La Patagonia rebelde. – EL CINE Y LA REPRESENTACIÓN DE LA HISTORIA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Introducción

La Patagonia es un lugar inhóspito, perdido en el fin del mundo, con una geografía tan distante, dispar y con lugares dignos de verdaderos santuarios en los cuales aquellos navegantes que la conocieron, pudieron ser testigos de los más hermosos parajes. A la Patagonia por su inmensidad, por esta distancia real, es que la concebimos como el «fin del mundo». Este fin del mundo que está en nuestros sueños, lleno de historia y misterios.

Nos cuesta imaginar cómo vivían sus primeros habitantes, de que forma llegaron a este lugar tan lejano (extremo sur de Argentina y Chile) y cuáles eran sus condiciones de vida. Después de centenares de años llegaron los primeros inmigrantes, impulsados por los sueños que inquietan a todo aquel que busca la tierra ideal, un paraíso en el cual se pueda vivir en paz y exista la posibilidad de construir sus vidas.

Es sobre este escenario, su geografía y su gente que pretendo desarrollar este ensayo, con el objeto de alentar y dar a conocer hechos pasados en la Patagonia, que transformaron y fueron parte de la construcción de la memoria de su pueblo.

Luego de una serie de lecturas de novelas sobre la región, personajes anecdóticos y un sin fin de artículos sobre sus habitantes, llegamos a la obra de Osvaldo Bayer La Patagonia Rebelde, que por su valor histórico y su trascendental importancia hace que nos detengamos en su legado.

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Entender la obra de Osvaldo Bayer (izq.) es comprender la historia de nuestro continente, de la Patagonia, del pueblo latinoamericano y, sobre todo, de la perseverancia de un historiador en busca de la verdad. La magnitud de su obra pasa por la fidelidad de las fuentes y la imparcialidad ante los hechos, mostrando su trabajo y su papel la construcción de la memoria colectiva.

Por otro lado la incapacidad propia del ser humano nos guía por caminos que nos llevan a percibir que la realidad es tan compleja cuanto la propia investigación. Fue así que nació esta pequeña idea de reconstruir un espacio ingenuo, sin pretensiones, en el cual el rescate de la obra de Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde, sirva para reflexionar sobre el papel del historiador en la construcción de la realidad.

Osvaldo Bayer, importante historiador argentino, inicia su obra con la lectura La Patagonia trágica de José Maria Borrero. Este texto será mencionado aquí como punto de partida para la investigación de Bayer, y su perspicaz intuición en el formato del diseño de investigación que llevo a cabo durante 20 años en esos territorios.

¿Pero de qué tratan estas obras? Ellas forman parte del pensamiento argentino, pues ocupan un lugar importante dentro de la historiografía de ese país. Sin embargo, antes quisiera aclarar que este texto nace en el marco de una lectura entusiasta de la obras de Bayer.

Creo aquí dar oportunidad a la emoción de conocer las principales razones de las luchas de clases en la Patagonia y su origen en la inmigración europea. Siendo así, pretendo unir y al mismo tiempo separar tres obras de diferentes épocas hechas en distintos formatos, pero que tienen posturas claras y confinan el mismo objeto: la lucha de los trabajadores en la Patagonia.

Puesto de esta forma y pensando que estas obras ya han sido analizadas desde diferentes perspectivas sociales, me daré el gusto de acercarme al pensamiento de José Maria Borrero en La Patagonia trágica, a la La Patagonia rebelde de Osvaldo Bayer y sobretodo a la película de Héctor Olivera homónima de ésta.
Mi objetivo es reflexionar sobre el carácter constructivo de las tres obras, rescatando el cine como recurso didáctico en la construcción de la memoria histórica.

Un filme es un acontecimiento: la caracterización de los hechos, la creación de un lenguaje, el aprendizaje y la facilitación para la comprensión de los acontecimientos históricos hacen con que el cine transmita la propia vida a través de los recursos con que cuenta.

Argentina tiene una producción fílmica en al área del cine político-histórico que puede caracterizarse como un movimiento importante dentro de su producción nacional. La intención es retratar la realidad del cine en este país de una forma breve, buscando identificar y particularizar la película La Patagonia rebelde, como la unión entre la obra historiográfica de Osvaldo Bayer y la construcción de lo real y las virtudes de los medios cinematográficos.

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Pretendemos recrear una época, un escenario y personajes que desde su visión de mundo pudieron contribuir a la formación de una conciencia y colaboraron para narrar la crónica acerca de los acontecimientos que cambiaron para siempre la vida y los ideales de los habitantes de la Patagonia.

Los que conocen la Patagonia sentirán sus sonidos; los que no imaginarán que quizás los personajes y las situaciones sean de ficción, y de otra forma buscarán en la realidad la clave de los hechos y sus fatales consecuencias.

El lado chileno está dividido en el Norte, en la provincia de Aysén, donde se ubica la Laguna San Rafael y la famosa carretera Austral, y al sur en la provincia de Magallanes, donde se ubica el Parque Nacional Torres del Paine. Ambas formadas por una región montañosa cubierta por campos de hielo y una costa bastante entrecortada, compuesta por canales, fiordos e islas.

Este ensayo está divido en 5 partes:

– Patagonia : Una breve historia
– La Patagonia Trágica : Borrero y su desahogo
– La Patagonia Rebelde : Osvaldo Bayer
– El Cine Argentino: Construyendo la realidad histórica
– Conclusión

fotoI. Patagonia: Una breve historia

La Patagonia está ubicada en la región sur del continente americano, y ocupa un área de casi 800.000 kilómetros 2,. En el lado chileno se considera que ella empieza al sur de Puerto Montt; mientras que en Argentina empieza al sur de Río Colorado, lo que incluye Bariloche y la Península Valdés. Ambos lados están separados por la Cordillera de los Andes y tienen en común un escenario de campos de hielo y planicies formadas en la última era glacial. La Patagonia termina en la igualmente famosa Tierra del Fuego, extremo sur de América, luego el Cabo de Hornos y la Antártica.

