Utopía

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El concepto de utopía es tan antiguo como el ser humano, ha existido desde siempre. Ha venido a significar un lugar que no existe; la concepción imaginaria de un gobierno ideal, el sistema o plan que parece imposible realizar, la realidad ajustada a un perfil abstracto, formalista que dibuja el intelecto, cualquier aspiración o sueño genérico que se traduzca en una especie de evasión de la realidad vivida.

El primer modelo de sociedad utópica corresponde a Platón -427-347 a.d.C-, en uno de sus diálogos más conocidos, La República, se hace una detallada descripción de cómo sería el Estado ideal, según él una sociedad justa porque en ella gobernarían los más sabios –filósofos- y además cada uno desempeñaría una actividad conforme a sus aptitudes y, por tanto, todos contribuirían según sus posibilidades al bien común.

El término utopía fue concebido por Thomas More, o Tomás Moro, -1478-1535, pensador, teólogo, político humanista y escritor inglés en su obra cumbre, publicada en 1516, “De Optimo República Statu deque Nova Insula Utopía,” donde Utopía es el nombre dado a una isla y a la comunidad ficticia que la habita, cuya organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con las sociedades humanas de su época.utopia tomas moro

Moro, en 1535 fue enjuiciado por orden del rey Enrique VII, acusado de alta traición y decapitado el 6 de julio de ese mismo año. Fue beatificado en 1886 y canonizado en 1935, por la iglesia católica, quien lo considera un santo y mártir.

Algunos construyeron en el pasado todo un modelo de ese tipo de sociedad maravillosa, que dejaron escrito para la posteridad como el filósofo y poeta italiano, Tommaso Campanella -1568-1629, en su tratado utópico “La Ciudad del Sol” publicada en 1623, en la que el autor expone su concepción de ciudad ideal. Es un dialogo entre un almirante genovés y el Gran Maestre de los Hospitalarios. El marino cuenta al caballero como se vio obligado a tocar tierra en la Isla de Taprobana, donde los indígenas lo conducen a “La Ciudad del Sol”, que está rodeada por siete murallas, dedicadas cada una a un astro. En la punta de un monte se encuentra el templo dedicado al Sol.

La organización de esta singular República es de carácter teocrático. Se mezclan los asuntos religiosos y públicos. Los ciudadanos de esta Republica filosófica, conocedores de que la propiedad privada engendra el egoísmo humano e incita a los hombres a enfrascarse en crueles luchas, han convenido en que la propiedad sea comunitaria. Todos los hombres habrán de trabajar pero los funcionarios serán los que harán la distribución de la riqueza. Hasta los actos más íntimos son en común en esta sociedad. Trata de una sociedad comunista ideal en la que el poder estás en manos de hombres sabios y sacerdotes. Con esto podemos ver cuán influyente fue la Iglesia en Tommaso Campanella. “La Ciudad del Sol” contribuyó a desarrollar la ideología progresista y estimular el desarrollo social.

Distopía

En oposición al concepto de utopía, existe el término “distopía.” Convergente con ella, esta la “ucrania”, esto es lo que no está en tiempo alguno

El concepto de “distopía” proviene de la cultura anglosajona. Fue acuñado a finales del siglo XIX John Stuart Mill -1806-1873-, filosofo, político y economista inglés, a partir de los vocablos del griego antiguo “malo” y “topos” “lugar, paisaje, escena”. Ambas palabras se basaron en el término acuñado por Tomás Moro procedente de “ou”, no, y “topos”, significando lugar que no existe y cuya utilización son en expresiones de sociedades perfectas o ideales.

Distopía o cacotopía son antónimos de utopía significando una “utopía negativa”, donde la realidad transcurre en términos antitéticos a los de una sociedad ideal, representando una sociedad hipotética indeseable. La mayor parte de las distopías describen colectividades que son consecuencia de tendencias sociales actuales y que llevan a situaciones totalmente indeseables. Surgen como obras de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos.

