Antonio Turiel: «La cerámica no tiene más remedio que adaptarse al hidrógeno, aunque sea más caro»

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Licenciado en Matemáticas y doctor en Física Teórica por la Universidad Autónoma de Madrid, Antonio Turiel (León, España. 1970) ha centrado su trabajo investigador en la oceanografía física y en los recursos naturales, y más concretamente los energéticos. Con más de 90 artículos científicos publicados en revistas internacionales, este investigador del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC ha participado en numerosos proyectos y contratos industriales, pero su dimensión pública nació y se alimenta del impacto obtenido en los últimos años por su blog de divulgación, The Oil Crash, en el que analiza los problemas de disponibilidad de los recursos naturales.

En él viene sosteniendo que la escasez de petróleo, gas y carbón “comienza a hacerse evidente, llevando a un encarecimiento generalizado de todos los bienes y de la energía”. Lo explica partiendo “problema creciente” que supone el mantenimiento del suministro de combustibles fósiles. Explotados desde hace décadas los yacimientos de mayor calidad, señala que el rendimiento de otros nuevos “ha ido cayendo drásticamente hasta hundirse por debajo del umbral de la rentabilidad, lo que ha llevado a las compañías petroleras y gasistas a reducir su inversión para localizar y poner en explotación nuevos yacimientos.

En 2020 publicó con Alfabeto su último libro: Petrocalipsis: crisis energética global y cómo (no) la vamos a solucionar. Mañana jueves, 18 de noviembre, intervendrá en el XVI Congreso Internacional del Técnico Cerámico, organizado por la Asociación Española de Técnicos Cerámicos (ATC), con una ponencia sobre los retos presentes y futuros de la energía en la industria azulejera.

– Usted lleva más de una década hablando sobre el ‘peak oil’, entendido como el momento en que el ritmo de extracción de petróleo llega a su máximo productivo histórico e inicia su declive porque es más caro y difícil extraerlo. ¿Cómo ha evolucionado su opinión al respecto en este tiempo?

– Bueno, la producción de petróleo crudo convencional llegó a su máximo en 2005, lo reconoció la Agencia Internacional de la Energía en 2010, con todo lo optimistas que suelen ser sobre el futuro de la producción. Cuando yo empecé el blog en 2010 había muchos síntomas de que se había superado el máximo de extracción de petróleo crudo convencional. Hemos introducido otros hidrocarburos para compensar que el convencional ya no sube, pero no son lo mismo que el petróleo convencional. Y eso era evidente que iba a dar problemas. En 2011 ya escribí sobre el pico del diésel, porque ya se veía que llegaría antes que el pico de todos los líquidos del petróleo. Desde entonces hemos añadiendo capas de complejidad sobre lo que ya se sabía que iba a pasar.

Lo más sorprendente de todo ha sido el fracking, porque cuando empezaron las primeras prospecciones en 2008 ó 2009 ya se veía que no era rentable, que era un negocio ruinoso. En muy pocos lugares se puede ganar dinero con ello y además, siempre tiene que ser con valores bastante altos. La industria decía que se podía ganar dinero con el barril a 60 dólares, luego que si a 40… es mentira y siempre han perdido dinero con ello.

– Pero siguieron adelante con ello durante unos años.
– Sí, y lo que es bastante curioso y era imprevisible, por absurdo, era que las petrolíferas se iban a descapitalizar de la manera en que lo han hecho para mantener la fiesta en marcha. Eso nos ha dado tres años, pero al final tampoco ha cambiado tanto la cosa: el peak oil del petróleo se produjo en 2018 en lugar de en 2015, como pensábamos. Pero se ha hecho a costa de causar un grave perjuicio económico a las petroleras, que ahora están escaldadas y no invierten. De hecho, lo que están haciendo es bastante preocupante porque están tirando del freno de mano con todas sus fuerzas.

«Que la producción de diésel sea un 15% inferior a la de 2015 es muy grave porque el diésel es la sangre del sistema, todo el transporte mundial se mueve con diésel e incluso tiene repercusión en el tráfico marítimo»

– ¿Y qué incentivo tuvieron para invertir en el fracking, si era tan difícil ganar dinero?

Si miras lo que gastaron las petroleras y gasísticas entre 1998 y 2014, ves que multiplicaron por tres lo que se gastaban en el segmento upstream del negocio, que es la búsqueda y puesta en explotación de nuevos yacimientos de petróleo. Especialmente desde 2008, con la entrada en escena del fracking, donde hay más aceleración del gasto.