Los Andes aquí no presentan altitudes muy elevadas, aunque existan cumbres de más de 3.000 metros, como el Fitz Roy (3405 mts.) en la Argentina y el San Valentín (4058 mts.) en Chile. La mayoría de los ríos son alimentados por los hielos de las montañas, y el suelo está formado básicamente por terrenos volcánicos y sedimentados, que son tallados por los hielos y ríos.

Los fuertes vientos que caracterizan la región provienen principalmente del Océano Pacifico. La humedad que ellos cargan, causa precipitaciones en las montañas y así el viento que llega del lado argentino viene con poca humedad, lo que torna a las estepas patagónicas una región semi-desértica, especialmente el noroeste, a pesar de su proximidad con el Océano Atlántico.

Los campos de hielo de la Patagonia se dividen en Norte y Sur. El campo norte cubre una superficie de cerca de 4.200 kilómetros cuadrados, su espesura llega a 1.400 metros. El campo sur es todavía mayor, con una superficie aproximada de 1.300 kilómetros cuadrados, tiene más de 350 kilómetros de extensión, con una media de 40 kilómetros de largo y espesura de hasta 1.000 metros.
Los campos de hielo son enormes masas de hielo que se mueven lentamente y cargan todo tipo de sedimentos, rocas, piedras y arena. Los hielos de las montañas o del valle pueden ser alimentados por la nieve que cae casi todo el año, lo que forma enormes témpanos.

La densidad demográfica de la Patagonia es baja, menos de 2 hab./kilómetro2, siendo que en algunas regiones disminuye a menos de 1 hab. /kilómetro2, aunque en Chile llega a 10 hab. /kilómetro2. Es una de las regiones habitadas menos pobladas del mundo.

Probablemente los primeros habitantes de la Patagonia, llegaron hace 6.000 años. Antes de la llegada de los españoles era el hogar de diversos pueblos: pehuenches, mapuche, tehuelches en el norte y onas y yamanas en el sur; hoy solamente los mapuche vsubsisten como etnia.

Los primeros europeos en visitar la región fueron Nuño Manuel y Cristóbal de Haro en un viaje secreto a pedido de la corona portuguesa. Los españoles llegaron dos años después, apoderándose de la tierra a la cual tenían derecho bajo el Tratado de Tordesillas.

Hay dos versiones para el nombre de la Patagonia:

– Que los indios tehuelches eran muy altos lo que hacia recordar un popular personaje español de la época : «El Patagón».
– Se dice que esta asociación fue hecha basada en la enorme huella que dejaban los indios en la nieve, pues se envolvían los pies con gruesas pieles.

En verdad las dos teorías son prácticamente iguales ya que Patagón puede significar «pata (pie) grande».

Después de que Hernando de Magallanes descubrió el camino hacia el Pacifico, el océano que él mismo bautizó, pasó mucho tiempo hasta que otros tuviesen la audacia de repetir su hazaña, pues era muy difícil navegar por estas aguas: vientos fuertes y mar bravo. En 1557, Juan de Ladrillero hizo el camino al revés, del Pacifico al Atlántico, partiendo del Perú.

La primera expedición a la Patagonia estuvo a cargo de Pedro Sarmiento de Gamboa, en 1579, que exploró principalmente la región sur con el objeto de construir puntos de defensa contra los piratas ingleses que invadían la región (incluso el famoso Francis Drake), ya que los navíos españoles navegaban cargados de oro que traían del Perú. En su siguiente expedición fundó dos ciudades. En su regreso de una a la otra enfrentó una tempestad que diezmó la flota. Cinco años después, el pirata Thomas Cavendish encontró el asentamiento de Sarmiento, donde había 15 sobrevivientes en pésimo estado de salud, pero rechazaron la ayuda de sus enemigos protestantes. Cavendish designó Port Famine (Puerto Hambre) a este lugar.

En 1789, partió de España una expedición comandada por el italiano Alessandro Malaspina que exploró detalladamente la región dando nombre a los lugares de interés. En los sigloa XVIII y XIX, varios ingleses se establecieron en la Patagonia chilena. El gobierno de Chile mandó entonces una expedición militar para tomar posesión de la región en 1833. Algunos años más tarde se funda la ciudad de Punta Arenas.

Este breve y limitado esbozo sobre la geografía y la historia del descubrimiento y fundación de la Patagonia es un intento por comprender la dinámica de la región, la cual siempre presentó una constante invasión por parte de muchos pueblos que viajaban por la zona y que notablemente se instalaron en un territorio en el que la vida parecía imposible. Hablo del clima y la diversidad.

Los elementos geográficos de la Patagonia nos ayudan a adentrarnos en los cuestionamientos que puedan surgir a respecto de los habitantes y de la difícil vida en esta parte del mundo. Es necesario que nos formemos una idea de la región para poder dimensionar lo grandioso que puede haber sido la lucha por la supervivencia en esta área del planeta. Cómo sus primeros habitantes fueron desapareciendo para dar lugar a otros pueblos oriundos de diversas partes del mundo. Anteriormente nos referimos a los indígenas que fueron los primeros que habitaron la región, y que fueron totalmente exterminados por los colonizadores –pensemos en la Patagonia como tierra también colonizada–. Concientemente exterminados por el proceso de colonización.

