Hace poco más de tres años, 1º de agosto 2008, en la frontera franco-suiza se puso en marcha “la máquina de Dios”. En un túnel de 27 kilómetros funciona el acelerador de partículas más grande del mundo, allí trabajan -en diferentes experimentos- más de dos mil físicos de 34 países, cientos de universidades y laboratorios. Las investigaciones podrían traer novedades sobre el origen del universo, lo que explica el nombre que popularmente se le asignó. También se estima que aportarían detalles sobre diversas cuestiones vinculadas a la materia y principios energéticos.
Fundado en esas tareas, en estos días, el CERN (Consejo Europeo para la Investigación Nuclear) hizo público un anuncio que conmovió a científicos de todo el mundo y que –de confirmarse- cuestionaría los fundamentos de la física actual. Los principios de esta última remiten a la teoría de la relatividad expuesta por Albert Einstein en 1905.
Uno de los datos derivados de las teorías de Einstein es que la velocidad de la luz es la máxima velocidad que puede alcanzar un átomo, que era -en aquellos tiempos- la más pequeña partícula material conocida. Hacia 1930 se descubrió que había una partícula aún más pequeña, el neutrino, pero –se suponía- que se trataba de una cuestión teórica, pero ahora se plantea que tiene masa. Aunque ésta es de tales características que puede atravesar la materia, incluso la tierra, sin dificultades. Estas investigaciones actuales, realizadas con el auxilio de “la máquina de Dios”, le agregan un dato más: el neutrino puede viajar a más velocidad que la luz. De confirmarse lo dicho cambiarían muchas cosas en la ciencia física.
La comprobación se produjo a partir del hecho que a un laboratorio instalado en las entrañas del monte Gran Sasso (en el medio de los Apeninos -Italia) – enterrado a 1400 metros adentro de la piedra- llegaron los neutrinos provenientes de la “máquina de Dios” ubicada a más de 700 kilómetros del lugar. Pero lo más llamativo es que estos neutrinos llegaron más rápido que la velocidad de la luz (casi 300 mil kilómetros por segundo). Los científicos reconocieron haber hecho 16 mil chequeos porque no lo podían creer. No encontraron defectos o errores, por lo cual hicieron públicas sus investigaciones ante el estupor de la comunidad científica, que ve derrumbarse ante sus ojos uno de los principios fundamentales de la física actual. “Si se confirmara, sería un descubrimiento tremendo, que pondría en duda uno de los pilares en que se basa la física que conocemos”, fue la opinión de Gastón Giribet, investigador en la UBA y del Conicet especializado en Teoría de la Relatividad. Éste le agregó una dosis de duda al sostener que “me inclinaría a pensar que debe haber alguna mala interpretación (…) y si fuera cierto… sería horrible”.
Recordemos que la velocidad de la luz, que relaciona a las realidades de tiempo y espacio, es una unidad de medida que tiene variados usos. Además de medir las distancias siderales que hay entre los planetas, entre otras cosas, sirve para determinar el espacio que abarca el metro, unidad de medida del sistema métrico decimal.
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