¿A qué intereses sirven los BRICS?

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En 2001, Jim O’Neill, entonces presidente de Goldman Sachs Assets Management, escribió un artículo para sus suscriptores titulado El mundo necesita mejores BRICs económicos. O’Neill inventó las siglas para describir a las llamadas economías emergentes de Brasil, Rusia, India y China, y para recomendarlas a los inversionistas como el futuro económico de la economía-mundo.

El término pegó y BRICs se volvió un grupo real que se reunía regularmente. Después añadió la membresía de Sudáfrica y así la s minúscula se tornó S mayúscula. Desde 2001 los BRICS han florecido económicamente, al menos en relación con otros sistemas del sistema-mundo. También se han convertido en sujeto controvertido. Hay quienes piensan que BRICS es la vanguardia de la lucha antiimperialista. Hay otros que, muy por el contrario, piensan que BRICS son agentes subimperialistas del verdadero Norte (Norteamérica, Europa occidental y Japón). Y hay quienes arguyen que son ambas cosas.

En la cauda de la decadencia post-hegemónica del poderío, el prestigio y la autoridad estadunidenses, el mundo parece haberse asentado en una estructura geopolítica multipolar. En esta situación actual, donde existen unos 8-10-12 loci de poderío geopolítico significativo, los BRICS son definitivamente parte del nuevo cuadro. Con sus esfuerzos por forjar nuevas estructuras en el escenario mundial, tales como la estructura interbancaria que están buscando crear, para sentarse junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) y sustituirlo, ciertamente están debilitando aún más el poderío de Estados Unidos y de otros segmentos del viejo Norte en favor del Sur, o por lo menos en favor de BRICS mismo. Si nuestra definición de antiimperialismo es reducir el poder de Estados Unidos, entonces BRICS, con certeza, representa una fuerza antiimperialista.

Sin embargo, la geopolítica no es lo único que importa. Querremos también saber algo de las luchas de clase al interior de los países BRICS, las relaciones entre estos países y la relación que guardan con países que no son miembros de BRICS en el Sur. En estos tres puntos, el récord de BRICS es turbio, por decir lo menos.

¿Cómo podemos evaluar las luchas de clase al interior de los países BRICS? Una forma común es mirar el grado de polarización como lo indica el Coeficiente de Desigualdad de Gini. Otra forma es ver qué tanto del dinero del Estado se utiliza para reducir el grado de pobreza entre los estratos más pobres. De los cinco países BRICS, sólo Brasil ha mejorado su calificación en tales mediciones. En algunos casos, pese a un incremento en el PIB, las mediciones son peores que, digamos, hace 20 años.

Si miramos las relaciones económicas de los países BRICS uno con otro, china xi ping y putinChina brilla más que los otros en cuanto al PIB y a la acumulación de bienes. India y Rusia parecen sentir que necesitan protegerse contra la fuerza china. Brasil y Sudáfrica parecen estar sufriendo de la inversión presente y potencial de China en áreas claves.

Si miramos las relaciones de los países BRICS con otros países del Sur, escuchamos crecientes quejas de que el modo en que se relacionan estos países con sus vecinos inmediatos (y no tan inmediatos) se asemeja mucho a los modos en que Estados Unidos y el viejo Norte se han relacionado con ellos. Son así acusados algunas veces de no ser subimperiales, sino ser simplemente imperiales.

Lo que hace que los BRICS parezcan hoy tan importantes han sido sus altas tasas de crecimiento desde, digamos, 2000; tasas de crecimiento que han sido significativamente mayores que aquellas del viejo Norte. Pero, ¿continuará esto? Sus tasas de crecimiento han comenzado a resbalar. Algunos otros países del Sur –México, Indonesia, Corea (del sur), Turquía– parece igualarlas.

