Macri quiere empezar de nuevo… ¿no será tarde?

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Después del zafarrancho de la semana pasada, Macri y “el mejor equipo de los últimos 50 años” se hacen los distraídos y quieren convencer que ¡no ha pasado nada!

Lo que el gobierno llamó “turbulencias” estuvieron cerca de ser un tifón. Al rancho se le volaron las chapas, Mauricio Macri y demás inquilinos que ahora quieren aparecer sonrientes y tranquilos estuvieron al borde un ataque de nervios. Es que la cosa no era para menos. Se sintieron traicionados. Quienes habían sido notoriamente favorecidos ahora sacaban enormes ganancias. No les importó la suerte de quienes los habían privilegiado y que ahora estaban en la cuerda floja producida justamente por aquellos beneficiados.

¡Así de cruel es el capitalismo y la avaricia por mayor ganancia! Los grandes grupos financieros olieron sangre y fueron a esquilmar al Estado aprovechando la debilidad de quienes deberían defenderlo, no digamos por patriotas pero sí –por lo menos- porque ese Estado les paga los sueldos.

De todas maneras que nadie se llame a engaño, la cuestión no terminó, sino que empezó otro proceso. Ahora el Presidente ya no tiene “el tiempo de gracia” con el que cuentan todos los presidentes recién llegados. Ahora viene de un fracaso, bastante estrepitosos y en el punto más fuerte que tenía: el apoyo de los agentes de poder extranjero. En ese mundo interaccionan dos tipos de intereses: Los estatales y los puramente económicos.

Ambos se vinculan y –genéricamente- apoyan, pero a veces hay tiempos distintos. Es por eso que –hoy- los actores políticos, léase jefes de gobierno y Estado, le dan su apoyo. Éstos son parte del poderoso G 20, que se reúne en diciembre en Buenos Aires y que tiene a Macri como Presidente. Sería una vergüenza –para ellos- que el actual Presidente del G 20 tuviera que piantarse en el helicóptero. En cambio los sectores económicos actúan por el incentivo, inmediato y real de las “efectividades conducentes”, de la platita.

El macrismo hizo un diagnóstico equivocado y una apuesta financiera incorrecta, más allá de los beneficios personales -que algunos miembros de sus familias- pueden haber recibido. El hecho de “ser alto, delgado y de ojos celestes”, atribuido a los antecedentes conservadores de Macri, le daba un cierto lustre internacional. Pero ello no le garantizaba el apoyo irrestricto de quienes, como los banqueros, ponen la ganancia en primer lugar. Por eso apostó a una inexistente “lluvia de inversiones” y al primer cimbronazo, cuando la economía norteamericana empezó absorber capitales, aquí estalló el problema -que venimos arrastrando- de insostenibles modelos de tipo agroexportador.

Esta semana superó el “supermartes” con un fuerte vencimiento de las letras del Banco Central (LEBACS), pero ahora, casi todos los meses, vendrán otros vencimientos, aunque sean algo menores. Pero de lo que vendrá nos ocuparemos al tratar las consecuencias socio económicas de lo ocurrido y también de sus efectos políticos.

 Las “turbulencias”, el stand-by y sus efectos socioeconómicos

Lo que el gobierno llamó turbulencias, que estuvieron a un tris de producir una catástrofe, nos mandaron al Fondo… Ahora estamos rogando que nos den un auxilio y empezamos a discutir las condicionalidades del Stand By.

Argentina se incorporó al FMI en 1956, después del Golpe de Estado de 1955 que derrocó a Perón. En 1958 se firmó el primer acuerdo de Stand By. Hasta la fecha se llevan firmados 18 acuerdos de este tipo. Lo hicieron radicales, peronistas, socialdemócratas, militares golpistas y civiles, títeres de militares y también otros, electos por el voto. ¡Extraña unanimidad! Pero no es la única “casualidad”. Otro detalle importante es que la inmensa mayoría de ellos terminaron mal para sus firmantes y también para el país. La pregunta sería: ¿Hay alguna razón para que éste Stand By, que se está tramitando, termine de otra manera? En otras oportunidades nos hemos referido a la causas de ese fenómeno y volveremos sobre el mismo.

Lagarde expuso ayer sobre el caso argentino en la reunión de directorio del organismo bilateral.El cuento que el FMI ahora es “otro”, es eso: un cuento. La matriz utilizada para las condicionalidades es la misma y los funcionarios cambian, por cuestiones biológicas, pero la necesidad de ellos -por mantener sus puestos- no se ha modificado. Christine Lagarde, la cara política del FMI, ofrece –con sus trajecitos, sacos a medida, su impostada y culta sonrisa- otra imagen. Pero nada cambia. ¡Por favor!, un poco de sentido común.

