Nuevos métodos de comunicación: Ciencia a la mexicana

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Por Azul Cordo*
 
Con técnicas creativas, Dalia de la Peña Wing desarrolla desde México diversos paquetes didácticos sobre cultura forestal y biotecnología.

Impulsora y difusora de la cultura forestal y educación ambiental a través de las artes, juegos y proyectos multimedia, la mexicana Dalia de la Peña Wing visitó hace poco la ciudad argentina de La Plata, dentro del recorrido latinoamericano que hace con sus talleres de ciencia.

Actualmente trabaja como Coordinadora del Programa BIOEDUCAR para el Sistema Nacional de Investigación y Transferencia Tecnológica para el Desarrollo Rural Sustentable (SNITT) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) del Gobierno Mexicano.

“El Programa BIOEDUCAR se creó expresamente con mi llegada a esta institución en abril de este año, con la finalidad de crear, diseñar, desarrollar e implementar en México –a través del SNITT—y en el resto de América Latina –a través del SNITT en coordinación con REDBIO Internacional Educar/ FAO— el Primer Programa de Sensibilización y Cultura sobre la importancia de la Biotecnología, la seguridad alimentaria, la salud y el medio ambiente del Siglo XXI”, explicó de la Peña Wing en conversación con APM.

“Comencé a trabajar por mi cuenta en este Programa desde mediados del año pasado cuando recibí una invitación por parte de RED BIO Educar/ FAO para participar con una conferencia sobre Estrategias de Comunicación para temas científicos, en el VI Congreso Internacional de Biotecnología Agroalimentaria, desarrollado en Viña del Mar, Chile, en octubre de 2007. Por medio de algunos amigos científicos mexicanos, RED BIO se había enterado de mi trabajo anterior en el área de Cultura Forestal y creyeron que era una buena oportunidad para ver si mi metodología podía adaptarse a las necesidades de comunicación del mundo científico biotecnológico internacional”.

Enseñando Biotecnología: “Hacia una didáctica de la divulgación científica a través del arte y el juego” es el marco en que científicos, técnicos, docentes y público en general puedan aprender estrategias didácticas para acercar fórmulas y teorías que parecen incomprensibles. Con dinamismo, cientos de personas se animan a participar a lo largo del continente americano, aprendiendo ciencia, jugando.

“Después de mi participación en Chile, he mantenido una estrecha comunicación vía correo electrónico con gente de Bolivia, Colombia, Chile, Uruguay, Brasil, Venezuela, Cuba y por supuesto Argentina. El común denominador es el gran interés por parte de todos ellos porque pronto podamos estar en sus países difundiendo esta nueva forma de divulgar la ciencia”, cuenta la entrevistada.

“En especial la música es una herramienta infalible, pero en general el arte y el juego lo son. Sucede que a través de esta didáctica puedes acceder a todo tipo de público y en escenarios heterogéneos. Nadie se siente agredido por no conocer sobre el tema a tratar, porque van a jugar, a bailar y a cantar. Entonces, aprender a través de estas actividades no señala a nadie como más o menos docto. Ahí todos somos iguales”.

Dalia realiza sus talleres fuera de México, según la agenda que la FAO le pauta, pero en su país, el recorrido implica tanto a niños en escuelas rurales, como a adultos analfabetos, científicos y académicos.

“Digamos que es una manera de democratizar el conocimiento, la cultura y la enseñanza en general. En casos donde la gente no sabe leer, no importa, porque para ello está el valor de las imágenes: el color y las formas al servicio de la educación y la cultura. ¡Y la música! No existe un ser en el mundo a quien no le guste, algún tipo de música. Todos tenemos algo de bohemio, todos vibramos más o menos cuando escuchamos una nota musical. Así es que cuando los contenidos que queremos ofrecer se acompañan por esa fiesta de sensaciones que conlleva un tema musical, logramos procesos de sensibilización inigualables”, sostiene de la Peña Wing.

En México, Dalia es reconocida por contribuir al fomento de la conservación de los recursos naturales a través de la educación formal, no formal e informal por medio de paquetes didácticos y su participación en diversas actividades en todo el país.

Fue Gerente Nacional de Cultura Forestal de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), organismo descentralizado de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Gobierno Mexicano, desde 2001 hasta 2005. Es en ese lugar donde tuvo la oportunidad de crear, diseñar e implementar el Primer Programa Nacional de Cultura Forestal Rumbo al 2025.

Con este Programa planificó los paquetes didácticos, generando una red de transmisión e intercambio de conocimiento. Obtuvo reconocimientos a su labor, como el Premio Nacional de Administración Pública 2004, Primer lugar del Sector Medio Ambiente y Tercer lugar de todo el Gobierno Federal Mexicano; así como el Reconocimiento Nacional a la Conservación de la Naturaleza 2006, con el Premio “Miguel Álvarez del Toro” en la Categoría Individual, otorgado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México.

“Mis planes para el futuro en este rubro versan en que se pueda consolidar una Política de Estado en materia de Educación y Cultura sobre la importancia de la Biotecnología. El camino no es fácil, ciertamente, pero tampoco imposible. Actualmente he comenzado una larga gira por todo mi país, para ir ofreciendo talleres a grupos de entre 15 y 30 personas de instituciones públicas, privadas, académicos de todos los niveles, jóvenes en etapa de servicio social, madres de familia, agricultores y organizaciones no gubernamentales, quienes, en la mayoría de los casos, se convierten en replicadores de este esfuerzo, llevando esta información a sus propias comunidades a través de los materiales que siempre encuentro la manera de entregarles al finalizar cada taller”, argumenta.

