Andrés Sal.lari / Apenas algunos síntomas dolorosos del derrumbe capitalista
Vamos a compartir algunos ejemplos. El gobierno estadounidense ha inyectado 180 mil millones de dólares a la aseguradora AIG para salvarla de un catastrófico quiebre, y los altos ejecutivos de la empresa no tuvieron mejor idea que repartirse entre ellos 165 millones de esos fondos públicos.
La revelación de este escándalo partió del congreso, y el pasado lunes 16 de marzo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama no le escapó al bulto y declaró: "Esta es una corporación que se encontró con el desastre financiero debido a la imprudencia y la codicia. Bajo estas cirscunstancias, es difícil entender cómo los operadores de derivados en AIG garantizaron los bonos. ¿Cómo ellos justifican este escándalo a los contribuyentes que están manteniendo a la compañía a flote?"
Habrá que ver si la coyuntura empujó a Obama a referirse a este escándalo, pero creo que aunque fuera asi, pudiera haberse mostrado más distraído u ofrecer alguna interpretación más moderada. La información decía que tras detenerse a toser, Obama confesó que estaba "atragantado por la rabia".
Otros analistas tienen una visión diferente a la mía, Michael Hudson publicó en Counter Punch que la verdadera conspiración detras de este caso no son los escasos millones que se repartieron en bonos sino el destino de la mayoría de las decenas de miles de millones que AIG repartió entre algunas corporaciones privadas.
Hudson ofrece un dato muy interesante: que la mayor beneficiada con el rescate ofrecido por el pueblo estadounidense (representado por sus gobiernos) fue Goldman Sachs, que era presidida por el propio funcionario que ideó el rescate, el ex secretario del Tesoro de Bush, Henry Paulson.
Esto demuestra la estructuración de un sistema perverso y corrupto. La clase empresarial asume la función pública violando lo que debería ser una división de poderes; cuando sus intereses son afectados por una crisis económica generada por ellos mismos, entonces utilizan su poder público para confiscar dinero del pueblo e inyectarlo en sus empresas.
Me parece tremendo, pero el caso de los bonos me parece apenas un poquito más bochornoso aún (aunque las cifras sean irrisorias al lado de estos paquetes).
Aún partiendo de la base de lo que significa una estafa como la de Goldman Sachs (ya detallado más arriba) lo de los bonos me parece más indignante, pues en un arranque de ingenuidad podríamos creer que los más de 10 mil millones que le dieron a Goldman Sachs eran necesarios para salvar a la empresa, para que sus trabajadores no se quedarán en la calle y para que evitar que la crisis se profundice. Pero el tema de los bonos, más allá de su monto, indigna más porque allí no hay ingenuidad que valga, el dinero se utilizó simplemente para que los que habían desatado toda la crisis se premien entre ellos, y encima con fondos públicos. Se me representa como una especie de orgía.
En todo caso, me parecen rescatables las palabras de Obama, es que su antecesor era tan nefasto que ante un caso como este sólo hubieramos podido esperar unos cuantos chistes malos festejados por todos los corresponsales de la Casa Blanca, y a otro tema.
Ahora dicen que parte de los bonos fueron devueltos y que el Obama instruyó a su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, para que implemente las medidas necesarias para recuperar esos fondos. Permítanme desconfiar acerca de las devoluciones y de la verdadera decisión política en recuperar esos milloncitos.
Si siguen dejando que estos dictadores actúen con impunidad, lo que lograran es llevar a la quiebra a los propios estados (hay que tener en cuenta que sólo a AIG le dieron 180 mil millones de dólares, y más de 500 mil se destinarán a los activos tóxicos, es muchísimo dinero).
Para cerrar, un concepto agregado a las declaraciones del presidente del Comité de Servicios de la Cámara de Representantes, Barney Frank, quien opinó que sería el momento de despedir a algunos miembros de la AIG implicados en la estafa de los bonos. Mi agregado es que deberían ir todos presos.
Fíjense que el accionar de estos buenos muchachos está provocando consecuencias serias a cientos de miles de seres humanos y lo máximo que se animan a pedir es su despido. Mientras tanto al pobre Mountazer Al Zaidi, al que sólo se le ocurrió lanzarle un par de zapatos a George W. Bush (indignado por la horrible masacre ordenada por el ex presidente contra el pueblo de Irak), le clavaron 3 años de cárcel. Sumada a la impunidad, la hipocresía de esta dictadura mundial, es uno de sus problemas más graves.
Andrés Sal.lari es periodista .