Venezuela, la oposición y Amuay: entra en escena san Capriles

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Nada nuevo bajo el sol. Solo un ingenuo podría pensar que la derecha no iba tratar de sacar provecho de la tragedia de Amuay. En esto no vamos a insistir hoy, ya el lector debería saber de sobra cuál es la conducta carroñera de estos canallas. | NÉSTOR FRANCIA.*

 

Antes de emprender en algo este intento, establezcamos de una vez que estamos entre quienes tenemos una honda sospecha de que lo ocurrido en Amuay no fue un accidente, sino un sabotaje. Pero esto no podemos afirmarlo a rajatabla, pues el gobierno ha emprendido una investigación que tenemos el deber de respetar, así que es menester esperar los resultados.

 

Vayamos, pues, a lo nuestro: el análisis político. La campaña de la op∫åosición ha venido adelantando una estrategia donde cada cual juega un papel dentro de un esquema de división del trabajo. Quizá los derechistas no sean tan coherentes en las puntadas finas, pero sí lo son en las líneas gruesas, y en ese sentido han aplicado el método consuetudinariamente. Dentro del esquema de la campaña opositora, se trata de que el candidato presente un traje impoluto y no muestre ni un poquito de mugre en la camisa.

 

Del esquema se ha venido saliendo un poco el majunche debido a la desesperación en que anda, pero siempre habrá entre sus asesores quien lo llame a capítulo. En ese contexto, vemos como las declaraciones del candidato sobre lo ocurrido en Amuay han sido hasta ahora “comedidas”, “moderadas”, “compungidas”, “solidarias”. El hombre de la “unidad”, la “reconciliación” y la “paz” no puede hacer otra cosa.

 

Asume su papel de ángel anunciador de la buena nueva y deja que otros se comporten como el demonio que realmente es él, aunque se esfuerce por esconder la puntiaguda cola. Es por eso que emite declaraciones como estas:
“Estamos muy atentos y en comunicación permanente con nuestro estado Falcón, hemos conversado con familiares de las víctimas y heridos… Somos un pueblo con una gran fe y Dios nos dará la fuerza necesaria para superar estas dificultades…
«Nuestra Venezuela nos requiere unidos para superar estas dificultades, el proceso de recuperar nuestro país se iniciará muy pronto”.

 

El trabajo sucio lo están haciendo otros, mientras el candidato sigue vendiendo sus baratijas de hipocresía. Los voceros políticos y los opinadores se han lanzado como jauría sobre Chávez, el ministro Ramírez y PDVSA. Los ejemplos sobran, como el de Eddie Ramírez, el criminal saboteador y meritócrata, uno de los principales responsables del sabotaje petrolero de 2002-2003, quien afirmó que la explosión ocurrida en Amuay este sábado es producto del “descuido en los protocolos de seguridad de PDVSA, que se ha evidenciado en la cantidad creciente de accidentes que ha habido en los últimos años”.

«A propósito de esa declaración de Eddie Ramírez, la derecha trata de rescatar de una vez a los meritócratas de la vieja PDVSA y de preparar el terreno para un regreso triunfal en caso de una hipotética victoria de Capriles o el éxito de alguna conspiración. Uno de sus objetivos es contraponer una supuesta idoneidad técnica de aquellos traidores contra las “incapacidad” de la PDVSA revolucionaria.

 

En tal sentido, Oswaldo Alvarez Paz escribió:
“Se presume que en todo el complejo refinador de Paraguaná y en todas las actividades de la industria petrolera y petroquímica, trabaja gente seria, competente, que tuvo tiempo de prepararse después del genocidio laboral cometido entre 2002 y 2003. Más de veinte mil compatriotas de primera perdieron trabajo, prestaciones, viviendas, ganando desolación e incertidumbre por razones estrictamente políticas.
«En PDVSA ha sucedido lo mismo que en el mundo militar y en las empresas básicas de Guayana. Se cambió la meritocracia por la lealtad perruna. Allí está una de las consecuencias más graves y dolorosas”.