Las distopías guardan mucha relación con la época y el contexto socio-políticos en que se conciben. Por ejemplo, algunas disto pías de la primera mitad del siglo XX o a mediados de este siglo advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, del consumismo y del aislamiento. Encontramos obras como “Nosotros” del escritor ruso Yevgueni Zamiatin, 1884-1937; “1984” de George Orwell, 1903-1950; “Un mundo feliz” de Aldous Huxley,- 1894-1963- y “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, 1920-2012.

Ucronía

utopiaEl término “ucronia” fue acuñado por el filosofo francés Charles Renouvier, -1815-1903-, en el siglo XIX en su obra “Ucronía, La utopía de la Historia”, refiere que, así como utopía es lo que no existe en ningún lugar, ucronía es lo que no existe en ningún tiempo. Renouvier pretendía, por medio de un mythos, imaginar el desarrollo de la civilización occidental si el cristianismo y el despotismo, militar no hubiesen triunfado en el Imperio romano del Siglo II. Ucronía es una palabra elaborada por similitud a la utopía de Tomas Moro y está compuesta del griego “ou” -“no”- y “cronos” -“tiempo”, por lo que su significado etimológico sería “tiempo que no existe” o “tiempo que no existió”.

Se considera que la primera ucronía fue escrita por el Historiador Tito Livio -59 a. C – 17 d.C.- en uno de sus capítulos de la Historia de Roma desde su fundación, en la que relata una hipotética guerra entre el imperio de Alejandro Magno y Roma en el siglo IV a. C., sin embargo, el género no resurgió hasta 1836 con la publicación de “Napoleón et la conquete de monde”, 1812-1821, por Luis Napoleón Geoffroy Chateau.

Funciones de las utopías.

A pesar del carácter novelado de las utopías, a lo largo de la historia del pensamiento se le han atribuido funciones que van más allá del simple entretenimiento.

Las utopías consisten, básicamente, en la descripción de una sociedad imaginaria y perfecta, y aunque para muchos estudiosos la realización de este sistema sea imposible, algunos de los procedimientos que se exponen pueden aplicarse a posibles reformas y orientar la tarea organizadora de los políticos.

Aunque son obras de un autor determinado, a menudo se reflejan en ellas los sueños e inquietudes de la sociedad en la que el escritor reside. Por ello, para muchos ensayistas, las utopías no sirven tanto para construir mundos ideales como para comprender mejor el universo en el que vivimos.

Para algunos filósofos, el ser humano es esencialmente un ser utópico. El hecho de ser libres, de poder soñar con lugares mejores que el resto que nos rodea y de poder actuar en la dirección de estos deseos está íntimamente conectado con nuestra naturaleza utópica, por muy injusto y desolador que sea el propio entorno, siempre resultará posible imaginar y construir uno mejor.

Agustín de Hipona.

En “La Ciudad de Dios,” Agustín Hipona -354-430-, doctor de la Iglesia católica, máximo pensador del cristianismo en el primer milenio, concibe la utopía de una ciudad espiritual. Ésta habría sido según él fundada por Dios y en ella reinaría el amor, la paz y la justicia. Es la meta hacia donde se encamina la humanidad y está destinada a los justos.

El Renacimiento

Durante el Renacimiento se produjo un florecimiento del género utópico. La mayoría de los pensadores consideraban que la influencia del humanismo era la causa de este fenómeno. Es un período que se caracterizó por el auge de las artes y las ciencias, los cambios sociales y económicos. Estas transformaciones no fueron igual de positivas para todos, ya que ocasionaron enormes desigualdades entre unos miembros y otros de la sociedad. El más importante modelo de esta época es, indiscutiblemente, Utopía de Tomás Moro.

También pertenece a esta etapa la obra del escritor y humanista francés, François Rabelais, -1494-1553- quien escribió en 1532, su obra Gargantúa y Pantagruel: “Gargantúa a la edad de ochocientos cuarenta años y cuatro años, engendró a su vástago Pantagruel en su esposa llamada Badebec, hija del rey de los Amaurotas en Utopía, la cual murió de mal parto, pues la criatura era tan grande y pesaba tanto, que no pudo salir a la luz sin sacrificar a la que le parió”.

