Responso como debe de ser: hasta la victoria, Sócrates …y que Dios guarde a Maradona

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La muerte de Sócrates a la que la gilada asiste sin que la abisme la tristeza, simboliza de algún modo la muerte del fútbol. Parece, también, un símbolo para retratar esta época de mierda: sin sueños ni desmesuras, sin rebeldía ni desesperación ni sed de justicia ni de alcohol. Este mundo burgués de porquería acabó con todo lo bueno, incluido el fútbol. | OMAR MOUZAKIS.*

Es este un mundo de autómatas resignados aferrados a la basura de sus autos, sus celulares, sus fantasías de cotillón. Esta burguesía de mierda, mediocre, soberbia en su ignorancia, autista, incapaz de amar y de odiar, de sentir rabia.

Estos humanos androides de hoy, de sentimientos pequeños y mezquinos y avaricias financiadas en cuotas, portadores de culos y tetas postizas, comedores de comidas «light», cultores de la salud física, renacuajos que avanzan por calles de una sola mano…

Sepan, torpes, que verlo jugar a Sócrates era como leer, por ejemplo, a Ítalo Calvino: había en su juego belleza, ternura, inteligencia. Era como ver un cuadro de Renoir, lleno de luz y colorido. Era como escuchar la música de un vals.

No corría, no apretaba los dientes, no ponía «huevo»: lo suyo era elegancia, majestuosidad, sus pases eran un «toque» de distinción. Llenaba la vista verlo jugar, y regocijaba el alma.

Este fútbol basura de hoy, jugado por monigotes que son millonarios antes de ser gente, es un insulto para el fútbol que jugó Sócrates.

No sólo el fútbol está de luto, lo están también la poesía, la belleza, la propia naturaleza.

Vamos Jobim, Vinicius, Maisa y Chico, Caetano y Elis, Joao y Elsa Soarez, María Betanhia y Milton Nascimento y Ari Barroso y todas las chicas de Ipanema y todos los malandros, que suene la música que acompañe el cortejo: acaba de morir otro cachito de sueño.

Addenda
(Fragmento de un nota de Waldemar Iglesias publicada en Clarín de Buenos Aires).

Adiós, querido doctor
Sócrates fue uno de los grandes mediocampistas de los 80. También un crack fuera de la cancha, que se animó a quejarse contra la dictadura brasileña en los días difíciles. Murió el domingo, vencido por un rival al que luchó por derrotar y no pudo: el alcohol.
Antonio Falcao brindó la armonía de sus palabras para contarlo: «Fue la antítesis del buen atleta: estaba en contra de los entrenamientos individuales o colectivos y de la abstinencia —sobre todo del sexo, alcohol, tabaco, juerga nocturna y guitarra (que tocaba)—. Hasta su nombre se escapaba de lo convencional: Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira. Estudió medicina mientras jugaba, se expuso en la política y vio el binomio directivo-jugador desde la óptica de las relaciones laborales.

«Se entregó a la ciudadanía con ahínco, siendo intransigentemente solidario con los compañeros de profesión. Para emplear el término típico de la inútil y necia dictadura militar brasileña, Sócrates era subversivo. Aunque, desde el punto de vista estrictamente democrático, un cordial y saludable subversivo, de gran utilidad a la humanidad».

Siempre estuvo orgulloso de su mirada del mundo, de sus mensajes, esos que en tiempos de futbolista se animaba a ofrecerlos desde una vincha que se convirtió en su marca registrada. En los 80, por ejemplo, este admirador del Che Guevara fue partícipe e ideólogo de una búsqueda que asombró a su país y a su deporte: el Movimiento Democrático Corinthians, que hizo que el club paulista llevara a cabo elecciones democráticas internas. Un símbolo inequívoco del rechazo a la dictadura, que ya comenzaba a retirarse tras dos décadas en el poder.

Se manifestaba de izquierda. Y de su admiración por Fidel Castro surgió el nombre de uno de sus hijos. Sobre eso, Sócrates contó alguna vez, en una entrevista para la BBC, la siguiente anécdota: «Cuando le puse a uno de mis hijos Fidel, mi madre me dijo: ‘Es un nombre un poco fuerte para un niño’. Y le respondí: ‘Madre, mira lo que me hiciste a mí'».

Cuentan que también se podría haber llamado John, por Lennon, otro de sus personajes más apreciados.

* Escritor.

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