Digo esto porque una de las denuncias hechas por José Maria Borrero en La Patagonia Trágica es el exterminio indígena y la vergüenza de las primeras y posteriormente grandes familias patagónicas que participaron y financiaron este genocidio. Infelizmente, todavía nos queda mucho camino por recorrer para comprender lo que significó su acusación, pero que contribuyó a las investigaciones posteriores sobre la historia y la colonización de la Patagonia.

He encontrado justo los datos para dar paso a nuestro viaje por la Patagonia del cine y la Patagonia sin indígenas, para sumergirnos en la Patagonia de los Trabajadores, de los inmigrantes y de las grandes estancias, que hicieron de estos parajes tierras fértiles para los suyos, desarrollando sus recursos naturales, donde ayudará la dignidad de centenares de trabajadores que emigraron desde de su tierra con el sueño de un paraíso, donde todo estaba por hacer, en una época de grandes y significativas transformaciones mundiales.

Migraciones a la Patagonia

La miseria europea es la principal causa de la inmigración durante la primera década del siglo XX. A partir de 1904 muchos judíos son obligados a emigrar de sus países (europeos) por las persecuciones en ese continente. Contra las aspiraciones de Juan Bautista Alberdi (ideólogo de la nación argentina), y de Domingo Faustino Sarmiento (gran contribuidor de la institucionalidad argentina), que esperaban atraer a las razas del norte europeo, los inmigrantes que poblaron la Argentina fueron italianos, españoles, franceses, sirio-libaneses y rusos.

El año 1880 es clave en el proceso histórico argentino, ya que se consolida la organización del Estado con la designación de Buenos Aires como capital de la república, con el General Roca como Presidente (1880-1886). Sin embargo, el proceso organizativo ya había empezado años atrás. En 1853 se sancionó la constitución cuyo artículo 25 decía: «El gobierno Federal fomentará la inmigración europea, y no podrá restringir, limitar, ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes»(1).

Varios fueron los pioneros provenientes de Europa que poblaron la región de la Patagonia: finlandeses, daneses, ingleses, noruegos y yugoslavos, entre otros que venían en busca de mejores condiciones de vida. Allí encontraron poblados que tenían apenas 20 casas, en los cuales las condiciones eran paupérrimas (una gripe en la zona significaba algo grave) y en las que para sobrevivir además de la perseverancia, necesitaban la audacia, y la inteligencia de un espíritu aventurero e insistente: podían quedar 30 días incomunicados o simplemente no tenían con quien hablar, los alimentos como frutas y verduras eran artículos de lujo, además de que en este escenario era común encontrar familias que educaban a sus hijos, por la falta de escuelas en la región, pues las estancias quedaban muy lejos una de las otras.

En algunos relatos de mujeres que fueron protagonistas en la zona se aprecia que la vida fue más difícil de lo que pensaban. Elenora Britten Lewis, fue la primera mujer en llegar a la Patagonia con su hijo y esposo. Allí tuvo otros hijos sin asistencia ni doctores.

Muchas son las novelas que relatan la odisea de estas familias patagónicas solitarias y lejanas. En 1865 llegaron los primeros gallegos a Puerto Madryn; tenían poca plata y venían dispuestos a «trabajar, obedecer y callar», como cuentan algunos historiadores. Algunos con suerte conseguirían buenos trabajos, pero la inclemencia de la naturaleza era evidente. No pretendemos levantar una estatua a los inmigrantes que llegaron a esta región, solo queremos manifestar admiración por la forma como enfrentaron la diversidad climática y geográfica.

La llegada de los inmigrantes a la Argentina fue un paso audaz en la promoción del cambio socioeconómico, significó la apertura del país a la europeización, debido a que se les ofrecían las facilidades pertinentes para su incorporación al país, pero sin garantizarles la posesión de tierras. Así se estableció la ley de colonización en 1876, que reflejaba la situación del Estado frente a la tierra pública y la entregaba sistemáticamente a los grandes poseedores. Mezclar las condiciones y las leyes es un propósito genuino pues muchos de ellos no imaginaban como eran estos parajes.

De esta forma nacieron las ciudades, la economía, las organizaciones sociales y políticas, lo cual dio inicio a un nuevo paisaje. Así pasaron los años y aquellos que pudieron enfrentar los embates de la naturaleza llegaron a ser testigos de grandes y bellos avances, pero también fueron testigos de cruentas y miserables disputas entre los que querían más y aquellos que nada tenían. De estos conflictos tratan las próximas páginas, que albergan una serie de relatos y realidades creadas a la sombra de la supervivencia, haciendo de este lugar el escenario de las más atroces peleas que la nación argentina pudo conocer, desde el exterminio indígena hasta la matanza de trabajadores.

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La denuncia polémica es la espina dorsal de este análisis, pues los autores aquí mencionados tienen en común retratar en sus obras una serie de acontecimientos que estuvieron olvidados por muchos años dentro de la historia y memoria del pueblo patagónico. Hombres que fueron perseguidos, impedidos de divulgar sus trabajos, pero que tuvieron la astucia de –en épocas distintas– producir un material que se compromete «en sí» en la búsqueda de la verdad sobre la región y la formación de su gente.

En consecuencia tenemos hoy una serie de estudios basado en estos tres autores, que por la dinámica y veracidad de sus obras son clásicos dentro del pensamiento obrero en Argentina. Son muchos los aspectos a considerar y las varias reflexiones que hacer; sin embargo, quisiéramos adentrarnos en el objetivo que tuvo cada uno de los autores en sus diferentes propósitos. Lógicamente la idea es poder brindar a cada una de las investigaciones su valor como producto, ya sea en formato cine o crónica, permitiéndonos conectar estas obras, desde Borrero en 1928, hasta 1974 con la realización de la película de Héctor Olivera, en la que un guión interpreta la realidad histórica.

