Alfabeto andante

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Luis es el Gerente de la ‘Biblioteca Rural Itinerante de Colombia’, encargada de suministrar lecturas a las niñas y niños de los poblados más extraviados, menos queridos, más ignorados… Por casi todos menos por su Servicio, público y gratuito, que con palabras escritas o recitadas sustituye de esas pequeñas retinas, asesinatos, desaparecidos, mutilados y tantas violencias que ahí se dieron (y se dan), por duendes entrometidos, aventureros voladores o por ballenas en el fin del mundo.
Aunque el propósito es grande, la empresa es chiquita, y entre Luis y sus dos únicos socios – incondicionales pero un poco testarudos- se tienen que encargar de todo. A Luis se le encomienda la selección de los libros y –con sus ojos decidores- la lectura teatralizada de los cuentos a la muchachada que le rodea, sentados bajo los árboles gigantes de esas tierras. Sus socios, dos burros, asnos o pollinos, cargando los libros en sus alforjas son los responsables de Logística y Transporte. Con los rebuznos al llegar a cada pueblo, se transforman en el Departamento de Publicidad y Marketing, pues de todo tiene la Biblioteca.
La burra se llama Alfa y el burro se llama Beto. Alfa y Beto son la primera bibiloteca móvil que no contamina, que fertiliza los campos y siembra imaginación en niñas y niños.
La mamá de Luis, le pregunta «y tu hijo, de donde sacaste esta idea de andar con burros y libros». –De la mente, madre, y necesitamos generaciones con mucha mente crítica, y mucha imaginación. Y como dicen que leer empuja la mente, pues yo hago mi parte.
Cuando oyen llegar a Alfa y Beto, todos salen corriendo de sus casas… ¡llega la Biblioburro!- exclaman felices, mientras acarician y miman a estos burros intelectuales. Al rato, bajo los cañizales del techo de la escuela ya están todos los niños en sus bancos. -Cierren los ojos, les pide Luis, mientras Alfa y Beto descansan y repostan combustible. Y empieza la narración de una nueva historia, que cada niño sin ver, la piensa en colores diferentes y en paisajes únicos.
– Y colorin colorado, acaba Luis, este cuento se ha acabado. Ya pueden abrir los ojos. Y díganme, ¿saben que máquina es esa que en sus cabezas se puso en marcha?
-Sí, Luis, eso fue la imaginación, le responden entre risas.
 
Gustavo Duch Guillot

 

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