Entonces, lo hacen con la ilusión de que hay que hacer una curva de aprendizaje, que la cosa mejorará según se conozcan mejor los yacimientos, la tecnología vaya mejorando… es la típica fe en la capacidad tecnológica de un sector además muy tecnológico, el de las petroleras, que es de lo más puntero en este punto en el planeta. Era una fe en que la tecnología iba realmente a permitir revertir la situación, y no se les puede reprochar que no hicieran los deberes: se emplearon a fondo. El problema es que vieron que perdían dinero muy rápidamente y en 2014 tiraron la toalla. Y desde ahí se ha reducido la inversión en un 60%, en el caso de Repsol un 90%.

– Pero antes de 2014 ya habría signos de que algo no iba bien.
– Sí. Mira, del 2011 al 2014 pasa algo muy significativo: si miras el precio te das cuenta de que siempre se mantiene por encima de los 110 dólares por barril y nunca supera los 120. Eso no es casual: había estudios que apuntaban que el precio máximo que podía soportar la economía mundial antes de entrar en recesión es de 120 dólares por barril. El coste que tuvo ese esfuerzo es que en ese periodo las 127 compañías petroleras y gasistas más grandes del mundo estaban perdiendo dinero a ritmo de 110.000 millones al año. Eso era insostenible. Acaban perdiendo la fe y desinvierten progresivamente.

Siguen buscando yacimientos y poniéndolos en línea, o extendiendo los yacimientos actuales y haciéndoles el mantenimiento, que eso también es upstream. Y así pasa que ahora Repsol, por ejemplo, solo tiene mantenimiento. La exploración ha caído en picado y eso es irreversible, pese a que hubo un intento político de frenarlo.

El científico, en una conferencia en la Universitat Jaume I en 2019.

– ¿Cuál fue?
– Cuando el sector estaba levantando el pie del acelerador con el fracking, llega Trump y pone como secretario de Estado a Rex Tillerson, ex CEO de ExxonMobil, y a base de exenciones fiscales hace que remonte la producción de ‘fracking’. Y luego cae y se acaba de estrellar. Luego, las quiebras en el sector acumulan un pasivo de 300.000 millones de dólares. Han quebrado un montón de empresas desde 2016, con lo que se ha hecho más dura la caída.

– ¿Y cómo está la situación ahora?

– Pues hay un proceso de desinversión muy profundo y es un problema que nos puede llevar a una situación muy penosa. Los informes de la Agencia Internacional de la Energía, que para hacer predicciones de futuro utilizan modelos de análisis orientados por la demanda (demand-driven), nos muestran desde 2018 fuertes desfases entre lo que tendría que producirse y lo que realmente se produce en función de la inversión realmente existente. Desde 2013 ya alertaban de la caída de la inversión.

En 2018 ya hablan de que habría un desfase de hasta el 34% entre demanda y oferta en 2025… y en los últimos informes este gap ya sube en el peor escenario hasta el 50% de aquí al 2025. Este año cerraremos con un desfase de alrededor del 5%, pero la previsión para los próximos es de rápido crecimiento del problema. No creo que llegue a caer tanto como un 50% porque habrá algún tipo de reacción de los estados respecto de los productores y algún tipo de rescate internacional más o menos encubierto. Pero habrá una caída y gorda. Y no tiene vuelta de hoja.

– A su juicio, ¿cuáles son las consecuencias de todo esto para el ciudadano medio de Occidente de cara al año 2022?

Por qué subió el diésel este 2021? - Alianza Flotillera– Pues hay varias muy directas. Una de ellas es el problema con el diésel a escala mundial, que se está haciendo indisimulable. El máximo de producción de diésel se tocó en 2015 y se ha hecho un grandísimo esfuerzo para aumentar y mantener su producción, hasta el punto que se ha reducido mucho la producción del resto de destilados medios, que están en la misma franja de refino. Eso ha caído muy rápidamente, desde 2008 ha caído un 50%, a la mitad. Y mientras la de diésel tocó máximo en 2015, se mantuvo un poco estancado hasta 2018, empezó a bajar en 2019, lo hizo más rápido lógicamente en 2020… pero en 2021 ha seguido bajando.