El trabajo de Bayer es la espina dorsal de esta trilogía, por sus datos y sus testimonios, y gana un carácter de crónica mientras intenta facilitar el camino para la comprensión de las contradicciones del sistema económico implantado en la Patagonia argentina, donde los trabajadores son los protagonistas de una lucha injusta e inhumana.

fotoII. La Patagonia trágica: Borrero y su desahogo

La obra de José Maria Borrero tiene por escenario Santa Cruz. Borrero es abogado y como juez llegó a la región conociendo de cerca las actividades de la Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia y de la Ganadera Menéndez Behety; su servicio profesional lo hizo estar en contacto con diferentes y poderosas familias que en el desarrollo de un particular sistema económico y en la búsqueda de la acumulación de capital fueron utilizando instrumentos de poder. El trabajo de Borrero trasciende una apasionante y fervorosa narrativa en la cual el autor escribe sin límites sobre los más macabros hechos que ocurrieron en la Patagonia.

En torno de su obra se encuentran una serie de hallazgos que comprueban, a través de su tono agresivo y denunciante, una verdad que para muchos fue motivo de sorpresas y para otros de arrebato.
Borrero habla de asesinatos, piratería y esclavitud. Pensar en este libro, a comienzos del siglo pasado, en una época que se supone ya había terminado el feudalismo y que el ser humano había cambiado sus instrumentos de tortura era suponer que ya se había entrado en la era tecnológica; no obstante, conocer la situación de los trabajadores de las estancias sur, era sinónimo de masacres, mentiras y terror.

Según el autor, todo empieza con la exterminación indígena (tehuelches y onas) y las circunstancias en las que esto se da. Las contradicciones aparecen centradas en las bellas mansiones de los Menéndez, Montes y Braun, en contraste con la caza de indígenas, exterminados en nombre de una política económica implantada en la región, en la cual esta cacería tiene absoluta justificación.

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El relato es crudo, macabro, verdaderamente terrorífico. Reúne robos, fraudes, corrupción y el tráfico de influencia. Cada página del libro es un cargo formulado contra aquellos que dirigían y administraban la región; pero más que mostrar una disputa entre amos y siervos, el escritor busca las contradicciones permanentes del sistema, revelando al lector que su único objetivo es la denuncia. Las notas de pie de página asocian solamente diarios de la época en los cuales se puede notar la seriedad con que desarrolla su trabajo, pues los documentos son débiles relatos encontrados en el fervor de un autor que tenía prisa en escribir, sin buscar fuentes que comprobaran sus palabras.

Borrero sabía muy bien que en la Patagonia se estaban sembrando las primeras semillas para la insurrección de los trabajadores en contra de un sistema injusto que los tenía atrapados, la explotación del hombre por el hombre llevada al máximo grado de refinamiento. Las condiciones inhumanas en que vivían los trabajadores en la provincia de Santa Cruz, República Argentina llevaron a un pleito sin precedentes en la historia, pues los trabajadores no pedían mejoras salariales como suele ocurrir en los conflictos que conocemos hoy, ellos exigían:

– Los camarotes debían ser abolidos.
– Todas las casas de los peones debían poseer un lavatorio para higienizarse.
– La luz quedaría por cuenta del patrón, debiendo darle a los peones un paquete de velas mensual por persona.
– Cada estancia tendría un botiquín con instrucciones en castellano.
– El sueldo mínimo para ovejeros, arreadores y campañista sería de 100 pesos.
– Para fomentar el aumento de la población se daría preferencia a los peones con familia e hijos.
– Los estancieros deberían reconocer como único organismo representante de los obreros a la Federación Obrera de Oficios Varios de Río Gallegos adherido a la FORA (Federación Obrera de la Republica Argentina).

En julio de 1920, una huelga en el sur de Chile fue aplastada y sus dirigentes buscaron refugio en la frontera argentina. En agosto del mismo año comenzaron a estallar huelgas en la gobernación de Santa Cruz; sin embargo, más que hablar de estas huelgas y conflictos Borrero deja un espacio para anunciar la publicación de un futuro libro, que sería la segunda parte, Orgía de Sangre; mientras tanto, se dedica a exponer lo corrupto del sistema y las atrocidades cometidas en nombre de la ley y la verdad. Muestra a las familias influyentes participando de robos, asesinatos y de fraudulentas negociaciones para agregar nuevas propiedades a su patrimonio. La segunda parte del libro nunca apareció, y la no publicación se cubrió de misterios y mitos que van desde que a Borrero lo asesinaron y no pudo concluir su obra, hasta que le habrían robado y quemado sus originales.

El libro trataría de las huelgas de 1921 y las horrorosas matanzas con las que concluirá este periodo de la historia de la Patagonia argentina. Las acusaciones hechas por Borrero con nombres y apellidos generaron repudio de las familias poderosas de la Patagonia (Los Braun y los Menéndez), que consideraron la obra una aberración. El relato del autor no tenía rigurosidad histórica, pero sirvió para que las familias mencionadas hicieran todo lo posible para desaparecer el texto de las librerías.