Estos encuentros de cinco horas tienen como objetivo generar conocimientos sobre la importancia de implementar en su producción procesos biotecnológicos que les permitan obtener más y mejores productos y con ello una mayor competitividad en los mercados nacionales e internacionales, según se explica en redbio.org.

Según señaló, la idea es que en dos años aproximadamente, podamos tener un equipo de 15 a 20 mil personas reproduciendo este esfuerzo en todos los ámbitos. Dalia hace hincapié en transmitir a través de la Educación Formal, Informal y No Formal, para ir dejando que se multiplique hasta cubrir todo el país y entonces, desde la sociedad, tener el empuje necesario para poder exigir al Estado el que se consolide como una política de Estado”.

A su vez, comenta que en cada recambio político, las nuevas autoridades pretenden borrar todo lo que generó la gestión anterior, sin distinción de pros y contras. Y el Programa no está ajeno a eso y cuenta que “hay duros intentos por parte de quienes hoy ocupan los puestos directivos de la propia Comisión Nacional Forestal, para hacerlo desaparecer; pero el programa sigue dando frutos en la sociedad”.

Es por eso que la estrategia a seguir, según cuenta Dalia, es apostar todo el esfuerzo por dejar los programas en manos de la sociedad, “pues es la única garantía de que seguirán dando frutos a pesar de cualquier interés político”.

Con 44 años y 25 de profesión, de la Peña Wing tiene tantas energías, perspectivas y esperanzas en el futuro, que parece estar empezando recién en la divulgación científica. “Siempre supe que quería reformar realmente la educación en mi país, pues ya había sido yo una víctima más del nefasto Sistema Educativo”.

Dalia es egresada de la Licenciatura en Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y conjuga a diario su formación artística con sus intereses de divulgación.

“El arte estimula las tres vías del conocimiento de un individuo: la cognitiva, que es la parte mental, la comprensión racional, el intelecto al servicio de la teoría y la experiencia; la psicomotriz, que es el movimiento: tú, armas, cantas, desarmas, bailas, hablas, gritas: tú; y la afectiva la cual pone en juego nuestras emociones para identificarlas. Entonces, el arte resulta en una herramienta idónea, en el cómplice perfecto del aprendizaje significativo de cualquier tema, por difícil o lejano que parezca en un principio”, argumenta la entrevistada.

A partir de este fundamento pedagógico, Dalia sostiene que se ha convertido en divulgadora científica, en decodificadora de los distintos temas que naturalmente llevan inmersos una serie de tecnicismos y procesos que resultan a veces casi imposibles de ser comprendidos por la sociedad en general a través de los textos y cátedras específicos y que, por lo tanto, lejos de acercar a la gente a la ciencia, la aleja, lo cual evidentemente tiene repercusiones muy lamentables desde cualquier punto de vista que se le atienda.

En México, la ciencia goza de prestigio, con formaciones universitarias como las de la UNAM. Respecto de la situación laboral de los científicos en México, Dalia comenta: “estoy segura que podría apoyárseles mucho más. Conozco investigadores que hacen maravillas con instalaciones y equipos deplorables, pero aún así, sus aportaciones son invaluables.

“Según estudios del Banco Mundial, México ocupa el cuarto lugar en fuga de cerebros hacia el extranjero, principalmente a Estados Unidos, Canadá y Europa, efectivamente. Recuerdo casos de mexicanos como el de Mario Molina, Premio Nobel de Química quien descubrió el agujero de la capa de ozono, quien después de 30 años de investigación en el extranjero, regresó a México; el de Roberto Gaxiola, quien encontró la clave para hacer a las plantas resistentes a la sequía y cuyos estudios de investigación fueron realizados en el extranjero; el de César Sepúlveda, físico mexicano quien participó en la creación del primer vehículo robot que descendió a Marte y quien, hasta donde sé, actualmente trabaja en un laboratorio de la NASA; el de Carlos Frenk, uno de los postulantes de la Teoría Cosmológica de la Materia Oscura Fría, quien, al menos hasta el 2006, fue director del Instituto de Cosmología Computacional en Inglaterra”.

El diario mexicano La Jornada en la Ciencia alerta sobre la inversión estatal en ciencia: “El descuido institucional en México hacia la ciencia y tecnología es cada vez más alarmante. Por citarlo en números, el gobierno actual, redujo la inversión en este sector de 0,4 a 0,35 del PIB (Producto Interno Bruto), siendo el gobierno de Felipe Calderón el más avaro con la ciencia desde hace 20 años. Mientras, en la Unión Europea pasó a 2,26; Estados Unidos lo incrementó a 2,68; China a 1,23; Corea a 2.91 y Brasil a 0,97. La UNESCO, una de las agencias de las Naciones Unidas especializadas en el tema, señala que para ser un país competitivo debería al menos destinarse el uno por ciento del PIB, y entre otros, que entre el 40 y 60 por ciento de los jóvenes entre 18 y 24 años tengan acceso a la educación superior. De este grupo etario, en México accede un 20 por ciento y en Estados Unidos un 64 por ciento”.

Dalia sostiene que existe una fuga de cerebros y sostien:. “No sé si más o menos que en otros tiempos, pero la hay, lo que nos habla claramente de que la situación no debe ser la mejor para los científicos mexicanos. Por ello que es importante revertir este problema y enfocarnos mucho en llevar cultura y divulgación científica a las nuevas generaciones, para que en lugar de aprenderse la historia de memoria, aprendan de ella y no repitan los errores que otros hemos venido cometiendo por décadas”.

La fuga de cerebros es un mal que aqueja a la mayoría de los países de América Latina, las innovaciones en torno a la ciencia, la atención de los Estados para cuidar las mentes de las nuevas generaciones, son caminos que se tienen que seguir es pos de un futuro con más luz científica.

*Publicado en APM

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