Panamá: el viaje de Martinelli a Davos

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Marco A. Gandásegui.*

En medio de los escándalos de corrupción y de la creciente ola de crímenes, que marcaron el inicio de 2010, se anunció el viaje del presidente Ricardo Martinelli —en su flamante avión donado por China-Taiwán— a la reunión anual de magnates capitalistas en Davos, Suiza. El presidente Martinelli se escapó sin mayores explicaciones y sin informar cuáles eran sus objetivos.

Sí alcanzó a anunciar que antes de cruzar el Atlántico, haría una escala en Tegucigalpa. En esta capital centroamericana pasó a darle un espaldarazo a Porfirio Lobo, quien se apropió de la Presidencia de ese país de manera fraudulenta. Martinelli se sintió solitario en la patria de Morazán, porque los gobiernos latinoamericanos no asistieron a la ceremonia. EE.UU. quedó aislado, porque nadie reconoció los resultados electorales.

La pregunta que tendría que hacerse Martinelli es ¿qué va a hacer en Davos, en los Alpes suizos? Martinelli no ha informado, pero se pueden sacar algunas conclusiones si utilizamos el método de la deducción. Para ello hay que averiguar quiénes y para qué se reúnen en Davos.

En segundo lugar, hay que averiguar qué puede buscar un presidente de la República en esa compañía.

Davos se puso de moda entre los grandes magnates del mundo a partir de la década de 1981/90, cuando los gobiernos de las grandes potencias comenzaron a ejecutar sus políticas neoliberales. En ese medio de negocios intercambian información sobre transacciones en las bolsas de valores en todo el mundo.

La información que pasa de mano en mano le permitía a los magnates conocer mejor las consecuencias que tienen las medidas de las instituciones financieras internacionales para arrebatarle los tesoros a los países vulnerables. Las economías de los países caían una tras otra.

En América Latina se produjo el “caracazo” en 1989, “el corralito” en Argentina y la crisis del “tequila” en México. Países enteros quebraban y sus ahorros eran transferidos a la banca internacional o a “magos financieros” como Slim (México), Cisneros (Venezuela) y Piñera (Chile), entre otros.

Martinelli es optimista en materia de negocios. Cree que los especuladores pueden interesarse por Panamá. En la ONU , en septiembre de 2009, invitó al mundo a hacer negocios en Panamá. Ahora viaja a Davos con la misma misión.

Si en la ONU no le prestaron atención, en Davos será menos atractivo. Panamá tiene, es cierto, un canal interoceánico estratégico, puertos y una zona franca. Cuenta con una franja de población educada y formada. Sin embargo, Panamá no tiene un plan de desarrollo a corto, mediano y largo plazos. Los especuladores en tiempos de crisis apuestan minimizando el riesgo.

El gobierno de Martinelli tiene que cambiar de rumbo. La tarea más importante es preparar un plan de desarrollo nacional con objetivos claros y metas realistas. El primer objetivo es aumentar la producción en las ciudades y en el campo a una tasa anual promedio de 6 por ciento. La primera meta es reducir la informalidad en el empleo del 40 por ciento actual a la mitad en cinco años.

Con este portafolio, todos lo escucharían en Davos y en la ONU. Más importante, Panamá comenzaría a avanzar en la dirección correcta, acabando con la criminalidad y eliminado la corrupción.

*Profesor de la UP e investigador asociado del CELA.
   
En <a href="http://www.panamaprofundo.org">Panamá Profundo<a/>.

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