III. La Patagonia rebelde de Osvaldo Bayer

Osvaldo Bayer nació en Santa Fe en 1927. Estudió Historia en la Universidad de Hamburgo entre 1952 y l956. De vuelta a Argentina se dedica al periodismo, a la investigación histórica y a guiones cinematográficos. Trabajó en varios diarios: Noticias, el patagónico Esquel y El Clarín, del cual fue secretario de redacción; además colaboró en diversas revistas. Por el libro y la película La Patagonia Rebeldeî, fue perseguido y tuvo que exiliarse en Berlín hasta su regreso a Buenos Aires en 1983. Ha publicado otros títulos y actualmente colabora con Página/12.

La Patagonia Rebelde no es solo el testimonio de la virulenta represión y matanza de obreros en las huelgas patagónicas de 1921, es también la radiografía cruda y descarnada de la desigualdad humana. fotoEsta obra prueba, en forma contundente, la lógica de un sistema perverso en el cual los estancieros latifundistas de la Patagonia, verdaderos instigadores e interesados en aniquilar a los huelguistas, presionaron a los gobiernos de Hipólito Irigoyen y al ejército para que terminaran con el movimiento de los trabajadores.

La muerte del capitán Varela por un alemán en una calle de Buenos Aires da inicio a este relato; es la venganza de Kurt Gustav Wilckens, que pretende revindicar el fusilamiento de su hermano a manos de quien es sindicado como el gran protagonista de la matanza en Río Gallegos y de los sucesos acontecidos en toda la provincia de Santa Cruz. Hacia 1920 la Patagonia era tierra argentina trabajada por peones chilenos y explotados por latifundistas y comerciantes, vale a decir, gente que había nacido para obedecer y otros que habían nacido para mandar. Un lugar en el cual el precio estaba fijado por el progreso y la riqueza; era la explotación máxima de aquellos que estaban dispuestos a trabajar.

Comienzan a nacer entonces el sentimiento de una vida más justa y digna y la reivindicación de principios que forma parte de una tendencia del pensamiento mundial de aquellos años. En estos desolados parajes surge el espíritu de ser libre y la ilusión de un mundo más justo.

La Patagonia Rebelde, es la historia de centenares de hombres que buscan a través del trabajo su dignidad sobre todas las cosas y reflejan su derecho «a pedir y ser escuchados». El libro es un relato crudo y no exento de esta retórica tantas veces sentida a lo largo de la historia de nuestro continente, en la que dos mundos se perfilan hasta nuestros días: por un lado están los poderosos y por el otro los que luchan por sobrevivir.
No es necesario entrar en detalles sobre este ambiente de atrocidades, maltrato y humillaciones; sin embargo, también es la historia de la inteligencia de pocos hombres que enfrentando muchas veces la muerte fueron capaces de alzar sus voces y ser oídos más allá del sur austral.

La Sociedad Obrera de Río Gallegos fue el escenario de las más arduas discusiones por mejoras en la condición del trabajador patagónico. Aquí podemos ver nacer la luz de estos extranjeros que traían en su equipaje el germen de los movimientos sociales y la dinámica de los hombres que sueñan con un mejor pasar. El primer tomo de la obra está compuesto por 10 capítulos en los cuales observamos la sabiduría de los trabajadores y su ingenuidad nata, además de toda la amenaza que en algún momento pudo significar este levantamiento para el Estado Argentino que, reconocidamente, ve en estos intentos un peligro para el orden de la región.

El autor emplea un lenguaje decididamente ideológico no dando espacio para reflexiones personales de ninguna especie, trasluciendo su indignación hacia la actitud de algunos que permitieron que esta parte de la historia argentina fuera posible. Habla de José Maria Borrero y del juez Viñas que como funcionarios y destacados personajes públicos de la Sociedad Santa Cruceña contribuyeron con sus influencias para el éxito del movimiento huelguista, los cuales tuvieron un lugar privilegiado en el desarrollo de estos cambios sociales, mirando dos bandos y lógicamente tomando un partido. Obviamente, esta es solamente una impresión subjetiva, pues creo que Bayer tuvo razones para hablar de las incoherencias y de los intereses del sistema.

Es bueno recordar también la labor de quienes fueron conocidos como bandoleros y sembraron el terror por toda la zona, secuestrando, robando y hasta matando algunos de aquellos que después de sobrevivir eligieron a los que deberían morir. Me refiero a dos italianos (El Toscano y el 68), que mediante el terror anticiparon el uso de las armas,utilizadas posteriormente en el fin de esta trágica historia.

Rechazando el uso de cualquier tipo de violencia, resulta «gracioso» ver el terror siendo creado naturalmente en respuesta y como única salida, a las trampas que van surgiendo fruto del propio proceso huelguista y de la intransigencia de los propietarios, los cuales viendo sus tierras invadidas, recurren a todo tipo de mecanismos ilógicos, crueles y estereotipados que tienden a confundir a la opinión pública. Quizás el fanatismo haya atrapado a los trabajadores, pero es indiscutible que su convicción también los hizo partícipes de un mundo de ideales, de un espíritu guiado por las ideas de libertad y lucha de un movimiento que recién surgía en la Patagonia Argentina. El anarquismo.

Los sindicalistas de Río Gallegos, Puerto Deseado y San Julián fueron hombres que merecen un lugar en la historia, no por su lucha sino por su ideas, sobre todo Antonio Soto con su admirable personalidad, independientemente que haya sido manipulado como sostiene. Bayer. Soto fue un ser apasionado, lleno de vida y de valor a pesar de su edad, y merece ser recordado como líder, pues enfrentar al gobernador de Santa Cruz, Edelmiro A. Correa Falcón, no debe haber sido una tarea fácil, ya que este hombre no temía utilizar los más perversos métodos para ensuciar la imagen de los trabajadores. Toda su capacidad maquiavélica se centraba en los intereses de los latifundistas.