Esto se debe a que para producir diésel lo mejor es el petróleo crudo, que es el que tocó máximo en 2005. De todo lo demás que ponemos, no todo sirve para hacer diésel. Por ejemplo, el fracking no vale. Entonces ese problema, que es muy serio, ahora mismo lleva a que la producción de diésel sea un 15% inferior a la de 2015, estamos a niveles de 2017. Esto es muy grave porque el diésel es la sangre del sistema, todo el transporte mundial se mueve con diésel e incluso tiene una repercusión en el tráfico marítimo.

– ¿Por qué? ¿De qué forma?
– Porque hasta el año 2020, en el transporte marítimo se utilizaba básicamente cualquier basura con alto contenido en azufre [ríe]. Me han contado ingenieros navales que había motores que se les caían a pedazos de tanto azufre que habían acumulado y que se les corroía. Quemaban chapapote, auténticas porquerías de combustible. Pero eso ahora está limitado porque con la nueva regulación marítima internacional, la IMO 2020 [que obliga a los barcos a emplear fueloil con un contenido máximo de azufre del 0,5% masa/masa frente al anterior 3,5%], desde el 1 de enero de 2020 están obligados a que sus emisiones de CO2 estén por debajo de unos límites.

Al final no es que tengan que utilizar diésel, pero o bien instalan unos sistemas de captura de dióxido de azufre que son muy caros, o bien utilizan simplemente otro combustible con menos contenido de azufre, que compite en la franja de destilados medios del diésel, que es justo donde tenemos el problema. Entonces, este problema del diésel produce un encarecimiento tanto del transporte terrestre como del marítimo.

«Hay que hacer entender a la sociedad que en el tema energético hay que hacer adaptaciones profundas, a las que ya llegamos tarde y que además hay que hacerlo mientras afrontamos el reto del cambio climático»

– Es decir, que le atribuye una parte importante del fuerte encarecimiento de los fletes, por ejemplo.

– Sí, por supuesto. Hay algo evidente: se habla mucho de los cuellos de botella cuando se reactiva la economía tras el primer impacto de la Covid-19, pero se exagera su importancia. Eso fue muy importante hasta principios de este año, y su relevancia ha ido decayendo. Pero el peso más importante está en el combustible, que es muy caro. Basta con hablar con la gente del sector del transporte: de lo que te hablan es de esto. En el caso de España, aunque es parecido al del resto de países, ahora mismo el precio del diésel es sólo unos 10 céntimos más bajo de lo que fue en el máximo de 2008. Es decir, estamos en precios muy elevados y eso tiene repercusión en todo el transporte. A consecuencia, los transportistas, que ya iban muy justos de margen, pues intentan reducir el sueldo de los chóferes.

Y ya que estás, duermes en la cabina, no te doy dietas. Y los camioneros se acaban enfadando, porque las condiciones laborales se han degradado mucho. Al final, hay que aceptar que el precio de los portes tiene que subir. No hay otra manera, pero es que todo el sistema como está montado no se sostiene. Y primero ves el problema de falta de camioneros en Gran Bretaña y se dice ‘es por el Brexit’. Y en parte les ha acelerado el problema. Pero es que luego lo ves en EU y luego en la Unión Europea y en España. Y es normal: no hay mucho margen ya para apurar y la situación se pone muy complicada. Pero hay otra derivada adicional que está complicando las cosas.

– No me asuste.

– Con estos costes actuales del diésel, muchas minas de muchos materiales no son rentables. Se cierran incluso algunas que están en operación, y se abandonan otros proyectos nuevos por falta de rentabilidad en perspectiva. Esto crea un proceso en cascada, porque te faltan materiales y como consecuencia no tienes otras materias primas o elaboradas. Y en esto tiene mucho que ver la escasez de diésel en particular y de combustibles derivados del petróleo, aunque el precio del petróleo no esté tan alto.

Se está moviendo en torno a los 80 dólares, que no es barato pero no es ni de lejos el más alto que hemos tenido. Pero el problema es el diésel, el coste de refino. Y la gente se pregunta ¿cómo es posible que si el petróleo no está como estaba en 2008, el diésel sí esté en precios muy cercanos a los entonces? Pues porque ahora sacar diésel cuesta mucho, ha habido que hacer muchas adaptaciones a las refinerías, y al final llegamos hasta donde estamos pudiendo llegar. Y el problema tiene tendencia a acelerarse.

– ¿Por qué?
Pues porque la situación ahora es tan compleja que si no hay una actuación muy decidida de los gobiernos para coger el toro por los cuernos y encarar el problema que se nos viene encima, nos la podemos pegar. Porque muchos de estos procesos son rápidamente degenerativos: no podremos evitar que disminuya la producción de petróleo, ni la de diésel, pero sí podemos hacer que no caiga tan deprisa, porque necesitamos un tiempo para adaptarnos. No podemos hacerlo deprisa y corriendo.

