Manifestaciones estudiantiles en Chile: del liceo a las redes

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Los estudiantes chilenos están dando cuenta de profundos cambios culturales en el seno de una “sociedad de consumidores” que lejos de abolir lo político más bien transforman su modalidad de expresión cuyas aristas lindan con la performatividad, la visualidad y el espectáculo mediático.| ÁLVARO CUADRA.*

 

Así, la comunicación y el consumo constituyen los elementos centrales de cualquier análisis del presente. Las manifestaciones estudiantiles se han convertido en espacio de expresividad, espacio de lo diverso.

 

1.- Los estudiantes sin uniforme

 

Es interesante tomar nota sobre la escenificación de las protestas de estudiantes. En ella comparece, desde luego, todo el aparato policial dispuesto para ello. Destacamentos uniformados, motorizados, una verdadera tecno burocracia cuya “expertise” no es otra que la represión.

 

De este modo, piquetes especializados, conocidos como “Fuerzas Especiales” (FFEE) o como “Grupo de Operaciones Policiales Especiales” (GOPE), constituyen las herramientas policiales antidisturbios que despliegan la autoridad ante los estudiantes. Éstos, por su parte, no reconocen ningún “Dress Code” prescrito para la ocasión. La mayoría se inscribe en la lógica del “jeans” y el “hoodie”, ambas prendas se encuentran en cualquier escaparate y responden más bien a cierta “moda juvenil” promovida por la publicidad.
Sin embargo, el “hoodie”, un polerón con capucha, ha llegado a convertirse en un símbolo global de la rebeldía y la protesta.

 

El código vestimentario que opone a la policía y los estudiantes pareciera mostrar algo mucho más profundo que una manera de presentación. Al observar estudiantes sin uniforme, se advierte una renuncia a la uniformidad en todos los dominios. En otras palabras, la muchedumbre variopinta da buena cuenta de dos fenómenos concomitantes: Una protesta contra la burocratización uniforme de un sistema educacional normalizado y, al mismo tiempo, el reconocimiento tácito de la individualidad como instancia de legitimación.

 

La renuncia al “uniforme” es, en el caso de los estudiantes, un gesto político, mientras que en el aparato policial es, apenas, una astucia cada vez que algún “funcionario de civil” se infiltra entre los estudiantes como parte de su trabajo de inteligencia.

 

Los estudiantes y la policía se yuxtaponen como dos vectores culturales que apuntan en direcciones opuestas. De una parte, “Orden y Patria”, esto es: territorialidad, Estado nacional, burocracia verticalista, orden dirigista, fuerza; de la otra, desterritorialización, mundo global, asambleísmo, participación y movimiento estudiantil.

 

Las instituciones políticas, y las policiales en particular, hablan desde la Declaración que estatuye, impone y defiende un presunto orden o ley. Los estudiantes se instalan en el plano de la Expresión, esto es, aquellas formas que privilegian la subjetividad, el diálogo y la participación.
Esta misma oposición se hace extensiva a los diversos partidos políticos que, en tanto instituciones políticas adscriben a la lógica burocrática de la militancia y el carácter declarativo que lo constituye.

 

2.- Del liceo a las redes

 

La divergencia entre las instituciones sociales, la polis, y una cierta atmósfera cultural o ethos pone en evidencia, en primer lugar, la profunda asimetría que se está produciendo en nuestra sociedad entre el dominio cultural y el orden político. La cuestión admite muchas lecturas posibles, sin embargo, se podría argumentar que las instituciones sociales han sido superadas por la dinámica cultural.

 

En principio, las instituciones existen para ordenar y regular las prácticas sociales en determinados periodos históricos. Sin embargo, durante los últimos años ha emergido un nuevo espacio en que se verifica un nuevo tipo de prácticas y relaciones sociales. Este desplazamiento ha dejado obsoletas a las instituciones y ha instituido “prácticas inéditas” y en el límite, “nuevos modos de socialización”.

 

Nos asiste la sospecha de que en una sociedad en que la “Comunicación mediada por computador” (CMC) se va tornando hegemónica, irrumpen nuevas maneras no solo de comunicarse-relacionarse sino, también, matrices inéditas de organización, participación y movilización social.

 

Si nuestra hipótesis está en lo correcto, la comunicación centralizada y vertical de antaño, el llamado “modelo comunicacional Broadcast” propio de la Guerra Fría, alimentó una cultura del mismo jaez. En la actualidad, el “modelo comunicacional Podcast” plantea más bien la horizontalidad, la personalización y el diálogo de todos con todos.

