Santiago de Chile: mural por la educación

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Pocos, en América Latina, ignoran los grandes movimientos que en Chile sacudieron al sistema autoconovocados por la consigna No al lucro en la educación; tampoco dejan de saber que esa aspiración encendió mechas en muchos países del continente y Europa; hoy se suman solidariamente a esas decenas de miles de estudiantes y sus familias rehenes de peso de los aranceles educativos los artistas plásticos. Y lo hacen desde su oficio: pintar. | SURySUR.

 

En un barrio populoso en el sur de la capital chilena, en las calles Club Hípico y Salvador Allende (ex Salesianos) el repugnante zoco en que convierten a la ciudad los afiches, anuncios y promesas, medios de que se valen colegios, universidades, tecnologicos (y seudouniversidades y estafas en el campo de la formación técnica) adquirirá un sesgo diferente:

 

Sobre la Escuela México —instituto de educación básica— un grupo de artistas pintores, tanto independientes como partícipes del taller El Altillo de Couve, pintarán un mural. No de grandes dimensiones —es curiosa la falta de muros adecuados en una ciudad de más de cinco millones de habitantes—, pero, como su nombre lo indica, será un Mural por la educación.

 

Cabe señalar que las razones del gobierno del Estado para negar porfiadamente las de aquellos —la mayor parte de la sociedad— que claman porque el Estado asuma sus responsabilidades en este rubro, el de la educacion, vital para el presente y futuro del pais, no se conmovieron con los largos meses durante los cuales se extendió el movimiento estudiantil, cuyas demandas sumaron a millones de chilenos que salieron a las calles respaldando esas exigencias.

 

Al contrario: recibieron los demandantes palos, «guanacazos» (agua de dudoso origen lanzada por carros antimotines llamados por la poblaciòn guanacos), gases que hacían irrespìrable la atmósfera a lo largo de calles y avenidas en todas las ciudades del territorio; jóvenes estudiantes, adolescentes de ambos sexos, incluso, fueron llevados presos, amenazados y vejados por las fuerzas policiales y luego expulsados de sus colegios con los argumentos más peregrinos.

 

De hecho nuevos movimientos estudiantiles —en el ámbito secundario y universitario— ya comienzan a advertirse, como también una probable coordinación con diversos grupos sociales y sus demandas espacíficas. Los impulsa la misma necesidad: que se les reconozca por parte de las autoridades su ser ciudadanía.

 

Todas estas movilizaciones no cuentan con el aval de los partidos políticos (ni de gobierno ni de la oposiciòn, con la salvedad del Partido Comunista y algunos grupos menores que, en todo caso, no logran coparlas ni enmarcarlas. Es la autoorganización ciudadana lo que prima en Chile, y allí encuentra, incidentalmente, su fortaleza y tambien sus debilidades.

 

El mural que proponen los artistas del Altillo de Couve, y otros, se inscribe así en una vasta y profunda decisión ciudadana por la recuperación de sus derechos soberanos; es de esperar que el Ministerio del Interior y sus aparatos represivos no vean en la iniciativa artística la acción de elementos terroristas —como es su costumbre y pretexto para «criminalizar» cualquier atisbo de presencia popular en las calles.

 

El Altillo de Couve —en todo caso— no constituye el «brazo»cultural de ninguna organización, simplemente por eso de las afinidades electivas es un lugar de encuentro de poetas, escritores, pintores, grabadores, escultores y músicos, donde se charla, se comparte el infaltable vino de los chilenos y se pasa revista a la (pobre) actividad cultural e intelectual volcada y emergente de la población.

 

La cita de este sábado es la las 11 de la mañana; habrá un café para luego iniciar el trabajo colectivo, una verdadera minga de arte en la calle. Los organizadores esperan, a eso de las 15 o poco más tarde, que todos compartan un almuerzo con sus colegas de la Casa de Víctor Jara.

 

Los que quieran participar sólo deben aportar sus pinceles y brochas, la agrupación local proveerá con la pintura.

 

Entre otros artistas —la mayor parte alguna vez estudiantes de establecimientos públicos y gratuitos— han comprometido su asistencia Róbinson Avello, Alejandro Espinoza, Alejandro Mono González, Mario Soro, Nelson lagos, Bruno Serrano, Sergio Numan, Gonzalo Flores, Patricia García, Efrén Cortés, Claudio Moya, Ángela Montero, Felipe Drago, Magdalena Labbe, Pablo Arteaga, Luis Arteaga, Bárbara Troncoso y Álvaro Ricoe.

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