Las olimpíadas y la comedia humana

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Le debemos a Balzac, el ambicioso proyecto de escribir más de cien novelas que retratasen su época. Inspirado en la Divina comedia de Dante, le otorgó un giro humano, es decir, histórico y social a la cuestión. Así, como un modo de pagar sus deudas financieras, emprendió la ardua tarea de escribir La comedia humana en una retahíla de narraciones sobre los temas más diversos de la sociedad francesa de su época.| ÁLVARO CUADRA.*

 

En la actualidad la temeraria empresa de mostrar la comedia humana recae, desde luego, en los medios de comunicación diseminados por todo el planeta. Para ser todavía más precisos, habría que decir que la narración de la comedia no atañe, tan solo, a las novelas de gran tiraje o a sesudos ensayos filosóficos sino que se extiende a la riqueza del registro audiovisual.

 

Hoy asistimos al espectáculo del mundo dispuesto gracias a refinadas tecnologías audiovisuales: el cine y la televisión escenifican para nosotros los pormenores de algo parecido a lo que soñó Balzac en la primera mitad del siglo XIX.

 

Al observar la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos en Londres, advertimos cómo las referencias para el público no son, y no podrían ser, otra cosa que íconos cinematográficos y televisivos. Cuando más de media humanidad observa en sus pantallas la figura del agente secreto británico James Bond, 007, o las sandeces protagonizadas por Mr. Bean, es claro que se apela a la memoria sedimentada por la llamada cultura de masas, esto es, al imaginario secularizado por las imágenes del star system inglés.

 

Los «megaeventos», como es el caso, aseguran su alto ráting, poniendo en escena aquello que toda la industria del “entertainment” ha convertido en cultura para las masas. Sea que se trate del itinerario histórico visual de Gran Bretaña o de tal o cual estrella de la música “Pop”, lo cierto es que se reconstruye para la fruición del público planetario aquello que podríamos denominar “cultura global”.

 

La comedia humana del siglo XXI fluye por las redes simbólicas de la “híper industria cultural”, desplegando el cliché de lo británico.

 

En este espectáculo, en que Su Majestad salta en paracaídas desde un helicóptero (humor británico), hay también grandes olvidos. Por de pronto, habría que recordar como hitos bochornosos Las Malvinas, Irlanda del Norte, Irak y otros lamentables episodios, sólo para recordar los más recientes.

 

En la comedia humana que se nos cuenta día a día se construye un relato del presente que no se ajusta a la Historia. La verdad es que no se trata de ningún descubrimiento, ya Balzac escribió que “Todo poder es una conspiración permanente”. Acaso, la única novedad radique en que, en una sociedad “mediatizada”, el mundo entero se convierte en un rincón de provincia.
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* Semiólogo.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Universidad de Artes y Ciencias (ARCIS), Chile.

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