«Vengan de dónde vengan»

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La magnitud en que giró la política chilena al caer la noche del jueves 4 de octubre quizá no sea medida por los opinantes en boga; pero sus efectos sí los advertirán aquellos convencidos todavía de que el voto es una conquista y una herramienta política que debe ser preservada y utilizada.
Manejó la escuadra y el compás un tipo vestido de oscuro.| LAGOS NILSSON.

 

No alto, ni rubio ni atlético —¡vamos, en ningún caso un posible invitado a un reality!—, es Marco Enríquez-Ominami, pues a él nos referimos. Audaz (no se le puede negar esa cualidad o ese defecto) dijo, como para calentar motores:
«Quiero ser el presidente del cambio y de todos, vengan de donde vengan».

 

Nótese: «Quiero», dijo, no dijo «seré»; manifestó voluntad; algo simple, directo, no hipócrita (en Chile la no hipocresía augura problemas).
Nótese: «Vengan de donde vengan», dijo; algo que sin duda será interpretado de mil maneras diferentes. Dirán desde que mete mil gatos en celo en la misma bolsa, hasta que hace un llamado ¿populista? al connubio entre burguesía, desplazados y marginales por igual.

 

Es «el MEO» que ayer nomás llevó las flores símbolos hasta la efigie de Allende; el único de los políticos emergentes (jóvenes) que osó —porque hay que ser osado para llevar una muestra de respeto a Allende— reconocer en el presidente mártir una figura trascendente.

 

Los gestos o tienen una contraparte concreta o se desvanecen como la mueca que de otra manera únicamente son. Lo que me lleva, o trae, a otro rincón del tablero.

 

Hubo dos o tres generaciones para las que el octubre rojo —los hechos históricos, no el submarino de la novela hecha película— fue una alborada; mucho después —en medida humana— para otras generaciones el sol salió por Sierra Maestra, por Playa Girón (y tal amanecer todavía busca su exacta geografía). Era un mundo de cometas, eclipses y arreboles.

 

Que en Chile terminó con el balazo que voló los sesos del presidente Allende y con el general que no se debe nombrar cuando hay niños cerca convertido en el Rasputín de los castrados.

 

Fue coherente MEO en el Caupolicán cuando dijo
«La educación será mi primera prioridad, y será gratuita».
Eso no es un programa de gobierno, cierto, eso es recuperar la memoria del país: «Gobernar es educar», fue la consigna, a fines de los años treintas. A partir de ese convencimiento se construye:
«La educación será en mi gobierno la primera, la segunda y la tercera prioridad, y será la educación gratis, para todos y todas».
(¿Qué dirán en lo que fue alguna vez el Partido Radical?).

 

No se trata de encontrar mensajes bajo el poncho (como si fueran corvos) enviados por un candidato que de verdad está «fuera del sistema», que si quisiéramos encontrarlos, pues, ahí están. Algunos son sarcásticos, como la alusión a los que esperan el avión de Bachelet o aquel otro, más profundo, cuando se refiere a las familias que son la sociedad, y en las que no reconoce diferencias por razón de género.

 

Un discurso de lanzamiento de campaña en rigor no es más que el envoltorio de la caluga [dulce de cacao, vainilla y leche o frutal] que la ciudadanía deberá, como si fuera un vino, catar. No obstante, un discurso político siempre tendrá como eje la caracterización del Estado y la cuestión de la soberanía popular. Cuando tales asuntos huyen de la superficie, entonces, hablamos de demagogia, concepto que hoy se ampara bajo el término populismo.

 

MEO no parece un demagogo. No es demasiado a su favor, pero es mucho en contra de sus adversarios y eventuales contendientes por la Presidencia. Por ahora conviene recordar una frase que, quién sabe, podría serle representada más adelante: «Me niego a esperar la caridad de todos los años de las grandes empresas en la Teletón. Los discapacitados necesitan más».

 

Y otra para «el bronce» de la circunstancia: «La Concertación cree que porque gobernó 20 años merece seguir gobernando, la derecha nos dijo que en realidad iban a poder apurar los cambios y fracasaron [los derechistas]».

 

En fin… o es un giro en la política chilena o es más de lo mismo en mejor envoltorio. Se reciben apuestas.

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1 comentario
  1. Alejandro Suarez dice

    La politica es una ciencia y como tal no trata de apuestas: Marco Ominami es mucho mas de los mismo….el mismo zorro con diferente pelaje.

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