Argentina: con ácrata actitud y las patas en la fuente

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Por encima de toda especulación más o menos fundada y, al mismo tiempo, más o menos rebuscada para justificar e interpretar como favorable al campo popular cualquier cosa que haga, esboce, declame o de a entender o desentender Cristina, lo cierto es que, al menos para mí, algunos de los párrafos de su discurso ante el G-20 son un sapo que  aún llevo atragantado. | OMAR MOUZAKIS.*

¿Qué es esto del anarco-capitalismo? ¿Qué significa volver a las fuentes del capitalismo?

Con respecto a lo primero, algunos oficiosos correveidiles se apresuraron a precisar que la frasecita tenía como fuente de inspiración una cita aparecida en un texto de Foucault, referido a la arbitrariedad de los mercados. Puede ser. No obstante las palabras siempre definen conceptos y hechas frase en un discurso definen una intención, una confusión o una confesión.

Desde lo conceptual establecer un vínculo, de cualquier clase que éste sea, entre anarquía y capitalismo resulta además de absurdo un ejercicio dialéctico bochornoso. Anarquía y capitalismo son dos categorías irreversiblemente antagónicas entre sí, la subsistencia o implementación de una implica la eliminación taxativa de la otra.

La anarquía es la máxima utopía humanista a que aspira el ser humano, no ya como individuo productivo sino como ser; la anarquía es un sueño de libertad que enaltece a la condición humana y se nutre de la fraternidad, la asociación comunitaria y solidaria entre las personas, un pensamiento político-filosófico que pondera el saber, el arte y el conocimiento como motores de la evolución humana, que rechaza toda forma de tiranía o sujeción del hombre por el hombre.

La anarquía es humanista por esencia y anti bélica por naturaleza. Y rechaza la idea del derecho a la propiedad como valor sustantivo del hombre.

Cristina es en muchos aspectos una líder política brillante, de aguda inteligencia y de una mucho más que sólida formación intelectual. De modo que me es imposible suponer que alguien como ella haya caído en el grosero error etimológico de utilizar el término “anarquía” como sinónimo de “caos”. Un contrabando etimológico de tal calibre solo es propio de la maldad o de la ignorancia supina de la burguesía.

Por eso es que tras el estupor nos carcome la inquietud.

¿A cuento de qué se produjo este dislate, por añadidura pronunciado por Cristina en el perverso ámbito en que fue pronunciado y ante la presencia y el alborozo de los nefastos personajes que la escuchaban?
La anarquía es y será la utopía política trascendente y permanente del ser humano. Como bien dice Galeano, la utopía es algo así como una meta inalcanzable, porque avanza siempre unos pasos adelante que nosotros los mortales. Pero, por eso, la gracia de la vida está en perseguirla.

La vida es sueño, anotició don Calderón. Y la dicha humana consiste en tener sueños, no necesariamente en concretarlos. La anarquía se ha nutrido siempre de la energía de los soñadores y los justos, de los rebeldes, de los que no se resignan. Se alzó desde que existe como bandera y numen libertario del hombre. La anarquía es, para referirnos a un pasado reciente, la Comuna de París, la República de Kronstadt, el Mayo Francés, el Cordobazo; eran anarquistas los surrealistas, lo fueron los mártires de la guerra civil española masacrados por el franquismo y traicionados por los comunistas y los socialistas.

Eran ácratas acá en Argentina muchos de los obreros y dirigentes sindicales reprimidos durante la Semana Trágica, también los mártires de la Patagonia Rebelde; y Severino De Giovanni y Simón Radowitzky; gran cantidad de artistas, escritores, músicos y poetas; lo es el mejor argentino con que contamos los argentinos, Osvaldo Bayer;  y lo fueron los explotados que se rebelaron contra La Forestal, y los anarco sindicalistas de la F.O.R.A, que fueron asesinados o confinados en las infames prisiones del sur argentino, precisamente por los esbirros nativos del capitalismo, en épocas que ese capitalismo sufría su primera gran crisis mundial, la que provocaría miseria, hambre, desocupación, destierro, muerte, guerra, esclavitud, enfermedad e injusticias de toda laya.

¿Estas serían las fuentes del capitalismo clásico a los que según Cristina resultaría plausible volver? ¿Estas fuentes están basadas en los preceptos que el señor Keynes procreó en su época para salvar a los grandes capitales monopolistas en bancarrota y convertir así, luego de la Segunda Guerra, a los Estados Unidos del Norte de América de país dominante a nación imperial? ¿Cuáles fueron los beneficios que recibió la humanidad, especialmente los habitantes de la América latina y del África?  Esos “beneficios” redundaron en un colonialismo más brutal, en mayor esclavitud, en más hambre y desnutrición, en mayores plagas y analfabetismo, en nuevas y más feroces guerras coloniales y de ocupación.

No Cristina, no quiero volver a esas fuentes. Soy peronista; toda mi vida luché por destruirlas.  Las fuentes a los que los peronistas debemos volver son a las fuentes de la Plaza de Mayo, para meter en ellas otra vez nuestras patas encallecidas de bronca y rebeldía, como lo hicieron los compañeros fundadores del peronismo en aquel legendario 17 de Octubre.

Con el capitalismo ni justicia ni compasión; en ninguna de sus formas y variantes. La revolución peronista —inconclusa— (aunque Cristina sostenga que ella no es revolucionaria, sino peronista) nació y se desarrolló combatiendo al capital.

Nació, se desarrolló y resistió para fundar la patria libre, justa y soberana. ¿Qué tienen que ver estas tres banderas con el capitalismo que es patronal y esclavista, injusto de toda injusticia, criminal y colonialista.

El peronismo surgió como una revolución de raíz cristiana y humanista para liberar a la Patria de la dominación extranjera y al pueblo de la salvaje explotación vernácula ejercida por un puñado de hombres poderosos sobre millones de sojuzgados.

Keynes para salvar al capitalismo urdió la treta de convertir a los seres humanos no en hombres libres y pensantes, sino en consumidores alienados.
¿A esta alquimia keynesiana se reduce “nuestro” modelo de inclusión, Cristina?

Espero que no.
 
No hay capitalismo bueno ni torturadores misericordiosos: unos y otros deben morir.
 
Sin pensamiento crítico ni debate de ideas los procesos políticos de raíz transformadora se aburguesan y retroceden al oportunismo y la alcahuetería.

«El peronismo será revolucionario o no será». (Evita)
«El peronismo es el hecho maldito del país burgués». (el Bebe Cooke)    
 
* Escritor.

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