 

Esto explicaría, en parte, el hecho de que las movilizaciones estudiantiles no se fraguan ni se coordinan en los vetustos liceos sino en las redes sociales digitalizadas. Podríamos aventurar que las nuevas matrices culturales derivadas de los modos relacionales en red se plasman en nuevas formas de organización juvenil, más proclive al asambleísmo podcast que a la tradición burocrática de los partidos políticos.

 

El liceo en Chile y en gran parte de América Latina se inscribe en la tradición napoleónica quien creó en 1802 el “Lycée” con el claro propósito de formar a la élite de la nación. El liceo adquirió pertinencia en nuestro continente como parte del proyecto ilustrado republicano, convirtiéndose en un dispositivo central de la llamada “modernidad oligárquica”. Hasta bien entrado el siglo XX, tales instituciones de enseñanza administraron el sistema educacional secundario, extendiendo lentamente su cobertura desde las familias aristocráticas hacia una creciente clase media.

 

Se trataba de establecimientos públicos y laicos de dependencia estatal que regulaba la tímida movilidad social de aquellos años. Lo que nos interesa destacar es que se trataba de instituciones sociales verticalistas y dirigistas, centralizadas en una rectoría que sustentaba un orden. Durante la primera mitad del siglo XX y en el contexto de lo que se ha llamado un Estado Nacional Democrático Popular, la organización de los estudiantes cristalizaba en los Centros de Alumnos y en una Federación de Estudiantes Secundarios.

 

Hagamos notar que tales formas de organización eran, por lo general, tuteladas por los diversos partidos políticos representados a través de su rama juvenil, al punto de que muchos dirigentes políticos actuales se iniciaron en la FESES.

 

Si bien en la actualidad subsisten formas de organización estudiantil análogas a las de otrora, no es menos cierto que su quehacer ha sufrido grandes mutaciones. Se constata un debilitamiento de la relación entre la organización estudiantil y los partidos políticos, asimismo se advierte una expansión de expresiones radicales que afirman el carácter performativo del movimiento.

 

Las nuevas formas de relación – participación estudiantil se verifican en el ciberespacio, es allí donde coordinan las acciones y se establecen los nexos que luego se escenifican en el espacio urbano. Las redes sociales constituyen, de hecho, una suerte de “asamblea permanente”, garantizada por la horizontalidad y la conexión constante. De tal manera que la irrupción de nuevas modalidades comunicacionales prefiguran nuevas prácticas sociales y políticas que movilizan a cientos de miles de estudiantes en el espacio público.

 

3.- No al lucro

La resistencia a militancias duras no significa, en absoluto, que los estudiantes no expresen con meridiana claridad sus puntos de vista políticos. Se advierte una proliferación de movimientos a la izquierda de la izquierda tradicional. Más que una “enfermedad infantil del izquierdismo”, como advirtiera V.I. Lenin, más bien estamos ante una modalidad de pensar y hacer política que excede los marcos normativos de un partido más tradicional, una modalidad performativa.

 

Si observamos el énfasis en el despliegue de la subjetividad y el anhelo de acción sin dilaciones ni mediaciones, se entiende por qué las posiciones más radicales de corte anarquista, fundamentadas en una matriz liberal, adquieren inusitada relevancia entre los estudiantes, en clara oposición a las tesis tradicionales de la izquierda ortodoxa.

 

Las protestas estudiantiles han mostrado una clara tendencia hacia la radicalización, alejándose de la tradición partitocrática. Tanto así que el indiscutible liderazgo de Camila Vallejos ha sufrido más de un traspié entre sus pares. No obstante, no todo está dicho y el propio desarrollo político del movimiento estudiantil decantará nuevas tendencias y líderes en el futuro.

 

Lo que resulta claro, y hasta indiscutible, es la estatura de la demanda. Movilizar a más de cien mil jóvenes en pos de una educación pública gratuita y de calidad frente a un estado subsidiario y cautivo de la hegemonía neoliberal es, fuera de discusión, un logro histórico.

 

El reclamo estudiantil no puede ser resuelto en el marco judicativo que nos rige actualmente. Es claro que mientras se mantenga vigente la constitución sancionada por la junta militar en la década de los años ochentas del siglo pasado, no existe posibilidad alguna de modificar sustancialmente el sistema educacional chileno. Esto no es un secreto para nadie, por lo tanto, la demanda estudiantil resulta ser el más radical desafío al orden neoliberal vigente, en cuanto pone en entredicho todo el andamiaje constitucional en que se sostiene el Chile actual. En este sentido, el movimiento estudiantil es visto como una amenaza no solo por el gobierno de derechas sino, también, por el resto de la clase política que se ha constituido a la sombra de la herencia dictatorial.

