11 setiembre 1973 / 11 setiembre 2012: La Moneda en llamas

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Hay días que marcan a fuego a las sociedades humanas, fechas inscritas para siempre en la memoria de los pueblos. Archivos, documentos y monumentos registrarán aquel acontecimiento para las nuevas generaciones. Cada pueblo conoce y reconoce esa calendariedad que constituye, ni más ni menos, su propia historia.| ÁLVARO CUADRA.*

 

El once de septiembre de 1973 pertenece, por derecho propio, a aquellas fechas trágicas de nuestro país. Una fecha que vive todavía en la memoria viva de muchos, víctimas y victimarios.

 

La Moneda en llamas mientras los jets revolotean sobre el centro de Santiago y la radio transmite marchas militares. El presidente Salvador Allende se dirige a los trabajadores por una de las últimas radioemisoras libres, cuatro generales inician un golpe de Estado contra el gobierno constitucional. La soldadesca se despliega en todo el territorio, lo que se empezó en Valparaíso se convierte en un férreo control de patrullas y destacamentos en cada ciudad.

 

Se inauguran muchos centros de detención: estadios deportivos, regimientos, escuelas. Se instituye una voz única a través de los medios de comunicación, la voz de los triunfadores.

 

En muchas esquinas de la ciudad se repiten dantescas escenas, cadáveres de jóvenes estudiantes apilados en el suelo salpicados de rojo sangre, como si unas flores brotaran de sus camisas, cientos de libros incinerados ante la risa de algunos, muchos cuerpos cubiertos de hojas de periódicos dispersos en calles céntricas, otros cuerpos flotan a orillas del río Mapocho.

 

La ciudad está prohibida, un “toque de queda” precede la noche en que serán allanados los barrios populares. Un silencio sepulcral se apodera de las ciudades de Chile, apenas interrumpido por ráfagas de ametralladoras o algún lejano helicóptero.

 

La televisión nos muestra a los cuatro uniformados que pusieron fin al gobierno de la Unidad Popular. Con marcado tono militar, acusan, justifican, amenazan. El presidente de la Corte Suprema ha declarado que el golpe ha sido un acto de legalidad ante un gobierno inconstitucional y varios ex presidentes celebran el Golpe de Estado.

 

Esa misma noche, los “Huasos Quincheros” cantan entre risas en alusión a las últimas horas del presidente Allende. Chile recibe a los vencedores de la jornada con casas embanderadas obligatoriamente. Los estadios, muchos regimientos y escuelas están repletos de detenidos a través de todo el país.
Ha comenzado una dictadura militar.

 

La Moneda en llamas ha sido una metáfora de lo acontecido en nuestro país desde aquel triste día de septiembre. Un edificio en ruinas, tal como todo el andamiaje democrático republicano que enorgulleció a Chile durante gran parte del siglo XX. Un edificio que años más tarde sería reconstruido con la misma fachada como una “simulación” casi perfecta de lo que fue, tal como nuestra propia “democracia” que guarda las formas de antaño, pero sin poder disimular su mentira, su carácter degradado de “pastiche” o remedo de aquella forma histórica que conoció nuestro país.

 

Surge una sospecha todavía más inquietante y tenebrosa. Tras lo acontecido hace casi cuatro décadas cabe preguntarse si acaso La Moneda ha dejado de arder. A primera vista la interrogante puede parecer ociosa, sin embargo, la cuestión es radical y quiere subrayar el hecho de que el asedio y la usurpación al poder de la soberanía popular representado en la casa de gobierno no ha cesado desde entonces.

 

Seguimos bajo el “estado de excepción”, La Moneda sigue ardiendo entre volutas de humo desde entonces y sus llamaradas alcanzan a los movimientos sociales en Araucanía y a los movimientos estudiantiles en las calles de nuestras ciudades.

 

Las llamas de La Moneda no son solamente la imagen de un espeluznante pasado. Se trata más bien de un presente, un “ahora de Chile”, en que las llamas de ese averno siguen calcinando nuestra vida cotidiana.

 

Todavía, entre nosotros, un “toque de queda” nos impide recordar; todavía muchos cadáveres no encuentran su tumba; todavía la impunidad de tantos; todavía la ley escrita por el general prescribe nuestra vida, todavía tanto olvido y tanta mentira.

 

La Moneda arde todavía en el dolor que permanece obstinado en el corazón de muchos compatriotas.
——
* Semiólogo.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. Universidad de Artes y Ciencias (ARCIS), Chile.

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4 Comentarios
  1. Jenny Schnake dice

    No me queda nada que agregar a estas crónicas del terror de un país, lamentablemente no sé hasta cuando deberemos seguir aguantando semejante falta de respeto con la gente, con los estudiantes y con todo el que decida manifestarse en pro de sus derechos. No sé que mas tiene que pasar para que de una vez por todas pueda reinar el respeto hacia las personas y sus derechos. Me uno a Luis en presentar mis respetos a las familias de los desaparecidos y a la fortaleza que han tenido durante estos años.