Sin embargo, dada la depresión mundial en la que continuamos existiendo y la baja probabilidad de una recuperación significativa dentro de la próxima década o así, es bastante dudoso que dentro de unos 10 años algún futuro analista de Goldman Sachs continúe proyectando a los BRICS como el futuro (económico). De hecho, la probabilidad de que BRICS continúe siendo un grupo que se reúna regularmente con supuestas políticas comunes parece remota.

La crisis estructural del sistema-mundo se mueve muy aprisa y de muchos modos muy inciertos como para asumir la suficiente estabilidad relativa que permita a los BRICS continuar jugando un papel especial, sea geopolítica o económicamente. Así como la globalización misma, como concepto, pasó, así puede BRICS resultar un fenómeno pasajero.

Luis Britto García

AVANZA EL GOLPE JUDICIAL

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Barack Obama se considera con poderes para asegurar que “el pueblo de Venezuela pueda determinar su propio destino libre del tipo de prácticas que todo el hemisferio ha dejado atrás”, y no reconoce el triunfo de Nicolás Maduro. El candidato derrotado introduce demanda de nulidad ante el TSJ, y en prueba de que no respeta al CNE ni tampoco al más alto juzgado de la República ,   de una vez declara que  “Si estos magistrados no quieren responder vienen las instancias internacionales”. Son las mismas que invocó el golpista Carmona Estanga en el decreto con el cual derogaba la Constitución  ¿Habrá mejor sitio para acudir que ante instancias financiadas por Estados Unidos?

2

En efecto, no hay entes jurisdiccionales  más patrocinados por EEUU que la Comisión de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de los Derechos Humanos de la OEA , la cual recibe 54% de su presupuesto de la potencia norteña. El presidente  Rafael Correa denunció que países que no han firmado la Convención Americana y que por lo tanto no están sujetos a la CIDH , como Estados Unidos y Canadá, y ONGs radicadas en ellos costean el 96,5% del Presupuesto de ésta.

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Quien paga la música elige la canción, y la CIDH baila al ritmo que sus patrocinantes le tocan. Como coreando a su patrocinante Obama, el 10 de mayo la Comisión instó  a Venezuela a «adoptar de manera urgente todas las medidas que sean necesarias a fin de garantizar los derechos a la vida y a la integridad personal, así como los derechos políticos, el derecho de reunión y los derechos a la libertad de asociación y libertad de expresión en este contexto». Por si faltaran dudas de la parcialización, consideremos que en el sangriento período entre 1969 y 1998, cuando hubo campos de concentración y masacres como las de Cantaura, Yumare y el Caracazo,  tramitó apenas 6  casos contra Venezuela, uno de ellos incoado por el terrorista Posada Carriles. En cambio,  entre 1999 y 2011 tramitó  63 casos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos no exhibe mejor prontuario. Entre 1981 y 1998 resolvió sólo 1  caso contra Venezuela, el de la masacre de El Amparo. Pero entre 1999 y 2011 sentenció 13 y tramita 11 más: 23 casos contra nuestro país. Ni la CIDH ni la Corte acordaron ninguna acción ante el golpe del 11 de abril de 2002.

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Vale la pena hacer memoria sobre este encarnizado prejuicio contra nuestro país. En su Informe para el Examen Periódico Universal 2011, la CIDH nos acusa en 233 párrafos. En  205 trata sobre casos en los cuales no se han agotado los recursos internos, por lo que no se los puede llevar ante la jurisdicción externa. En 225 párrafos  no especifica hechos tales como nombres, fechas, lugares ni otros datos indispensables para que una acusación sea admitida. En 182 casos, juzga sobre suposiciones de hechos futuros e inciertos, que “podrían” acontecer. En la casi totalidad, se funda en rumores o recortes de prensa, que ningún tribunal digno de tal nombre acoge como prueba. Hasta  veta proyectos de leyes, cuya sanción depende única y exclusivamente de la soberana voluntad popular, y no de una oficina de Washington. Fundándose en esta masa de acusaciones fraguadas, nos incluye en una “IV Categoría” de países con graves problemas de Derechos Humanos, acompañados sólo por Cuba, Honduras y Haití.