 

Se ha pretendido comparar este movimiento estudiantil con aquel de Paris 1968, se sostiene que alcanzado cierto ingreso per capita surgen demandas de país “desarrollado” como en la Francia de los sesentas. La comparación resulta más que forzada y falaz, pues a diferencia de la Europa de aquellos años en nuestro país vivimos, apenas, una democracia de muy baja intensidad y un sistema económico que excluye a la mayoría de la población. Chile es un país de gente modesta en que más del 60% de su población sobrevive difícilmente.

 

No hay punto de comparación entre el mundo desarrollado y las precarias condiciones en que se desenvuelve la mayoría de los chilenos, incluido el sistema educacional. Contrariamente a lo que se pretende, Chile muestra los signos de una sociedad profundamente desigual e injusta en que un puñado de familias concentra gran parte de la riqueza; una sociedad, a diferencia de la francesa, donde el Estado ha abandonado funciones tan relevantes como la salud, la previsión social y, ciertamente la educación.

 

El meollo del malestar de los estudiantes, y así lo han proclamado, es entender un derecho fundamental como un “bien de consumo”, esto es, la consagración del lucro y la mercantilización de los derechos básicos de un pueblo.

 

El movimiento estudiantil chileno no es un plagio ni ha nacido de “torpedos”, es una experiencia histórica nueva que nace de un contexto histórico muy concreto, la perpetuación de un orden injusto creado por una dictadura que se prolonga con la complicidad de sus herederos. De allí la tremenda importancia del reclamo juvenil, pues, en definitiva, es la más clara demanda política planteada estos últimos años y que supera con creces el clima de corrupción y demagogia que caracteriza a nuestra clase política: No al lucro.

 

5.- Examen final

 

No es tiempo de apresurar conclusiones, los movimientos sociales no se despliegan ni se desarrollan de manera mecánica. Por ahora, contentémonos con caracterizar sus singularidades y celebrar la justicia y estatura de sus demandas.

 

Las protestas estudiantiles convocan a un país entero, la cuestión planteada es sobre la educación, según hemos señalado, nos lleva a la pregunta de fondo sobre qué país queremos vivir en el porvenir.

 

El movimiento estudiantil ha puesto sobre el tapete la condición esquizofrénica en la que estamos sumidos; por un lado, una clase política que administra un modelo de país por más de dos décadas en un mundo cada vez más distante y ajeno a la realidad cotidiana de la mayoría de la población y, por otro lado, la irrupción de un movimiento social que muchos se resisten a ver.

 

Dos visualidades en competencia, un país oficial construido por los medios ad nauseam, imágenes idílicas de consumo exentas de cualquier contenido político donde un estudiante es sinónimo de delincuente… Un país no oficial, el país de las nuevas generaciones, hastiadas ya de tanta demagogia.
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* Semiólogo
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Universidad de Artes y Ciencias (ARCIS), Chile.

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1 comentario
  1. Fernando Morales Escobar dice