Por ejemplo, es el problema que tiene el sector de la cerámica: no tienen más remedio que hacer una adaptación -que es natural- hacia el hidrógeno, como gas combustible, y esto implica muchas cuestiones. Hay que adaptar los hornos y sistemas que utilizan, porque el hidrógeno tiene una química diferente a la del metano, tiene una temperatura de llama más elevada, es una molécula más fugaz, no conozco los detalles técnicos pero tienen que hacer un montón de adaptaciones.

Y por otra parte, está el inconveniente de que la materia prima va a ser bastante más cara, porque el hidrógeno producido por electrólisis de agua o procesos semejantes va a ser más caro. Esto lo van a tener que repercutir en los costes. Y eso quiere decir que la sociedad tiene que estar preparada para que el precio de la cerámica, como el de todos los procesos industriales que requieren calor en grandes cantidades sean más caros. Eso va a haber que aceptarlo e integrarlo. Igual que la producción de alimentos va a ser más cara, o la de muchos otros bienes y servicios.

Turiel es el autor del blog 'The Oil Crash', donde publica sus opiniones desde 2011.

– Desde luego, eso sí tiene implicaciones importantes sobre los ciudadanos.

– Es que al final, que todo eso sea más caro el efecto que tiene es que, al reducirse la renta disponible, otros gastos que son discrecionales no se podrán realizar. Eso tiene un impacto grande. Ahora, ¿se puede tener 20 años para hacer esa transición? Se puede: los procesos de declive no son necesariamente rápidos. La producción de petróleo, gas, uranio y carbón no tiene por qué caer rápido, se debe poder pilotar. Y sería lo suyo en una sociedad estructurada tomando decisiones inteligentes: un proceso que se alargase durante décadas.

El problema es si no hay una preparación. Creo que fue Kissinger quien dijo que la sociedad norteamericana tiene solo dos estados: la autocomplacencia y el pánico. Y lo segundo es muy peligroso porque mueve a actuar con mucha irracionalidad, lo que es peligroso para las empresas. Ante eso hay muchos que piensan ‘no lo veo claro, me retiro’, y al desinvertir aceleran un proceso que de por sí no tendría por qué ser tan rápido. Y eso pasó con las compañías petroleras: tuvieron mucha fe y al no conseguir los avances que esperaban, pasaron al modo pánico. Y ni tanto ni tan calvo.

– Pero estábamos en cómo afectaba todo esto al ciudadano de a pie.
– Lo veo clarísimo: hay un problema con la cadena de suministros que será persistente. Habrá momentos en que mejorará, estacionalmente, y habrá situaciones en que los precios mejorarán porque algunas empresas quiebren y al no consumir bajará la demanda, pero esta no es la buena manera [ríe], igual que puede pasar que un país se vaya al carajo y la cosa sea peor. Hay que fijarse en la producción, que tendrá una caída que será progresiva si hacemos las cosas inteligentemente y más rápida si no es así. Y el precio va a oscilar, lo que supone un doble problema para los ciudadanos.

Por un lado, con los precios altos disminuye su capacidad de compra y puede haber problemas puntuales de desabastecimiento de cosas puntuales, que pueden hacerse con el tiempo permanentes. Y por otro lado, porque para muchas empresas puede pasar que la demanda caiga y se encuentren con precios bajos y se encuentren con que no sean viables. La volatilidad es muy dañina, más incluso que un escenario de precios elevados, porque lo segundo es predictible.

– Pongamos un ejemplo.

La Transformación Digital en la Industria Cerámica | TicNegocios.es | Cámara Valencia– Pues por ejemplo vayamos a la cerámica. Ahora hacen inversiones y deciden ‘vamos a producir de manera más cara’, porque los precios se mantienen caros, etcétera. Y de repente cae la demanda. Y el precio se derrumba: pues estás pillado, porque has inmovilizado un montón de capital que no puedes rentabilizar y puedes quebrar. Por eso me parece mucho más peligroso el escenario de volatilidad, que por desgracia es al que vamos, que uno de precios altos.

«El sector cerámico va a tener la ventaja de que se van a utilizar más sus materiales, porque por ejemplo todo lo que ahora se hace con plástico irá desapareciendo»

– Desde los gobiernos, ¿se pueden introducir ‘amortiguadores’ para ganar ese tiempo que necesitaríamos para la transición energética? Porque se sobrentiende que tendrían que ponerse de acuerdo muchos actores a nivel internacional, ¿no?