Es obvio que el FMI si nos va a prestar, con tasas a la mitad que lo que nos cobran los banqueros privados, es porque se toma  sus resguardos, para defender sus intereses y también para asegurar que los demás banqueros puedan seguir cobrando. Esas son las condicionalidades, que ya están a la vista. ¿Qué se puede esperar si nosotros emitimos bonos con tasas del 40%, o más, de interés? Es obvio, lo que viene es menor actividad económica. El anuncio de frenar obras públicas es una muestra de ello. Ésa va a ser su doctrina para bajar la inflación. Ésta, de todos modos, va a seguir subiendo, al menos será así en los próximos meses. Esa combinación de más inflación y menor actividad o estancamiento se llama estanflación y en ella empezaremos a transitar.

Digan lo que digan, el efecto social de estas medias también es obvio. A menos que el pueblo argentino haya decidido suicidarse en masa, irá saliendo a la calle. Eso que se llama resistencia se incrementará. Su destino es impredecible. De aquí en más ésta será una de las grandes preocupaciones del gobierno. Por eso busca amortiguarla metiendo a una parte de la oposición política en la discusión y buscando solidaridad para las medidas que va a tomar. No es que ahora han decidido “dialogar” lo que quieren es compartir las macanas que van a tener que hacer. Por otra parte no es fácil pedir mayores ajustes al pueblo cuando, no solo se dilapidaron más de 7 mil millones  de dólares para tratar de contener la reciente crisis; cuando, también hubo una mano demasiado abierta para algunos favoritismos que se fueron dando. El “blanqueo” de los familiares del Presidente, la baja en las retenciones a los exportadores de soja y la reducción de impuestos a las mineras; entre otras “delicias” del poder, no son “detalles” fáciles de olvidar.

 Efectos políticos de lo que pasó y se viene

El gobierno cumplió –hasta ahora- con su idea que las peores noticias debían darse antes del Mundial, lo que nunca imaginó es el nivel que las mismas alcanzarían y sus efectos sobre el futuro, tampoco sabe lo que vendrá a partir de esta crisis. Ahora el gobierno está “recalculando”. El macrismo que imaginaba -después de las elecciones de octubre pasado- tener la reelección asegurada, ahora lo que tiene son dudas y acechos. Las dudas provienen de la profundidad de los problemas que aparecieron.

Los acechos tiene que ver con algo parecido -en lo político- a lo que le pasó en el plano económico. Del mismo modo que los sectores financieros, ultra beneficiados, por este gobierno decidieron ir por más y desataron la crisis reciente, ahora le pasa algo parecido en lo político. El diario Clarín, uno de los que más ganaron con este gobierno, ahora se muestra renuente a mantener su apoyo a Macri.

En los últimos días ha circulado la versión que, desde el máximo nivel de ese diario, le habrían advertido al Presidente que si en 60 días no revierte su caída en las encuestas posarán su mirada en la gobernadora de Buenos Aires. Igual opinión tienen otros capitostes del poder. Eso no hay que descartarlo y representaría, para este macrismo, el mal menor.

Antes de perder todo y andar transitando con frecuencia los pasillos tribunalicios es mejor solo perder algo. Aunque nunca se sabe si eso será posible o si la alternativa futura viene acompañada de la tradicional “marchita”, estrenada oficialmente por Hugo del Carril. Eso es posible aunque las encuestas verifican que, por ahora, ningún opositor ha conseguido capitalizar la crisis y brutal caída en la opinión pública de las primeras figuras del oficialismo. Pero el futuro es muy incierto y el gobierno solo ha logrado “comprar tiempo”

De todas maneras y a pesar de las notorias diferencias crecen dos tendencias que el gobierno mira de reojo y con cierto temor. Hay variados intentos por suturar las heridas dentro del peronismo, aunque sea muy difícil un acuerdo para ir juntos en la primera vuelta ellas permitirían compromisos para el ballotaje (segunda vuelta); también hay conversaciones para avanzar en acuerdos frentistas con fuerzas cercanas, como el socialismo santafesino.

El oficialismo replica con otras ideas además de las candidaturas de Macri o la señora Vidal. Ellas tienen que ver con la posibilidad de armar un acuerdo con sectores peronistas significativos (algunos Intendentes del Gran Buenos Aires y algún gobernador como Juan Schiaretti por ejemplo), construyendo una reminiscencia del lanussismo (por el General Alejandro Agustín Lanusse) del Gran Acuerdo Nacional (GAN) que ahora -desde el gobierno- quieren recrear.

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