VENEZUELA: ESPIONANDO LA REINA PEPIADA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Infórmenes ultrasecretos: papeles clasificados.
Querida Sophía:
No sabes la pena que me da la distancia que tomamos de tu nombre. Nuestro departamento de inteligencia –y me perdonan la exageración– ha determinado que al proceso lo que le falta es aquello que Nicolás Maquiavelo, progenitor de la ciencia política, llamaba Fortuna, es decir: suerte.

Cada vez que hemos retado a la naturaleza, ésta se nos alza; si buscamos un testigo, éste nos avergüenza; el único cura que logramos que nos brinde apoyo público y se retrate con el jefe, resulta impostor, un auténtico tumor, pues; por último, está lo del viaducto: basta que el jefe haya dicho algunos años atrás que el puente tiene arreglo, para que el bicho se venga abajo, casi como retando sus palabras
(Por cierto, este departamento recomienda incautar cuanto antes los archivos de las plantas televisoras, cuyo carácter subversivo es inocultable).

Hemos logrado un férreo control de la naturaleza humana: unos, por la vía de la convicción (los menos) ; y otros, por la vía del uti posidetis iuris. Quizá una de nuestras mayores exhibiciones de dominio sobre el alma humana y la conciencia individual la vivimos hace poco con un sonoro «!Uh Ah!». Claro está, que hay algunos grupos marginales que siguen ofreciendo resistencia, pero forman parte del porcentaje natural de tercos existentes en toda sociedad.

Hemos potenciado con éxito nuestra naturaleza adulante y corrupta. Pero aquellas cosas que no tienen conciencia tasable, estilo puentes, carreteras, montañas, ríos, etc., se han desatado de una manera incontrolable y a ellos sí que no pueden abrírseles procesos judiciales de amedrentamiento.

Lo último ha sido lo de la reina pepiada, un inocente plato del que nadie podía sospechar deslealtad y en el que nuestro departamento ha encontrado una expresión del más rancio imperialismo; nunca tan bien dicho.

A partir del seguimiento montado al embajador de los Estados Unidos, cuyos vínculos con el imperialismo yanqui ya nadie pone en duda, empezamos a notar una extraña preferencia de los altos funcionarios norteamericanos por la arepa del relleno conocido popularmente con el nombre de reina pepiada. Aquello nos pareció, en principio, inocente, pero nada con los gringos es casual: por estas mismas razones, se aperturó un procedimiento investigativo a la popular tostada, encontrándose el hallazgo de la presencia de sustancias productoras de adicción por la american way of life.

Principal sospechoso: la CIA. El aguacate (persea ¡americana!), ingrediente fundamental del popular plato, tiene un innegable acento mexicano y no olvidemos que la cercanía de México con los EEUU lo hace nuestro enemigo. La gallina (gallus gallus) viene con la conquista española y trae la carga de toda su violencia –no olvidemos que a las gallinas se las beneficia torciéndoles el pezcuezo–. La mayonesa (mahonnaise) se debe nada menos que a la batalla de Mahón, comandada por el cardenal Richelieu –el de los tres mosqueteros–, un auténtico demonio con sotana, peor aún que Castillo Lara.

El ajoporro, el diente de ajo, la cebolla y el limón (allium porrum, allium sativum, allium cepa y citrus aurantifolia, respectivamente) son ingredientes que remiten a actividades de brujería. Todo ello bajo la influencia del imperialismo portugués, a través del cual la Agencia regenta las areperas.

Hemos descubierto que la reina pepiada es la causante del adormecimiento de esta sociedad durante los cuarenta años del puntofijismo, al sintetizar una serie de sabores que estimulan la subordinación a los dictámenes de la CIA. Recomendamos que de manera inmediata dicha variedad de tostada sea prohibida, y los dueños de areperas, aliados de Brownfield, deportados junto al embajador.

Si se acatan nuestras recomendaciones, la estabilidad del gobierno estará garantizada para que pueda continuar su magnífica labor de seguir beneficiando a toda la sociedad.

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Humorista venezolano. Artículo publicado en la revista opositora caraqueña Tal Cual.

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