Esta obra me ha impactado profundamente, y es importante reconocerla como escritura testimonial, pues construye un proyecto de historia general y no oficial de los hechos, apela al testimonio y a la historia oral y en su escritura conviven en tensión las evidencias documentales y sus interpretaciones sobre los acontecimientos.
Las investigaciones de Bayer comenzaron en el año 1967 y terminaron en 1977, con el cuarto y último tomo de su trabajo. La exhaustiva y minuciosa investigación postula desenterrar el poder económico que ocultaban las relaciones sociales en la Patagonia, con evidencias y testimonios de privilegiados que creían comprender las humillaciones, y presenta a los humillados como modalidades dentro de un sistema violento y perverso que la historiografía tiene por obligación, según el autor, de dar a conocer.

El Estado es visto como una maquinaria central que obedece al interés de una minoría, pues estremece sus bases, y genera un clima de desconfianza y confrontación mostrando su debilidad con relación al latifundio y al capital. O sea: el Estado existe en función del capital. Es la dominación de clases del sistema opresor, que silencia y convence en nombre del bienestar de una minoría.

Muy ligado al periodismo, pero ubicándolo en segundo plano y dejando primar su historiografía formal, produce una obra fundamental para la historia de la izquierda política y la organización obrera argentina, creando una mirada que se remite a la lejanía del movimiento anarquista en la formación de la conciencia y la fuerza de la década de 1921/30. La lucha obrera de la Patagonia y su brutal represión expresa en las protestas y huelgas el alarido del ser humano humillado. La obra de Bayer es un tratado de delincuentes, torturados y robados, todos tirados a una fosa común.

Mientras el libro de José Maria Borrero es un yo acuso, la obra de Bayer es un tratado preciso, es el grito justificado de una época –trazada sobre la base de las indagaciones reales– que puede tocar y comprobar, verdades que duelen y toman su lugar en la memoria del pueblo argentino sin ningún pretexto ni demagogia. La matanza de 1.500 trabajadores en Santa Cruz constituye un crimen aberrante y sin precedentes en la historia del movimiento obrero argentino, la indiferencia del gobierno y su responsabilidad histórica es la marca de impotencia que queda como obligación del historiador, el cual debe tener una posición clara y relatar hechos que cambian y transforman la realidad pasada.

III El cine argentino: Construyendo la realidad histórica

fotoLa investigación histórica de Bayer, que se inicia con la obra de Borero, es sin duda la posibilidad de reconstrucción de una realidad desconocida, que adormecida en la memoria colectiva vuelve a tomar vida en el cine. Los filmes de hecho son la transmisión de nuestro pasado. El éxito de esta transmisión depende de encontrar en las características reales la posibilidad de reconstruirlas, sea en forma de ficción o en documentales. Si el cine vuelve a la vida, significa que lo vivido deja de ser recordado para ser vivido. De esta forma lo que vamos ver en la pantalla es a son hechos (como los relatados en páginas anteriores) reconstruidos a través de una investigación histórica, pero que se convertirán en «hechos reales». Ahora. En el presente.

Esta es la capacidad de la narrativa cinematográfica. La experiencia personal que viviremos en el cine es la directa participación que puede moldear nuestra memoria del hecho histórico. ¿Pero que es cine?

Cine viene del griego kinema, actos, movimiento, luz en movimiento. A todos les gusta el movimiento. El cine nos proyecta el espectro entero de las emociones humanas. Y nos gustan las emociones humanas proyectadas en historias, en acciones, pasión, amores, guerras, revueltas de destinos, mundos ficticios desfilando en la pantalla para nuestro placer. El cine organiza la realidad de una manera artística,y las cosas de la vida aparecen transfiguradas por la visión cinematográfica, que es la concentración de la acción; en el cine se elimina la espera, la impaciencia y el ocio de la vida. Recibimos acción-emoción condensada por el ángulo de visión de la cámara, del director. En este sentido lo que nos pasa en el cine es que las imágenes somos nosotros mismos, los sucesos dejan de ser inexistentes y nos confunde entre lo que esta dentro y fuera de la pantalla. Porque la pantalla también somos nosotros mismos.

Así es indiscutible decir que a través del cine podemos enseñar, podemos mostrar realidades escondidas, podemos mostrarnos como pueblo, como producto de una memoria afectiva, de una memoria publica, de una experiencia personal. Entonces podemos reconstruir nos a través del cine. «La gente no puede vivir sin memoria. La memoria es cultura, y cultura es identidad» (Fernando Solanas, cineasta argentino, al presentar en la capital londinense su último documental, Memoria de un saqueo, en el cual analiza la crisis argentina que estalló en 2001).

Solanas es uno de los ejemplos de cineasta que utiliza la historia para su mensaje.»íEl cine es testigo de un momento histórico, y entonces se convierte en parte de la memoria colectiva». Solanas sigue sus declaraciones confirmando que la memoria es la base sobre la cual nos constituimos, trayendo al presente un presente pasado permitiéndole de esta forma seguir existiendo. La memoria entra en crisis y el sujeto es incapaz de sostenerse a sí mismo en su subjetividad cuando empieza a perderse esta memoria. «Recuperarla es el papel que tenemos como sujetos y protagonistas de este presente». Siendo así, recobrar el pasado es más que replantear la historia, es ir más allá de ella, es el proceder por la reconstrucción de la verdad.

Lo que intento reunir aquí es la restauración y la búsqueda de esta verdad a través de diferentes instrumentos, válidos e importantes en la recuperación del pasado, de la memoria transformada.

