El fútbol fue secuestrado por los empresarios y políticos de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Comenbol), que obligó a los equipos a jugar sus partidos de la Copa Libertadores de América en plena pandemia y del estallido social en Colombia, en medio de fusiles, bombazos y gases.
La indignación es generalizada. Hace tiempo que el fútbol dejó de ser un deporte: es un espectáuclo del que lucran empresarios, cadenas televisivas, utilizado por los políticos para desviar la atención de los problemas internos de sus naciones.
Una producción de TV Ciudad, Montevideo.
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