Y en el siglo XX, Julio Cortázar -1914-1984- en su novela “Rayuela” describe en varios capítulos la utopía de Ceferino Piriz, un uruguayo que quería ordenar al mundo, clasificándolo por razas, distribuyendo las armas proporcionalmente al territorio, y determinando las Corporaciones nacionales que debían componer un país ejemplar.

Utopias modernas

Para el politólogo y sociólogo alemán, contemporáneo, Arnhelm Neususs, manifiesta que las utopías modernas son esencialmente diferentes a sus predecesores. Desde esta perspectiva, las utopías modernas están orientadas al futuro, son teleológicas, progresistas y sobre todo son un reclamo frente al orden cósmico entendido religiosamente, que no explica adecuadamente el mal y la explotación. Así las utopías expresan una rebelión frente a lo dado en la realidad y propondrían una transformación radical que en muchos casos pasa por procesos revolucionarios como expresó en sus escritos Karl Mark.

La religiosa

La visión que tienen tanto el cristianismo el islam y el nirvana del budismo, respecto al paraíso es el de una utopía, en especial en las manifestaciones populares: la esperanza de una vida libre de pobreza, pecado o de cualquier otro sufrimiento, más allá de la muerte. Las utopías religiosas concebidas principalmente como un jardín de las delicias, una existencia libre de toda preocupación con calles cubiertas de oro, en una gozosa iluminación con poderes casi divinos.

Opiniones

El escritor francés Anatole France -1844-1924, al referirse a la utopía, señaló: “La utopía es el principio de todo progreso y el diseño de un futuro mejor.

José Ingenieros -1877-1925, médico, filosofo y sociólogo, expresó: “En la utopía de ayer se incubo la realidad de hoy, así como en la utopía de mañana palpitaran nuevas realidades.

El Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, -1927-2014-, en su novela “La hora mala”, publicada en 1962, manifestó: “yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra”.

El compositor español Joan Manuel Serrat, la menciona en un hermoso tema: “! Ay¡ Utopía, cabalgadura, que nos vuelve gigantes en miniatura. ¡Ay¡ ¡Ay¡ Utopía, dulce como el pan nuestro de cada día”.

Lo actual

La igualdad entre los hombres es la más grande de las utopías cuando se aspira a una irrealizable nivelación del talento y la sensibilidad. Lo es asimismo, la libertad, la más fantástica de las fantasías. Lo son la honestidad en nuestro medio. También lo ha sido hasta ahora la Filosofía, al pretender que cada sistema pueda valer para todos los tiempos y para todos los hombres. Incluso la razón es una admirable utopía.

Utópica es toda acción cuya intención inicial no puede ser cumplida en el desarrollo de su ejercicio y tiene que contentarse con aproximaciones, esencialmente contradictorias del propósito que las había iniciado.

Utopista es la persona que forma utopías o proyectos irrealizables. Son utopistas las gentes para quienes la política consiste en expresar sus íntimos deseos, y en creer que basta la voluntad para que se realicen.

Las utopías son difíciles de entender.

Quien las entiende es un loco.

De la utopía el mundo es todo lo contrario.

Pero nadie lo entiende tampoco.

 

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1 comentario
  1. laura Marcoccia dice

    Amiga, excelente artìculo. Hay que estudiar mucho para hacerlo. El mundo no cambia, es una utopìa pensar que los comunistas quieren a todos bajo sus piès trabajando y obedeciendo cuando ellos dicen administrar los bienes…..jeje. El mundo siempre serà de todos pero sòlo algunos….tienen el privilegio de dirigir ciertas cosas. La libertad no tiene precio y Dios nos las diò. Para mì, no hay nada màs importante que ser libre para escoger còmo voy a vivir y què hacer, siempre mirando para los lados y ayudar a todo el que pueda aunque sea enseñàndole algo que sea para su provecho. Asì como estoy orgullosa de tener una amiga tan sàbia como tù y que puedo aprender tanto. Un abrazo. Laura

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