¿Por qué la vergüenza?

27

 

La vergüenza es uno de los aspectos de la socialización en cualquier colectividad. Se caracteriza como un procedente legal al representar la conducta básica de castigo y corrección de determinados comportamientos.

Como emoción humana, ha sido objeto de estudio y reflexión a lo largo de la historia, por diferentes civilizaciones y épocas otorgándole distintos significados y manifestaciones. Desde la cultura de la vergüenza en la antigüedad, donde la pérdida de reputación era irreversible, hasta las prácticas modernas de humillación pública, ha sido una herramienta de control social y un motor de comportamientos individuales.Indignación ciudadana ante la desvergüenza - Aieteko Bizilagunen Elkartea

La palabra vergüenza proviene del latín verecundia es la turbación del ánimo, que suele encender el color del rostro, ocasionada por una falta cometida, o por una acción deshonrosa y humillante, propia o ajena, dejando en evidencia a aquel que lo padece. Al sentir vergüenza tendemos a evitar el contacto visual o cambiar la mirada de dirección. Tensión muscular: Especialmente la de músculos, espalda o manos. Nos encorvamos: nos encogemos y adoptamos posturas para hacernos menos visibles.

La vergüenza también  nos señala qué es lo correcto y aceptable dentro del grupo social al que pertenecemos y nos permite asumir las reglas sociales como propias. Vergüenza ajena es la que se siente por la falta y el ridículo cometido que hace otra persona.

Al revés, un sinvergüenza es aquel que no tiene decoro o cuya moral o falta de ella no le impide cometer faltas éticas. ¡Que ciudadano no siente vergüenza de tener representantes suyos a personas carentes de sentimientos de dignidad y honestidad!

La vergüenza ha sido una herramienta utilizada a lo largo de la historia en diversos contextos, desde castigos públicos hasta la expresión de emociones  individuales y la búsqueda de adaptación social. En la antigua Grecia, especialmente en la época de Homero, el temor a la desaprobación social era más fuerte que el castigo divino. La pérdida de prestigio era una herida existencial.

Damnatio Memoriae. A Latin phrase literally meaning Condemnation of ...En Roma, la damnatio memoriae (literalmente «maldición de la memoria») se consideraba la medida más extrema para reprobar a los tiranos como Nerón o Calígula, era un valor social muy importante, especialmente en la esfera pública y política. Un comportamiento que causara vergüenza podía llevar a la pérdida de prestigio, al ostracismo social y, en casos extremos, a la muerte. El procedimiento incluía el borrado de sus nombres de los edificios públicos y la remoción de cualquier efigie pública dedicada a su memoria, así como funerales de deshonra.

El Génesis, primer libro de la Biblia, nos habla de que Adán y Eva estaban desnudos en el paraíso y no sentían vergüenza, porque Dios los creo inocentes y puros, pero cuando la serpiente los engañó por comer del árbol de la fruta prohibida, se dieron cuenta de su desnudez y se cubrieron con los arbustos. Dios llamo a Adán: ¿dónde estás? El respondió: “oí tu voz en el jardín, y tuve miedo porque estaba desnudo, me dio vergüenza y me escondí”.

Algunas civilizaciones, como la japonesa tradicional, son culturas de la vergüenza, donde la pérdida de reputación es casi irreversible. En el siglo XIX el biólogo Charles Darwin afirmó en su tratado sobre “La expresión de las emociones en el hombre y los animales” que la vergüenza se manifestaba mediante rubor facial, confusión mental, vista caída, una postura descolocada y cabeza baja, y observó síntomas similares en diferentes razas y culturas.

¿Hemos perdido los seres humanos la vergüenza? No se tiene ni se siente ya a ningún nivel ni en sitio alguno. No aflora ya en casi nadie, ni se produce, ni se experimenta, ni se manifiesta en nada, esa sensación de turbación del ánimo, producto del miedo a la deshonra, del temor a la crítica, al ridículo y a saberse reo. Ya nadie se sonroja ni se perturba ante el descrédito y la culpa, ni reacciona y se defiende ante un ataque o un reclamo, injusto o justificado.

El rubor y el sentirse abochornado han sido sustituido por la impavidez, por la impudicia, la desfachatez, el cinismo, el desparpajo y el descaro. Y puede sin dudas afirmarse lamentablemente que una  sinverguenzura aceptada, cómoda y cómplice, e institucionalizada, ha pasado a ser característica esencial e ingrediente básico del alma, del carácter y la conducta de algunos individuos.