El cine argentino ha dado una clara muestra del desarrollo de una tendencia que mira los acontecimientos y sucesos de la historia. Un cine que es el verdadero restablecimiento de un mundo ficticio e imaginario, inspirado en hechos reales que desfiguran la realidad en su esencia y retratan con mayor grado el realismo de las circunstancias.

Entre los ejemplos que podemos nombrar como marco de esta cinematografía tenemos:

Crónica de un niño solo – Leonardo Favio (1965)
Pizza, birra, y faso – Bruno Stagnaro y Adrián Caetano (1999)
Camila – Maria Luisa Bemberg (1984)
La Patagonia Rebelde – Héctor Olivera (1974)
Las aguas bajan turbias – Hugo del Carril (1952)
Prisioneros de la Tierra – Marco Soffici (1939)
La historia oficial – Luis Puenzo (1985)
Mundo Grúa – Pablo Trapero (1999)
La tregua – Sergio Renan (1974)

Hacer historia es recordar, memorizar. El cine argentino con estos ejemplos, ha podido corroborar la hipótesis de que el cine es un recurso para la historiaî: informar, difundir, comunicar y representar el pasado comprendiendo las películas como libros, como un recurso válido para la concepción detrás del análisis. En este intento quisiera mencionar y resaltar la importancia también de la película La Patagonia Rebelde de Héctor Olivera (arriba. der.). El filme retrata uno de los incidentes más trágicos de la historia de Argentina, el brutal asesinato por parte de los militares de 1.500 trabajadores huelguistas en 1921.

Con música de Oscar Cardozo Ocampo, esta película se estrenó en 1974, con todos los efectos que podía provocar en el seno de una sociedad que venía experimentado los embates de un gobierno represor, y que trató con tijeras y censura a la cinta que retrató de forma magnífica la situación política y social que se desencadenó en la Patagonia tras la resurrección del movimiento de trabajadores con raíces anarcosindicalistas, el cual fue brutalmente aniquilado por los militares.

El filme comienza con el asesinato del teniente Zavala (Varela en la realidad), que es muerto en un atentado en una calle de Buenos Aires (1923); en el desarrollo se transluce la belleza, el humor y la esperanza de los trabajadores patagónicos, representados por personajes claves que dan vida al drama. Encontramos por ejemplo: El alemán, Antonio Soto y Facón Grande, que entre un mundo y otro intentan mostrar su persistencia y lucha por probar que se podía vivir en un mundo mejor, y que eran dignos de hacerlo.

El teniente Zavala (Héctor Alterio) representa al militar defensor de la nación en una primera instancia, que comprende las peticiones de los trabajadores y considera que sus reclamos son justos, lo que lo hace parecer un buen militar, defensor de su país. Sin embargo, en un segundo momento se transforma en un desposta dispuesto a todo con el fin de terminar con el levantamiento.

La cinta se basó en el libro Los vengadores de la Patagonia, de Osvaldo Bayer, que con Fernando Ayala y Héctor Olivera son sus guionistas y reconocen la deuda del movimiento obrero argentino con el anarcosindicalismo. Asimismo, su director (Héctor Olivera) termina por recrear un pasado sin esperanza, pesimista, en el cual no existen glorias ni futuro para el movimiento.

La Patagonia Rebelde, es una película que demuestra las exhaustivas investigaciones de Bayer; y la desgraciada represión de los peones rurales en el extremo sur argentino entre los años 1920 y 1921, constituye aún uno de los puntos oscuros de los últimos años del gobierno del Presidente Hipólito Irigoyen.

La mayoría del gran público solo conoció y tomó conciencia de estos acontecimientos con el estreno del film a comienzos de los años ë70, es decir, a cincuenta años de ocurridos los hechos.

Una de las circunstancias aprovechada por el director para recrear los diálogos y la situación de conflictos entre los propios trabajadores, es la Sociedad Obrera de Río Gallegos, la cual es escenario de pleitos entre los lideres sindicales y los intelectuales del movimiento. Los líderes sindicales impulsaron la campaña de sindicalización de los peones, hacheros y otros asalariados, pero la respuesta de los estancieros fue extremamente dura: despidos, violencia y amenazas.

Ante la falta de acuerdo entre las partes, el gobierno nacional decidió enviar el 10o Regimiento de Caballería, al mando del teniente Varela, cuya actitud represiva no tuvo límites: ordenó el fusilamientos en masa, obligó a las víctimas a cavar sus propias tumbas antes de la ejecución, encerró a los huelguistas en los graneros y les prendió fuego.

Los anarquistas denunciaron el asesinato de 1.500 personas, pero nunca hubo cifras oficiales. Varela nunca fue ascendido por el gobierno nacional, y si bien no hubo investigaciones sobre los excesos, el gobierno optó por el silencio. Varela fue muerto en 1923 a manos de un anarquista.

En el guión se aprecia la mano de Bayer y hace que el espectador piense justamente en aquellos que sirven a los poderes económicos, recordando los discursos de Borero en suíLa Patagonia Trágica. Con un excelente cierre, permite que el público se vaya con la idea de que todo fue un gran error. ¿Será que fue un gran error?
Pensar en el cine al servicio de las transformaciones sociales puede ser una afirmación errónea, pero ciertamente podemos pensarlo como una estructura en movimiento que lleva a reflexionar sobre la historia política, social y la peripecia de ver e interpretar el pasado.

Por otro lado tenemos una historia escrita en imágenes, que utiliza recursos audiovisuales dando posibilidades de representaciones cinematográficas capaces de reconstruir un pasado dramático, con un sentido de instaurar dinámicas de recuerdos las cuales nos llevan a un mundo de hechos históricos pasados.

