Honduras: injerencia de EEUU y errores  de Libre, despejaron el camino para la derecha

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Los comicios presidenciales en Honduras se saldaron con una involución en la que dejó abortado el proyecto progresista de la presidenta Xiomara Castro y postergó sine die el intento de convertir la independencia formal en real mediante una nueva Constitución que pusiera fin al control oligárquico que la mantiene como la segunda nación más pobre del continente, únicamente detrás de Haití.

No cabe dudas de que el ascenso de la derecha en las urnas es una mezcla de errores estratégicos de los progresistas del  Partido Libertad y Refundación (Libre), junto al desgaste político y factores externos que influyeron en la decisión electoral, como la injerencia directa  e intervención en la política doméstica hondureña del presidente estadounidense Donald Trump. Su injerencia  tuvo una influencia en un país, donde la migración a EEUU representa la principal fuente de ingresos y la esperanza de supervivencia de  miles de familias hondureñas.

El desencanto social está entre  las primeras razones para comprender el fracaso de Libre. La economía del país, el apremiante desempleo, el cierre de maquilas, las alzas a los precios de productos de primera necesidad, han golpeado las economías familiares y el humor ciudadano. Promesas incumplidas, sumados a casos de corrupción y discursos de odio de muchos de sus funcionarios, minaron las posibilidades  al primer partido gobernante de izquierda, cuyos líderes pregonaron un «socialismo democrático».

La derrota de Libre dejó libre el camino para que la derecha – sea Nasry Asfura o Salvador Nastalla el  que finalmente asuma la presidencia- vuelva  a ser una base militar de Washington con asiento en Naciones Unidas, según define un editorial del diario mexicano La Jornada.

Debido a las deficiencias del Consejo Nacional Electoral, el escrutinio oficial y los resultados definitivos podrían demorar un mes o más, pese a que el país cuenta con un padrón de apenas 6.5 millones de ciudadanos. Lo que parece irreversible con las cifras disponibles es que una abrumadora mayoría de los hondureños se decantó por los candidatos de derecha y ultraderecha, postulados por las formaciones que se alternaron en el poder a lo largo de un siglo sin muchas más diferencias que sus colores.

Rixi Moncada, candidata presidencial de LIBRE, denunció  fraude electoral e injerencia de Donald Trump, asegurando que los comicios no están perdidos y que no se rinde.  Señaló que el bipartidismo hondureño «impuso su trama electoral» a través de veintiséis audios que revelaron la adulteración del sistema de transmisión de resultados preliminares y de la biometría.

A esta situación, la candidata sumó la «injerencia extranjera imperial directa» del presidente estadounidense Donald Trump. Por su parte el Partido Libre no acepta resultados, exige revisión de actas que no contaron con sistema biométrico. Llama a lucha pacífica., tras revelar un esquema para adulterar resultados con la eliminación de validación biométrica y la suma de votos inflados en actas presidenciales, aprobado en el propio CNE «una noche antes de las elecciones».

Insuficiente

Mel Zelaya y Xiomara Castro

Aunque en cuatro años habría sido imposible acabar con las enormes carencias de la sociedad y del propio Estado, en su gobierno Castro logró sostener el crecimiento económico, reducir la pobreza y la desigualdad, así como llevar la tasa de homicidios a su nivel más bajo en décadas. Pero todo ello es claramente insuficiente y no puede subestimarse un factor de desencanto en los resultados electorales referidos, donde el voto masivo fue favorable a los partidos responsables de que 60 por ciento de los habitantes subsista por debajo de la línea de pobreza,.

Y eso tiene que ver con el  control absoluto sobre los medios de comunicación por parte de los 25 grupos económicos y las 10 familias a los que Rixi Moncada denuncia por haberse apropiado de 80 por ciento de la riqueza del país.  Esa misma élite, 16 años atrás, siempre con la bendición de la Casa Blanca (a cargo de de Barack Obama), usó a las fuerzas armadas para derrocar y expulsar del territorio nacional al expresidente Manuel Zelaya, esposo de la actual mandataria Xiomara Castro, quien propuso un plebiscito para convocar a un proceso constituyente.