Existe una desvergüenza ostentosa, descarada, otra encubierta, disimulada y disfrazada bajo una aparente indiferencia, con una resignación que se piensaImpuestos: la desvergüenza cotidiana | El Viejo Topo muy loable, con una paciencia digna de encomio, con una discreción que vuelve admirable a la desidia. Es la desfachatez que lleva a muchos a transigir, a aceptar, a soportar, a disculpar y aguantarlo todo sin que nada importe, sin molestarse, sin exigencias, sin reproches, lamentos ni quejas.

Es tal el deterioro, y el desmoronamiento ante tanta desvergüenza, que existe la sinvergüenzura que se admira, se aplaude y se premia y se encumbra al desvergonzado muy alto mientras más sinvergüenzas es. Es la sinvergüencería que impide que se nos caiga la cara de vergüenza ante la manifiesta incapacidad para hacer frente adecuadamente a nuestros problemas internos y darles solución, en tanto que nos constituimos en censores analíticos de los problemas que confrontan otros y en expertos para resolverlos.

Es la que permite, sin que nadie se muera de vergüenza; los vicios administrativos, los privilegios y los privilegiados de turnos. La misma que soporta la forma vergonzosa como se incumplen los deberes y como se violan y desconocen los derechos.

La vergüenza ha acompañado al hombre como a su sombra a lo largo de la eternidad. El filósofo chino, Confucio, 551-478 a C, señala: “Un caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus actos”. Por su parte, Hesíodo, poeta griego, S.VIII. a C, manifestó: “La vergüenza viene en ayuda de los hombres o los envilece”. Aristóteles, filósofo griego, 384-322 a C, sentenciaba: “La vergüenza y el rubor son indicios inequívocos de la presencia del sentimiento ético”.

El escritor español, Baltasar Gracián, 1601-1658, dijo: “Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos”. George Bernard Shaw, 1856-1950, escritor irlandés, opinó: “cuando un hombre estúpido hace algo que le avergüenza, siempre dice que cumple con su deber”.

Los eventos más vergonzosos de la historia tuvieron lugar, uno a fines del Siglo XIX con los campos de extermino creado por los británicos durante la guerra de los Boers en Sudáfrica. El otro fue en el siglo XX durante la segunda guerra mundial en cuanto los alemanes copiaron la idea de los británicos. Sólo que las víctimas de los campos de concentración en Alemania y Polonia pasaron de seis millones.Así se vivió la primera liberación de un campo de concentración nazi ...

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos, lanzó en Hiroshima, en Japón, la primera bomba atómica de la historia contra seres humanos, causando la muerte de más de 100 mil personas.

Otra vergüenza histórica, fue “el Macartismo o la Caza de brujas”, iniciado en 1950 por el senador Joseph Mc McCarthy, de Estados Unidos”, cuando emprendió la terrible “caza de brujas”, contra funcionarios del gobierno, actores, militares, entre otros, acusados por él como simpatizantes del comunismo, hundiendo sus carreras profesionales y en algunos casos muchos de ellos por no aguantar la presión pondrían fin a sus vidas.

La expresión “Muro de la Vergüenza”, es el apelativo con que han bautizado varios muros fronterizos construidos en los Siglos XX y XXI, en el mundo. El término se utiliza de manera variada, con grados muy diferentes de aceptación, para avergonzar a sus constructores o para describir la vergüenza que sufren los afectados por la erección del muro.

El nombre se utilizó por primera vez en 1961 tras la construcción del muro que separaba Berlín Occidental de Berlín Oriental por parte del gobierno de la entonces República Democrática Alemana, denominado por este “Muro de protección antifascista”; los berlineses lo llamaban “Muro de la Vergüenza”.

Todavía existen personas que tienen la ética como bandera y que confieren dignidad a su función. Individuos para quienes la vergüenza representa un límite intranspasable. Hombres que hacen pensar que no todo está perdido. Personajes como Richard Nixon, 1913-1994, a quien la vergüenza obligó a renunciar a la Presidencia de los Estados Unidos. O como los japoneses que llegan a suicidarse por no poder soportar la vergüenza pública. O como aquellos que llegan a poner la dimisión inmediata de altos cargos por sus actos vergonzosos.

Son muy escasos los que tienen vergüenza, temen la vergüenza propia, sienten la vergüenza ajena y resienten la frecuencia con que otros les hacen pasar tanta vergüenza.

Y por último, “La Vergüenza”, es también una película en blanco y negro dirigida por el cineasta sueco Ingmar Bergman, estrenada en 1968.

También podría gustarte

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.