2012, asuntos para reflexionar: receta para al desastre
A pocos sorprendió la exclusión de la ciencia y de los avances de las investigaciones sobre el agudo deterioro climático en la reciente COP-17 realizada en Durban, Sudáfrica. Como en los cónclaves de Copenhague y Cancún, los principales contaminadores, encabezados por Estados Unidos, bloquearon toda medida y compromiso vinculante efectivo. | JOHN SAXE-FERNÁNDEZ.*
También se incomodan con la avalancha de evidencia científica sobre los efectos ambientales y socio-económicos del actual patrón tecnológico-energético, centrado en mercantilizar y especular con los recursos naturales y aún con la atmósfera por medio del mercado de bonos de carbono.
Los cabildeos ahogan el interés público, nacional e internacional, en favor del poder de grandes firmas dedicadas a explotar y lucrar con la quema de combustibles fósiles y la máquina de combustión interna; la manipulación genética; la explotación mineral, metálica y forestal; los biocombustibles; la nucleoelectricidad y las industrias bélicas.
En Durban prosiguió el business as usual impulsado por el «lobby» fósil (carbón, gas, petróleo), orientado al debilitamiento o reversión —como ocurrió con el retiro de Canadá del Acuerdo de Kyoto—, de todo acuerdo vinculante con la reducción de gases con efecto invernadero (GEI).
Este oscurantismo suicida, que evoca episodios inquisitoriales con su negación de los efectos ambientales del patrón capitalista, centrado en la expansión sin límite, se fortalece, sólo que ahora las consecuencias están a la vista y afectan a millones: con mayor frecuencia, extensión e intensidad de huracanes, inundaciones, sequías y devastadores incendios forestales.
En Estados Unidos senadores y diputados, receptores de abundantes fondos del cabildo fósil (Exxon-Móbil, Chevron, Valero, Duke, Koch, Edison, Southern Coal, etcétera), quienes desde 1999 al presente han acumulado unos 114 millones de dólares en “donaciones”, desplegaron en 2011 una ofensiva contra cualquier regulación ambiental,