    La educación no es un gasto, es una inversión, es la apuesta de futuro de un pueblo que prepara su avenir…Utilizando el acervo intrínseco social creado durante generaciones, el patrimonio cultural, histórico, científico, ético e identitario de la humanidad. Este Derecho Universal, no le pertenece a nadie, la apropiación de este y su comercialización es un robo…
    La educación es el camino que nos lleva a la libertad. Es el proceso de socialización, y de integración de los individuos de una sociedad, lo cual es un elemento fundamental en la vida. La educación es la base de la Libertad y del desarrollo socioeconómico.
    Sólo el Estado que es el centro neurálgico, coordinador consciente de la vida colectiva, es la estructura, la columna vertebral en torno a la cual se disponen las funciones sociales. Y este como medio de desarrollo del pueblo, y de la identidad nacional, debe atribuirse la Potestad de la enseñanza, y de la salud como una tarea que le es propia.
    La proliferación de las escuelas, liceos, y universidades privadas en el marco de la política neoliberal y mercantilista, ha servido solamente para consagrar la aberrante discriminación y la comercialización (mercado competitividad y lucro) de la educación. Esta política de estado impuesta por la Dictadura, que disminuyo el Aporte Fiscal Directo, instalando un Aporte Fiscal Indirecto, consagrando así la privatización, y municipalización de escuelas y liceos (1981).
    Implantando con esto el estrato, el conjunto de elementos impuestos para la formación de la entidad o sustrato individualista propio a la educación neoliberal, que omite la función primordial, y social, de la contextualización sociocultural en que se construye la personalidad humana.
    El llamado hecho a las familias, recordándoles que son ellos, los padres, los primeros educadores y responsables naturales de la educación de sus hijos, sin duda que esta verdad, este derecho inalienable e intransferible, que reside en los padres, no dispensa en nada de la obligación contraída por la sociedad, de sus responsabilidades éticas, e intrínsecas, que tiene con los ciudadanos, la salud, educación, seguridad, etc., deberes inalienables del Estado, este existe gracias al pueblo, y debe otorgarle a los ciudadanos los medios necesarios, para que estos puedan asumir sus responsabilidades en cabalidad, ese es su deber, y rol principal, en el caso contrario habría delito de Prevaricación.
    Si la cohesión nacional fuera una función propia de las familias: la sociedad chilena se dislocaría y partiría en mil pedazos, se desintegraría.
    Hay demasiadas divergencias, intereses, cultura e ideales en los múltiples grupos familiares de norte a sur.
    Europa preserva y cautela su sistema educativo, al Estado, el cual juega su rol, decisivo, determinante, primordial, y fundamental, en este reservado ámbito, que es la construcción de la identidad nacional, y que pasa inevitablemente por una educación centralizada, y gratuita, conducida, y dirigida por el estado, la única y sola alternativa, real y concreta, al servicio del hombre, de la razón, y de la sociedad.
    ¿Cuántos padres pueden ejercer el derecho de escoger el establecimiento de enseñanza para sus hijos?
    Esta es la ilusoria Libertad de los que puede pagar.
    Esta es la ilusoria Igualdad de condiciones, de la que tanto nos hablan desde hacen 22 años.
    Esta es la ilusoria Equidad, de dos sistemas educativos, el de la señora Juanita y el de su excelencia la presidenta.
    Esta es la Discriminación de la calidad del sistema educativo actual de los chilenos, en todas las áreas, estratos, niveles, y áreas de la sociedad chilena.
    La Libertad y la Igualdad, caracterizada en la Constitución Política y la LOCE, se fundamentan en la Discriminación, la Restricción, y el Individualismo, los cuales son el estrato, los preceptos del modelo neoliberal. La legislación educativa que dejaron los militares: bajo los preceptos de libertad, de subsidiaridad económica, de enseñanza, de apertura de establecimientos, de seguridad nacional, y de restricción ideológica, la LGE no cambió nada.
    Cuando los fundamentos sociales, culturales y políticos de un pueblo son destruidos, la duda adquiere tal fuerza que paraliza parcialmente el resto del intelecto. Esta situación desorienta, confunde y extravía las fuentes de la voluntad y preparar a la gente para la servidumbre.
    La base de la Libertad y del desarrollo socioeconómico, es la educación, y a esta la pervirtieron, cuando la transformaron en un negocio. Es más la educación forma parte de los Derechos Humanos, los cuales son integrales. La educación no puede ser otra cosa que un derecho de toda persona, ejercido sin discriminación alguna y con igualdad de oportunidades para todos.
    Hay que cambiar las estructuras de la sociedad chilena, la Concertación administro eficientemente el legado neoliberal y discriminador, a pesar de las posiciones críticas hechas desde su base social, al interior mismo de esta, y por el pueblo de manera transversal.
    Uno puede preguntarse porque se niegan a cambiar el sistema, cual es la razón, donde están los amarres: es el Imperio (USA), el FMI, las transnacionales, y la Socialdemocracia, quienes determinaron cuales serían las reformas, y a qué ritmo estas se realizarían, en éste laboratorio, que es nuestro país, y la agenda se va cumpliendo rigurosa y obedientemente. La Concertación neoliberal mantuvo el sistema legado por los militares, a como dé lugar.
    Somos una colonia más, a tal punto, que las reformas y planes educativos, están en manos de “modernizadores” economistas, y discriminadores tecnócratas, y no de Educadores, Sociólogos, actores y conocedores de la realidad de la educación chilena.
    Es primordial, y urgente cambiar la Constitución chilena, por una realmente representativa de los intereses de Chile, y de su pueblo, votada por este de manera libre y democrática en un Plebiscito.
    Terminar con el voto Binominal. Nacionalizar la educación, la salud, el agua, la banca y las energías…

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