Por otra parte, Rixi Moncada fue una candidata impuesta y desde el principio nunca gozó de la simpatía de la dirigencia ni tampoco de sus allegados en el interior del país. Tanto ella como el presidente del Congreso Luis Redondo – y otros varios altos funcionarios del gobierno- desarrollaron un esquema de ataques permanentes contra Estados Unidos, lo que no les ayudó ni se tradujo en votos, sin tener en cuenta que casi todo hondureño tiene un amigo o pariente en ese país y, por ende, los vínculos pasan mucho más allá que un tema político.

Pareció que el partido de gobierno olvidó que la economía de Honduras se basa en remesas: cada año entran al país más de 10 mil millones de dólares, cifra muy superior de lo que el país exporta, situación que bien supo explotar Trump, quien tres días antes de las elecciones  advirtió que con Moncada Honduras se vería afectada. No fue un mensaje, fue un mazazo, un golpe al hígado.

Varios analistas criticaron la verticalidad del poder. Un liderazgo vertical luce a imposición y eso genera fisuras. No hay duda de que el expresidente Manuel Zelaya sigue siendo la figura paternal en Libre, pero poco a poco algunas decisiones que ha tomado no son del agrado de todos y eso termina cobrando factura.

Uno de los temas que Libre abanderó fue la lucha contra la corrupción y por ello sacudió al país al ver en un video como el diputado Carlos Zelaya, hermano del expresidente y cuñado de la actual mandataria, además de secretario del Congreso Naconal, conversaba con conocidos narcotraficantes quienes prometieron millones de lempiras (la moneda hondureña) para la campaña de Libre cuando Xiomara Castro fue candidata presidencial en 2013.

El reparto de la pobreza en America Latina, Honduras en el primer lugar ...Otros análisis señalan los abusos y actitud dictatorial de Redondo como presidente de la Asamblea Legislativa y el abuso y ataques del general Roosevelt Leonel Hernández,  jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, y su comportamiento de activista. 

 Donald Trump ha jugado un papel no menos decisivo en la configuración del gobierno hondureño a través de sus respaldo público a Asfura y su  indulto al narcotraficante Juan Orlando Hernández, correligionario del aparente ganador, quien usó sus ocho años al frente del gobierno para enviar 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos, donde fue sentenciado a 45 años de prisión. Más que un indulto fue un insulto a quienes realmente .luchan contra el narcotráfico.

El endoso de Trump al candidato de ultraderecha, unido a la amenaza de cortar ayudas e inversiones si no se cumplen sus deseos, tiene una influencia inestimable en Honduras debido a factores como la labor colonizadora de las iglesias evangélicas (a las cuales se adscribe alrededor de la mitad de la población), la casi extinta agencia estadounidense USAID y las organizaciones no gubernamentales estadounidenses.; la gran dependencia de las remesas enviadas por los migrantes, o la histórica presencia de tropas de EEUU, sumada a la intimidación del despliegue militar estadounidense en el Caribe y dirigido, en lo inmediato, en contra de Venezuela.

J.O. Hernàndez, el presidente narco indultado por Trump

En suma, Trump ha cosechado un éxito más en la imposición de regímenes dóciles en América Latina y el Caribe, pero no parece que el pueblo hondureño vaya a recibir a cambio nada más que el acelerado saqueo de sus recursos naturales, el regreso de la violencia de Estado contra campesinos, ambientalistas y otros disidentes, y una pérdida catastrófica de soberanía.

El conteo preliminar de los votos arrojaba una diferencia de menos de mil sufragios entre el puntero Nasry Asfura, del Partido Nacional, y su cercano perseguidor, Salvador Nasralla, del Partido Liberal. Rixi Moncada, apenas habría obtenido 20 por ciento de las preferencias. 

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

 

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