Adriano Corrales / ¿Poeta de profesión u oficio?

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Me quedé solo en mitad de la calle, con una pluma roja entre las manos amoratadas. Octavio Paz, Trabajos del poeta. El poeta anónimo eclosiona su oficio en términos de la otredad, otredad manifestada en Pessoa, Chevalier de Pas, Alvaro de Campos, Caeiro, Reis, Charles Robert, Cross y Alexander Search, heterónimos en fin bajo un mismo hombre; de esta manera y en su estado de creación-posesión se duplica fáusticamente Adriano Corrales. | FRANCISCO RUIZ.*

Me llaman así con este nombre (…) vivo en la muerte que me nombra
heterónimo

A. Corrales.

Profesión u oficio (libro de Adriano Corrales) se divide en dos partes: Trasiegos y Cantos, cartas y otros sones. En la primera parte (indudablemente la mejor) aborda temáticas como la otredad, la soledad, la cotidianeidad y la lluvia —elemento recurrente en su poesía—; la segunda parte es una persistente valoración a su familia y a escritores como Federico García Lorca, Jorge Luis Borges y Cesar Vallejo entre otros.

En Trasiegos, el mejor escrito a mi parecer es Poema con Actriz, un poema erótico que evoca la naturaleza y yuxtapone un escenario nocturno-sexual con un escenario ecológico —¿ecocrítica?—, la lluvia es una constante, el agua (Por el agua viaja tu cuerpo) y la humedad (bajo el aguacero tu cuerpo húmedo); Adriano finalmente compara en una especie de imaginismo los aplausos (Escenario) con el ruido de la lluvia.
Con la lluvia sonrisa por dentro el abrigo verde (…) con mi cuerpo apagándose en vos cuando cesan los aplausos se abre la tiniebla.

Y hablando de escenarios, en Profesión u oficio la reciprocidad es medular; Adriano juega con el paralelismo de las cosas, pasando así de lo abstracto a lo concreto y logrando además antimetábolas que sugieren diferentes ópticas:

Con la franelita el zapato Con el zapato la franelita (…) con la imagen el silencio con el silencio la imagen sobre el sulfúrico poeta Cotidiana.

Refleja además los mismos recursos técnicos en su poema llamado Epígrafe:
Los rostros son las manos humeantes (…) las manos son los rostros transparentes

Corrales convierte su oficio en una especie de catarsis, profesión que manifiesta lo exterior en interior, convierte además un medio para evitarse, salvarse o justificarse a través de la palabra:

Me he sumergido en fin en la palabra Tumba donde tal vez y para siempre pueda salvarme de toda muerte de tribunales

No es en vano el uso de recursos técnicos en su poesía, me atrevo a decir que hay en Corrales plena conciencia de su escritura y sobretodo mucha precisión en su forma técnica, precisión que ejerce ímpetu en su contenido (Los consejos de T.S Elliot siempre son certeros); sin embargo la técnica usada por Corrales, en este caso la omisión de elementos gramaticales (en su mayoría signos de puntuación) no es algo que valore con tanta fuerza, de hecho Borges desertó del ultraísmo porque sus compañeros no proponían nada a favor del lenguaje; no por ello deba deducirse meritos, pues con esto también se logran recursos técnicos como la acumulación, necesaria en todo caso para que la atmósfera se torne obscura y densa cuando el contexto lo amerita.

Profesión u Oficio es sin duda una muestra de la persistencia que Corrales ha tenido en su vida y en su poesía —cualidad que debería tener todo poeta según Pound—, no obstante, es necesario esperar otras obras. Acaso a ello se refiere Adriano en su poema Epilogo con advertencia y hacha encendida:

Si vienen a buscarme Estoy en la palabra desnuda (…) en lo que aún no se ha dicho en lo que de todas maneras viene

Es curioso, algo similar dijo en cierta ocasión Juan José Arreola: «Mi obra más importante es la que no he escrito, y no la que he llevado a cabo».

Esperemos entonces otro momento a que Adriano nos siga ofreciendo su mejor poesía y en definitiva continúe llevando a cabo su mejor profesión u oficio.
* Poeta.
Texto aparecido en marzo de 2003 en el periódico de Nicaragua Nuevo Diario.

Addenda
Adriano Corrales Arias es un escritor costarricene; Francisco Ruiz Udiel, otro escritor, pero nicaragüense. Por estos días las relaciones oficiales —y oficiosas— entre ambos Estados no atraviesan su mejor momento. Tras leer el texto que antecede se pregunta uno, ¿por qué la poesía no es la política de los Estados?

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