EEUU: llegan los drones a un pueblo cerca de aquí

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Con un dramático viaje a Kabul, el presidente Obama anunció el comienzo del fin de la guerra en Afganistán. Sólo que mientras las guerras en Irak y Afganistán van perdiendo intensidad, una tercera guerra aumenta la suya: una guerra realizada enteramente con drones. Es una especie de guerra de vídeo-juego a larga distancia.| BILL PRESS.*

 

Un agente de la CIA se sienta ante una computadora en Langley, Virginia, con un bastón de mando en la mano. En la pantalla mira un vídeo enviado por un drone que vuela en círculos sobre el norte de Pakistán. Descubre una reunión, casa o auto sospechoso. Presiona un botón, dispara un misil, observa la explosión, luego se va a su casa, se bebe una cerveza, corta el césped y juega al béisbol con sus hijos.

 

Nada de suciedad, de sangre, de sentimiento de culpa. Inofensivo –a no ser, por supuesto, que uno sea la víctima en tierras en Pakistán.

 

Esos ataques de drones suceden cada vez con mayor frecuencia. Según un informe publicado esta semana por la fundación Nuevo Estados Unidos, se han realizado 296 ataques con drones en Pakistán desde 2004. En tres y medio años, el presidente Obama ha autorizado casi seis veces más ataques que George Bush en ocho. La administración Obama también ha iniciado ataques con drones en Yemen desde mayo de 2011.

 

Un problema es que los ataques con drones, aunque mortíferos, no siempre son precisos. También según la encuesta de Nuevo Estados Unidos, los drones operados por control remoto han matado entre 1.785 y 2.771 individuos en Pakistán, de los cuales entre 1.492 y 2.300 eran combatientes enemigos. Eso hace llegar la cifra de muertos no combatientes, o civiles, a 17 por ciento, dice el Buró de Periodismo Investigativo, con sede en Londres. ¡Vaya!

 

El uso de drones también plantea serias preguntas de carácter legal y moral.
¿Qué autoridad legal tiene Estados Unidos para realizar asesinatos aéreos en países con los que no estamos en guerra?
¿Es válido eso para otras naciones?
¿Cuál sería nuestra respuesta si Corea del Norte, Irán o China desarrollaran la misma tecnología?
¿Y cuál es la moralidad de matar por control remoto, incluso sin volar sobre el país que se está bombardeando?

 

Pero no esperen que disminuya el uso de de esos artefactos voladores no tripulados. Esperen lo contrario. En la actualidad, la industria de los drones es el segmento de más rápido crecimiento en la industria de la defensa. Como reportó Jefferson Morley en Salon.com, un anuncio en abril de la Fuerza Aérea  anticipa que la guerra global de los drones se cuadruplicará en el curso de los próximos cuatro años.

 

El grupo cabildero de la industria de los drones, la Asociación Internacional para vehículos no tripulados, asegura que tiene 507 miembros corporativos en 55 países. Y hasta existe un “Caucus de drones” en la Cámara de Representantes con más de 50 miembros del Congreso.

 

Pronto, gracias a sus porristas corporativos y políticos, no tendremos que preocuparnos solamente de los drones militares. Los drones podrían llegar hasta una ciudad o pueblo cercano a nosotros, si es que no están ya allí. Una disposición poco conocida de la ley de Modernización y Reforma de la FAA (Autoridad Federal de Aviación), firmada por el presidente Obama el 14 de febrero, ordena a la FAA que facilite para mayo de 2012 el uso de drones a la policía y a personal de auxilio de emergencia, y su uso comercial para el 30 de septiembre de 2015.

 

Ya se usan drones para patrullar la frontera con México. Hasta ahora, 56 agencias gubernamentales federales, estatales y locales —principalmente departamentos de policía, agencias de seguridad pública y universidades— han recibido autorización para operar drones en el espacio aéreo estadounidense a una altura inferior a los 400 pies. Y muchas otras agencias seguramente los adoptarán.

 

Ahora bien, de seguro hay sectores donde los drones serían muy valiosos: para el rastreo de incendios forestales, por ejemplo. Para el control de muchedumbres. O para operaciones de búsqueda y rescate. No habría que suspender una búsqueda debido a la oscuridad o al mal tiempo. Para los departamentos más pequeños de policía, los drones son mucho más baratos de operar. Una hora de vuelo de helicóptero cuesta unos $1.500 dólares; un drone cuesta menos de $50 la hora.

 

Pero al igual que los drones militares, los drones para uso interno también traen su proporción de problemas. ¿Cómo se le notificará al público dónde y cuándo se usarán? ¿Qué sucede con el derecho de privacidad cuando siempre hay drones allá arriba. ¿Y podrán los departamentos de policía armar a los drones con gas lacrimógeno? ¿O con láseres? ¿O peor aún?

 

John Brennan, el primer asesor de contraterrorismo del presidente Obama, insistió esta semana que EEUU solo realiza ataques de drones “con total respeto por la ley”. Pero no hay leyes que regulen el uso de drones, ni militares ni civiles. Quizás debiéramos hacer una pausa para considerar la legalidad —y la moralidad— de los drones antes avanzar apresuradamente con la tecnología.

 

Mientras tanto, la próxima vez que ustedes oigan un zumbido persistente allá arriba, observen cuidadosamente. Puede que no sea un mosquito. Puede que sea un drone.
——
* Periodista y escritor estadounidense (www.billpress.com).
© 2012 Tribune Media Services, Inc.
En http://progreso-semanal.com

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