La historia del cine argentino es resultado de movimientos particulares que nacieron en el propio país. Cuando dentro de las universidades, grupos artísticos y las elites intelectuales buscaron una forma de realización personal y artística que se acercara a la actividad revolucionaria. De esta forma en los años 70 lo que nace en nuestro continente y específicamente en Argentina es un campo variado de cine de la liberación, siendo también representado en el Cinema Novo de Brasil, que veía en la actividad cinematográfica un instrumento de concientización popular. Lejos no estaban de la realidad. Ni de la realidad de la época, ni de la actualidad. Pues hoy día sabemos que el cine es un instrumento didáctico, una técnica eficaz en la reconstrucción de la memoria.
Lógicamente más allá de estos movimientos de concientización popular en los años 70, lo que consiguieron estos movimientos estéticos dentro del cine, fue crear en la cinematografía latinoamericana la posibilidad de traspasar ideologías para el campo del arte, ampliando el conocimiento popular y contribuyendo para una nueva cultura cinematográfica.

Los relatos cinematográficos pueden emerger derrotas morales, cívicas, victorias silenciosas, farsas, discursos generacionales. Pero la promesa del cine no es utópica. Es verdadera desde del punto de vista de la percepción y la concepción de la metáforas políticas.

Las imágenes de la tortura, de la represión, de los asesinatos, de los asesinos son proyecciones inventadas artísticamente, pero que crean un espacio de memoria, y dejan huellas imborrables en el inconsciente colectivo.

Conclusiones

Quién hará en el futuro el retrato de este presente, quién guardará para la posterioridad el testimonio del presente?

La frase parece simple y con una respuesta conocida. Pero nunca es tarde para reflexionar sobre las posibilidades de proteger, resguardar y asegurar el presente. Muchas cosas que vivimos un día son pedazos de otras vidas y de otras historias: pueden ser catástrofes, incidentes y otros desmanes. El estudio de esos días nos permite acercarnos a la realidad vivida y a un producto hecho, donde lo único que podemos realizar como espectadores es asistir escenas concluidas, historias terminadas.

El testimonio es la vivencia, es la vida y la recuperación de esta transformación concreta. A través de él podemos utilizar nuestros propios mecanismos para posibilitar la interpretación, construcción y representación de nuestra realidad.

Las obras aquí analizadas han sido objetos de muchas investigaciones en Argentina y en diferentes países, esto ha significado que cada día, una o más personas en el mundo se acercan a la verdadera historia de la Patagonia.

La obra de Osvaldo Bayer es sin duda, y reitero, la espina dorsal de esta construcción que ha buscado con breves datos y relatos simular una secuencia; una historia que tuvo como principales protagonistas a los trabajadores y empleadores de la Patagonia de comienzos del siglo XX.

Queda mucho camino por recorrer en la búsqueda de los misterios que asolan la Patagonia y de las verdades que se esconden por tras de su grandeza y su desarrollo, pero el haber podido reunir en un espacio tan corto y limitado la base para la comprensión de una doble alianza: cine e historia, es más que una satisfacción. El cine como instrumento de investigación y archivo, la historia como herramienta de reconstrucción.

No hay muchas afirmaciones ni conclusiones, sólo quedan preguntas para que sigamos investigando este matrimonio que parece cada día más próximo de un final feliz. El paso audaz son las comprobaciones, las hipótesis y las teorías que podamos formular acerca de la memoria y de los elementos que la componen, sin embargo; las carencias y las imperfecciones son propias de los desafíos.

Argentina como país ha dedicado gran parte de su cine a la política y la historia. Podemos mencionar decenas de ejemplos de películas que tienen como estética el aprender, denunciar, enseñar y sobre todo discutir dentro de un marco histórico el extraordinario «pensar», el cual construye ideas y realidades. Bayer y Héctor de Olivera otorgan a una clase (la trabajadora), una postura política que es sentida a través de su mirada, que construida a través de la cámara otorga sentido a la narración histórica.

(1) Alberdi, Juan B. Bases y puntos de partida para la organización política de la Republica Argentina. Editorial Tor-S.R.L. 1852. Impreso en Buenos aires.

Bibliografía

Bayer, Osvaldo La Patagonia Rebelde Vol. I Los Bandoleros (1992); Vol. II La Masacre (1994); Vol. III Humillados y Ofendidos (1995); Vol. IV El Vindicador; Ed. Planeta, Argentina, 1993.

Borrero, José Maria La Patagonia Trágica – Ediciones Continente, Argentina 2003.

Brunswig, Maria de Bamberg Más Allá en la Patagonia. La vida de una mujer en tierra inhóspita. J. Vergara Editor S.A., Buenos Aires 1998

Freire, J. Héctor Cine Político: La Reivindicación de la Memoria
Gonzalez Coll, Maria Mercedes La vida en la frontera sur. Relaciones Interétnicas y Diversidad Cultural. Universidad Nacional del Sur. Bahia Blanca, Argentina, 2000.

Las Corrientes migratorias en la Argentina, La aventura de los pioneros. Argentinaexplora,2001.

La Patagonia Rebelde de Héctor Olivera – Palabras de Osvaldo Bayer, Festival de Mar del Plata, 2002.

Mari, Soledad Análisis del film de Héctor Olivera Términos y condiciones, – Argentina, 1997.

Perales, Fernando – Las Luchas Sociales y el Cine Argentino – 2do. Enfoque – Buenos Aires 2002.

Salvador Marañon, Alicia Cine, Literatura e Historia, Ediciones de la Torre, Madrid 1997.

Vigo, Jorge La memoria y el Cine Político www.opinionesdelagente.com.ar, www.topia.com.ar.

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* Socióloga.

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