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Al tribunal de los fariseos se lo conoce por sus sentencias. El 10 de enero del año pasado escribí que a instancias del terrorista Tor Halvorsen “ La Corte Interamericana contradijo  la decisión venezolana que inhabilita a un corrupto para candidatearse. Igual puede pretender inhabilitar a quien gane las elecciones del 2012, o decidir quién las ganó”. Exactamente en esa situación estamos un año después. La oposición pretende que tribunales extranjeros financiados por Estados Unidos, y no el pueblo venezolano, decida quién debe gobernarnos.

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¿Qué éxito puede tener esta demanda temeraria? Jurídicamente, ninguno. Establece el artículo 1 de la Carta de la OEA que los países adhieren a dicho ente para   “lograr un orden de paz y de justicia, fomentar su solidaridad, robustecer su colaboración y defender su soberanía, su integridad territorial y su independencia”. Mal podría una Corte de la OEA acabar justamente con la independencia y soberanía de países miembros. Para el caso de que tratara de hacerlo, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia de 15 de julio de 2003  declara que decisiones de órganos jurisdiccionales extranjeros no son aplicables en Venezuela si violan la Constitución :  “Planteado así, ni los fallos, laudos, dictámenes u otros actos de igual entidad, podrán ejecutarse penal o civilmente en el país, si son violatorios de la Constitución , por lo que por esta vía (la sentencia) no podrían proyectarse en el país, normas contenidas en Tratados, Convenios o Pactos sobre Derechos Humanos que colidiesen con la Constitución o sus Principios rectores”.

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Tampoco podrían la CIDH ni la Corte Interamericana admitir tal demanda de inmediato, pues según el artículo 46 de la Carta Interamericana de los Derechos Humanos, “1.    Para que una petición o comunicación presentada conforme a los artículos 44 ó 45 sea admitida por la Comisión , se requerirá: a) que se hayan interpuesto y agotado los recursos de jurisdicción interna, conforme a los principios del Derecho Internacional generalmente reconocidos”.  Y desde el 10 de mayo de 2012 nuestra Asamblea Nacional acordó la denuncia de la Convención Americana , pero sólo tras inexplicable e inexcusable retraso se comunicó el 6 de septiembre dicha decisión a la Corte. Ante ésta sólo se pueden interponer recursos durante un año tras la denuncia. De no ser por el saboteador retraso, ya estaríamos libres de esa pesadilla. Pero declara   en el diario La Verdad del 27-4-1013, el  constitucionalista José Vicente Haro que “el camino de la impugnación es largo. Una sentencia definitiva podría demorar hasta un año“. Antes de ese plazo, el 6 septiembre de 2013 estaríamos enteramente fuera del poder del tribunal de los fariseos. Que así sea.

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La justicia es ciega, y el prejuicio también. Ante la Corte Interamericana están introducidas las demandas de RCTV contra la no renovación de su concesión; la de Allan Brewer Carías para deslegitimar a los tribunales venezolanos y la anunciada del candidato perdedor para anular las elecciones presidenciales. Toda una triple  ofensiva para deslegitimar a los poderes Ejecutivo, Judicial y Electoral. El órgano encargado de defendernos, la Agencia del Estado para los Derechos Humanos ante los Organismos Internacionales a veces padece cuatro meses de tardanza antes de que se pague a su personal, en otros casos no ha podido asistir  a audiencias por providenciales retrasos en la entrega de viáticos. El presidente Nicolás Maduro twitea que «La cuestionada y desprestigiada CIDH vuelve a arremeter contra la democracia y el pueblo venezolanos. Una vez más la rechazamos y repudiamos». Para que ese repudio se haga efectivo, es necesario dotar de medios a nuestros defensores. Se avecinan graves batallas jurídicas, y no podemos acudir a ellas desarmados.

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