones en el banco.

 

En esta suerte de saludable «destape», que sería el «lado bueno» de la transición en curso, se viene a descubrir que el sueldo del jefe de la policía asciende a 621.253 euros. Parece que está sustituyendo a los políticos de profesión una casta de superburócratas tan bien pagados que con sus nuevos salarios gubernamentales pierden una gruesa porción de sus ingresos precedentes.

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* Fundador y presidente emérito de la agencia de noticias Inter Press Service (IPS) y editor de Other News (www.other-news.info/noticias), donde se publicó originalmente.

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