Palestina: ¿cuál es el tipo “correcto” de resistencia?

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La cobertura mediática del movimiento de resistencia Palestino está construida para adaptarse a la narrativa occidental de la no violencia. A lo largo de los pasados meses, diversos medios de comunicación internacionales han publicado artículos enfocando en el llamado «nuevo» movimiento no violento Palestino. Dos falacias han acompañado tales reportajes y análisis. Primero, el uso del término «no violento» y sus connotaciones; y segundo, la narrativa acerca del movimiento. | IBRAHIM SHIKAKI.*
 

 

En árabe, los palestinos no distinguen entre resistencia violenta y no violenta, sino entre resistencia armada y resistencia popular. El pueblo Palestino y las facciones políticas han utilizado las dos formas, así como otras, a lo largo del pasado siglo.

 

De hecho, y a diferencia de otros esquemas coloniales, en Sudáfrica o Argelia, el objetivo del plan colonial sionista es desarraigar y promover una limpieza étnica en Palestina de su población indígena —por lo tanto, por el simple hecho de existir y permanecer firmemente en su tierra, los palestinos ya están, en realidad, resistiendo.

 

Aunque yo no quiero defender aquí una forma específica de resistencia, debe haber una distinción clara entre dos estas nociones diferentes.
Por un lado, hay intentos de imponer la idea de que la no violencia es la única forma de resistencia «permitida», falsamente insinuando que todas las otras formas de resistencia son violentas, inmorales o ilegales.

 

Por otro lado, un consenso general entiende la resistencia como un derecho legítimo del pueblo palestino, así como es el derecho de cualquier pueblo que vive bajo la opresión, colonización y ocupación extranjera.

 

Los medios de comunicación que defienden tales tácticas no violentas han elegido pasar completamente por alto el movimiento de boicot, des-inversiones y sanciones (BDS) en contra de Israel. Aunque no constituye ninguna de las formas de resistencia mencionadas anteriormente, sólo puede ser caracterizada como una táctica estrictamente no violenta, con la intención de presionar a Israel a cumplir con sus obligaciones frente al derecho internacional.

 

El impresionante crecimiento del movimiento BDS, cuyas acciones se encuentran con poca o ninguna cobertura mediática por parte de los medios de comunicación masiva, sólo puede ser un indicador de la hipocresía de su abordaje de la resistencia palestina: sólo traen a la luz las formas de resistencia que ellos categorizan como relevantes —o, me permito decir, dignas.

 

Finalmente, es importante comprender el contexto del conflicto palestino-israelí, que normalmente es descrito como «complejo». De hecho, y bajo el riesgo de simplificar demasiado, es un conflicto entre opresor y oprimido. En este contexto el uso de la violencia y de la fuerza puede ser ejemplificado a la perfección en las palabras de Paulo Freire:

 

«Nunca en la historia la violencia ha sido iniciada por los oprimidos. ¿Cómo pueden ser ellos los iniciadores, si ellos mismos son el resultado de la violencia? ¿Cómo pueden ser los promotores de algo cuya inauguración objetiva origina su existencia en cuanto oprimidos?

 

«No habría oprimidos si no hubiera una situación anterior de violencia que establece su subordinación. La violencia es iniciada por aquellos que oprimen, que explotan, que son incapaces de reconocer a los otros como personas —no por aquellos que son oprimidos, explotados y no reconocidos».
——
* Investigador asociado en el Instituto Palestino de Investigación Económica (MAS) y es un joven organizador con base en Ramallah.

En Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén.
El texto íntegro del artículo se encuentra, en castellano, aquí en formato PDF.

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