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-Hay que diferenciar las emisiones y el crecimiento económico. Este último depende de que los productos que tu generes valgan más dinero. El coste de un producto no está intrínsecamente ligado con las emisiones. Tenemos muchos ejemplos de que no es así: una verdura de agricultura ecológica tiene menos emisiones asociadas, pero es mucho más cara que otra con una gran huella ecológica. Creo que no hay una relación directa entre el valor de una cosa y las emisiones imputadas.
-Cada uno de estos proyectos hay que verlo sobre el caso concreto para valorar pros y contras. Si el impacto de abrir una mina es enormemente grande para tener una cantidad de recursos pequeños, no tiene sentido hacerlo. Cada desarrollo hay que mirarlo sobre el caso concreto. En el caso de la mina de España, por lo que sé, parece que el impacto no es extremadamente grande. Si realmente es así, yo intentaría llevar a cabo el proyecto. Eso sí, siempre que sea viable y no sea un bluf. Si realmente es viable, esto nos va a permitir poder fabricar baterías y va a ser más fácil mantener aquí las fábricas de coches. Todo esto, insisto, si el impacto ambiental es asumible.-Una de las noticias del año es la llegada del hidrógeno verde, ¿cree que se está sobrevalorando el papel de esta fuente de energía?
-La transición energética tiene sus batallas internas entre los que defienden unas tecnologías y otras. Es muy evidente con el tema del hidrógeno. Por un lado, están sus defensores, que piensan que se puede usar para todo. Por otro, aquellos que piensan que no hay que usarlo para nada y que hay que electrificar absolutamente todo. Al final, la verdad no está en ninguna de las dos posturas. El hidrógeno tiene problemas porque, en todo el ciclo de producción, deja pérdidas de cerca del 60-70% del total de la energía.

Es decir, si somos más productivos, ¿por qué tenemos que trabajar tantas horas? Lo justo es tener más tiempo libre y poder conciliar. Pero es que, además, nos damos cuenta de que esto tiene un impacto positivo desde el punto de vista ambiental porque se generan menos emisiones. A ello, se suma que hay estudios que indican que si trabajas menos horas eres más productivo. Todo ello debe ser importante para presionar a favor de una reducción de las horas de trabajo.
-Hablando de coches, ¿cree que es viable sustituir al cien por cien el parque móvil por vehículos eléctricos?
-Es un debate muy habitual. Sí que hay, y de hecho tenemos recursos suficientes de litio, para ir muchísimo más allá. Solemos caer en la trampa de no distinguir entre recursos y reservas. Las últimas son los yacimientos que hay cuando el material es extraíble desde el punto de vista económico. Por eso las reservas van aumentando a medida que avanza la tecnología y se abaratan los costes de de producción.
-No solo a nivel ambiental, también a nivel económico. De media, un coche está parado el 97% del tiempo. Si vamos a un mundo donde aparecen alternativas de movilidad, servicios de transporte colectivo, ¿para que vas a tener un coche que es más caro de mantener? Esta tendencia de reducción de coches va a llegar y va a ser positivo ambientalmente. Ahora, intentar erradicar el coche y enfrentarse al vehículo eléctrico como si fuera un demonio no es razonable.
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