Formatos políticos de la sociedad global

2.014

En la misma semana en la localidad de Los Cabos, México, sesionó el «G-20», en Río de Janeiro la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible Río+20 y en Moscú concluyeron las conversaciones de los «5 Grandes» del Consejo de Seguridad más Alemania con Irán. La triada de eventos es representativa de la era global: en México se trató de economía, crisis y dinero, en Rusia de armas, poder y peligros y en Brasil del entorno donde todo eso ocurre.| JORGE GÓMEZ BARATA.*

 

Con la participación de cerca de 200 países, alrededor de 100 de ellos representados por sus jefes de Estado y con una agenda de preocupaciones planetarias, la cita de Río, aunque fuera la más importante es menos urgente. A pesar de dramáticas predicas y avisos, en los círculos de poder mundiales la percepción de riesgos ambientales para el planeta y la especie humana son bajos.

 

En la presente coyuntura para Europa la crisis económica y el crack en la zona euro tienen prioridad sobre cualquier otro asunto, para Obama las elecciones son lo primero, mientras para China, India y otras economías emergentes se trata sobre todo de mantener los ritmos de crecimiento y la estabilidad social. Es evidente que los grandes países, consolidados o emergentes tienen sus propias prioridades y no están dispuestos a modificarlas.

 

Incluso es probable que el formato utilizado para debatir los problemas ambientales este agotado. En 1972 en Estocolmo se efectuó la Conferencia de Naciones sobre el Medio Humano, 20 años después tuvo lugar en Río la Cumbre de la Tierra, que antecedió a la presente. En el interregno en 1997 tuvo lugar en Nueva York la Cumbre del Milenio y en 1997 en Kioto la Convención sobre Cambio Climático. Apreciado en conjunto el saldo de tan sonados eventos es magro. En cuestiones del medio ambiente y del clima el multilateralismo de gran formato ha aportado poco.

 

Ello se debe a la determinación de los países a quienes corresponde el mayor protagonismo de no ceder ni sacrificar ninguna de sus políticas en nombre del conjunto; en ese como en otros campos la solidaridad de los países ricos y emergentes con los pobres, está excluida. La ausencia de los principales líderes de Estados Unidos, Rusia, China e India y otras grandes economía sugiere el desdén hacía este tipo de evento.

 

En cuanto al saldo del convite del G-20 en México, se trató de una concertación entre los poderosos que ratificó la voluntad de defender el status quo, determinación endosada por las economías emergentes que comienzan a olvidar su origen tercermundista, incluso a ignorar sus propios cuadros de pobreza para mostrarse generosas aportando dinero para salvar bancos y gobierno europeos.

 

Aunque resulte amargo admitirlo, ese es el formato que tiende a imponerse y ninguna evidencia mejor que el modo como se examinan los temas de Irán y Siria que tratan de resolverse mediante “petit comité”.

 

Entre tanto, los grandes eventos y cumbres, incluyendo la Asamblea General de la ONU, van quedando como escenografías que crean en los países pobres la ilusión de que son protagonistas y sirven como premios de consuelo. Algunos líderes se han percatado del papel asignado y no se resignan a representarlo eternamente. Allá nos vemos.
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* Periodista, académico.
En www.argenpress.info
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