  2. Luís dice

    Aunque duele tanto lo que hemos pasado tanto argentinos como chilenos, creo que Álvaro Cuadra, como también Antonio Casalduero Recuerdo, han dado una crónica conmovedora de los tristes acontecimientos vivídos en Chile, por tal motivo no me cabe agregar nada, sólo enviar mi respetuoso saludo a familiares de desaparecidos.

  3. Enrique dice

    El pueblo armado
    no va a ser aplastado
    MIR MIR MIR
    Enrique Copenhague

  4. Antonio Casalduero Recuerdo dice

    Siendo yo muy joven aún, oí afirmar a un obrero veterano, a pocos días después del golpe, que el país retrocedería como treinta o cuarenta años en sus derechos y conquistas alcanzadas. Yo pensé en ese momento que estaba exagerando, que magnificaba los efectos del golpe. Hoy -a punto de conmemorar cuarenta años de la tragedia- vendría a comprobar dolorosamente las palabras de aquel trabajador, y para peor, creo que se quedó corto en la estimación de años que profetizó tan tempranamente, apenas una o dos semanas más tarde. Pero tampoco hay que perder de vista que los militares chilenos no fueron más que los que hicieron el trabajo sucio -aunque después les haya quedado gustando profitar de los beneficios del poder absoluto-, sino que los verdaderos y auténticos gestores del golpe fueron los Estados Unidos, ellos financiaron y diseñaron el golpe, lo cual a la fecha está fuera de toda duda. De muestra un botón: antes de transcurrido un año, Pinochet pagó el dinero que pedían las cuatro mineras ex-propiadas por Salvador Allende y ratificado en su momento por el Pleno del Congreso Nacional. Sólo más tarde el proyecto de sociedad post-golpe se ampliaría y Chile sería usado como laboratorio para llevar a la práctica las doctrinas del Neoliberalismo, de tal forma que Milton Friedmann planificó una economía abierta al mundo, a tal extremo que hoy Chile es uno de los campeones de tratados de Libre Comercio a nivel mundial. Obviamente que el costo ha sido altísimo: generaciones completas de familias depauperadas, empobrecidas, cesantes, la miseria se extendió y profundizó a las capas sociales menos favorecidas, el 40 por ciento de la población se mantuvo en una pobreza que amenazaba con convertirse en endémica, sistémica, casi vitalicia, la que duraría por años y años. Un largo camino ha significado lograr arribar a buen puerto, pero ha sido a costa de una sociedad segregada, altamente inequitativa, con una inhumana ditribución del ingreso, con una brecha gigantesca entre ricos y pobres, un sistema calificado por el Papa como «capitalismo salvaje», cuyos ingredientes narcóticos esenciales para adormecer a la población para conseguirlo, han sido una intensa dosis de fútbol televisivo, teleseries permanentes, emisión constante de películas esquemáticas norteamericanas (FBI, Cannon, Misión Imposible, Yo soy espía, Archivos Secretos, etc), unido a una farándula criolla que atenta contra la inteligencia del espectador común, lamentablemente otros ya fueron cooptados y embrutecidos por el futbol, y que hoy se han transformado en esclavos y en drogo-dependientes de la televisión. Sin ir más lejos, el mismo día de la conmemoración del Golpe Militar se juega un partido de fútbol entre las selecciones de Chile y Colombia. ¿Cree usted que esta programación hecha por los empresarios del fútbol haya sido una coincidencia, una simple casualidad, que no se dieron cuenta? Este reportaje de Álvaro Cuadra es acertado en muchos puntos, pero deja de lado otros que sí son muy relevantes, se queda corto en sus apreciaciones, es insuficiente en la reflexión aportada, no así en los datos. Tal se deba a la limitación del espacio concedido… El actual despertar de los estudiantes -desde el año 2006- es un aliciente poderoso que nos lleva a concluir que no todo está perdido, que la vida misma ha sido más fuerte. La lucha por la gratuidad y equidad de la educación es una consigna poderosa que mueve multitudes, moviliza a miles y miles a través de todo el país, convirtiéndose en un movimiento transversal, que une a profesores, trabajadores, mineros, empleados de supermercados, aunque los medios comunicativos la deformen, tergiversen, calumnien, se limiten a editar únicamente aquellos actos violentos, o incluso a veces la ignoren. Los dirigentes han ido cambiando en el tiempo (María Jesús Sanhueza, César Valenzuela, Camila Vallejos, Giorgio Jackson, Gabriel Boric, Titelmann, etc.), pero el objetivo perseguido sigue en pie, permanece intacto; el gobierno ha tenido que ir cediendo poco a poco, trasladó el crédito únicamente al BancoEstado, reduciendo el interés a un dos por ciento anual, pero los movilizados arguyen que no es suficiente, ellos exigen gratuidad total, no a medias ni menos «en la medida de lo posible», sino total, sin discriminación ni segregación. No hay duda de que el objetivo a la larga se logrará. El sistema nunca regala nada ni otorga nada gratuitamente, sin pedir algo a cambio, por ello es preciso luchar para conseguirlo. Quienes no nacieron con la marraqueta bajo el brazo deben bregar en la vida para conseguirla.

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