 

Es significativo el parecido de la actual reacción opositora generada por la tragedia de Amuay con la que originó la vaguada de Vargas de 1999. Entonces, jerarcas católicos y algunos opinadores se refirieron a un supuesto castigo de Dios contra el pueblo, un divino ajuste de cuentas contra la mayoría chavista.

 

He aquí lo que dice ahora el periodista contrarrevolucionario Manuel Malaver:
“Si el comienzo de los 14 años de chavezato tuvieron (sic) como sello aquella tragedia de Vargas que aún provoca escalofríos en el inconsciente colectivo nacional, el final tendrá también el tatuaje de los desastres naturales de los últimos días que dejan en millones de venezolanos la certeza de que una suerte de inmerecido castigo divino destrozó sus vidas y les legó un futuro con difíciles posibilidades de recuperación. ¿Qué hicimos, cómo y en qué pecamos?”.

 

Con razón ayer Chávez, en su visita solidaria a Amuay, hizo referencia a los curas realistas que adjudicaron el terremoto de marzo de 1812 a un castigo divino contra los patriotas, lo que dio pie a la célebre frase de El Libertador: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

 

Otros escuálidos han opinado en tono parecido, como José Toro Hardy, quien fue directivo de la vieja PDVSA, Antonio Ledezma, Carlos Vecchio, la MUD, el Comando Venezuela. Mientras Capriles habla como un santurrón, sus compinches políticos se encargan de prender el ventilador de porquerías contra Chávez, PDVSA y la Revolución.

 

El otro frente en esta división del trabajo contrarrevolucionario lo constituye, no podía faltar, la canalla mediática, encargada de poner el ingrediente terrorista en el cambote, con grandes titulares, y énfasis en rumores y malas noticias.

 

Como el titular de El Nacional de ayer: “Amuay, campo de muerte”. Es significativo como un infiltrado de la contrarrevolución en el seno de la clase obrera petrolera, José Boada, repite la misma frase en entrevista que le hizo presurosa Globovisión:
“La industria petrolera se está convirtiendo hoy en un campo de muerte”.

 

El terrorismo mediático minimiza la acción rápida y efectiva del Gobierno Nacional, de PDVSA y de la Guardia Nacional Bolivariana después de la explosión, así como la actividad del Poder Popular, la comunidad y, señaladamente, de los consejos comunales de la localidad. Esas son las tres divisiones del ejercito público contrarrevolucionario: el santón Capriles, los “técnicos” y “políticos responsables” de la oposición y los terroristas de la canalla mediática: así se construye matrices, se busca votos en elecciones y se trata de sacar el máximo provecho del dolor y de la muerte.

 

Ante el embate de los zamuros de La Barrosa, Chávez ha levantado, en un comunicado, la bandera del amor y la solidaridad, destacando de nuevo su luz en medio de la oscuridad, una de las cosas que lo ha mantenido y lo seguirá manteniendo en el corazón del pueblo, a pesar de los pesares:
“Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa, decimos con Bolívar. Nada más necesario en esta mala hora que la unidad solidaria entre todos los venezolanos y venezolanas: he allí la más sólida garantía para recuperar la tranquilidad colectiva, mientras socorremos a los heridos y atendemos los males mayores que causó la explosión. En este sentido, pido que se deje a un lado cualquier intención mezquina; pido respeto para el dolor de los familiares de las víctimas y para la tristeza de quienes nos condolemos con nuestro pueblo por tan duro golpe”.

 

Creemos que nuestro pueblo sabrá contrastar estas dos actitudes asumidas ante la dolorosa tragedia y castigará a los canallas que la utilizan para sus oscuros fines. Sigamos adelante con el faro de la verdad y tengamos confianza en el pueblo heroico que frenó a los oscurantistas en abril de 2002 y en el sabotaje petrolero posterior.

 

Para hoy habíamos previsto un análisis más o menos extenso del programa de gobierno de la MUD, dado que ahora ellos niegan la autoría del documento que mostró David De Lima en Venevisión. Queremos demostrar que no importa si el “documento De Lima” es auténtico o no. De todas formas el programa oficial de la MUD dice exactamente lo mismo. Pero ocurrió lo que sabemos, así que probablemente mañana abordaremos ese análisis, si las circunstancias lo permiten.
——
* Periodista.

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