– Es muy complicado en todo caso y requiere una gran concertación internacional, que yo veo posible. Si te fijas, el fracaso de la Cumbre de Glasgow tiene que ver con que ahora mismo no se quiere renunciar al carbón, no se toman compromisos con el CO2… pero es que con el momento tan complicado que tenemos, restringir el acceso a los combustibles fósiles sería la puntilla. Apaga y vámonos. Si ya nos está costando mantener una provisión estable, haces eso y se cae todo. Yo tengo una gran preocupación con el cambio climático, porque siempre explico que es mucho peor de lo que la gente se piensa.

Pero tampoco queremos el colapso de la sociedad: un cambio de la profundidad del requerido necesita un pilotaje y un tiempo. También te digo que me impresiona la escasísima calidad técnica de las discusiones políticas que se tienen hoy en día. Un ejemplo en España lo tenemos con la frase poco afortunada de Pablo Casado sobre la energía solar, que ha tenido respuestas también muy poco afortunadas. Hay cuestiones que son muy técnicas y no son para la discusión del público en particular. Pero aquí cualquiera opina y no hace falta… y eso pasa también a nivel internacional.

– En 2019, citando estudios de la Universidad de Valladolid, decía que con las tecnologías actuales seríamos capaces de producir el 30-40% de la de energía que producimos actualmente solo con energías renovables. ¿Qué le diría a un gobernante que le pidiera consejo al respecto?

– Hay gente que en el extremo optimista habla de que podríamos llegar a producir hasta 5 veces lo que producimos hoy. Me temo que la realidad estaría incluso por debajo de ese 30-40%. Últimamente estamos trabajando en un tema muy técnico: hay un problema con la máxima penetración de las renovables para producir electricidad, lo cual nos conduce más a unas renovables para producir hidrógeno. Lo cual por ejemplo para la cerámica es bueno, por ejemplo, porque en lugar de intentar integrar toda la electricidad en la red, lo que se tiene que hacer es usarla para otras cosas porque la red se puede volver inestable.

Hay un problema técnico muy serio, que es irresoluble: el mantenimiento de una red eléctrica que funcione con un sistema corriente alterna es incompatible con fuentes que por su propia naturaleza tienen un output variable, porque acaba afectando a la frecuencia de la red y de forma muy rápida. El riesgo de un gran apagón en Europa es real.

– Entiendo que en el caso de la cerámica se refiere a la necesidad de que la generación esté cerca del uso, porque no se podría poner esa energía en la red.

– No puedes intentar distribuir sobre una red de cierta distancia más allá de cierto volumen. Al final dependes mucho de la tecnología de respaldo, y tienes dos posibles para este tipo de fuentes: el gas de ciclo combinado y las hidroeléctricas, porque son las únicas que El experto confía en nuevas posibilidades de futuro para la cerámica.tienen un tiempo de respuesta adecuado. La nuclear va a piñón fijo, no es regulable, y las de carbón son lentas, porque el vapor no responde tan rápidamente.

El ciclo combinado es un proceso de combustión interna, tiene un tipo de respuesta más rápido y se adapta a las fluctuaciones de la red, y en el caso de la hidroeléctrica es simplemente abrir la escotilla. El problema que crea eso es que la máxima cantidad de energía renovable que puedes meter en la red puede ser del 30-40%, como mucho un 50%, no más. Porque si no, generas un problema de inestabilidad inmanejable y te cargas la red. Te la cargas. Es un problema de gestión de la frecuencia, es un tema muy técnico. No es un problema de la potencia producida, sino de mantenimiento de la frecuencia de la oscilación de la corriente alterna. Puede llevarte a unos picos de tensión con un potencial destructivo impresionante.

Ese es el miedo que tienen en Alemania: han integrado muy rápidamente sus redes con los países de Centroeuropa, tienen un montón de sistemas distribuidos y ahora ven que les falta capacidad de respaldo para estabilizar la red. Han tenido problemas graves, como el pasado 8 de enero. Todas las redes tienen sistemas que detectan cambios de frecuencia, pero es que estos se propagan en cuestión de milisegundos. Es un tema delirante… pero no quería irme del tema.

– Ahí vamos. ¿Qué le aconsejaría al gobernante?

– Lo que le diría es que para empezar, en un tema como el anterior hay que hacer una evaluación mucho más seria, basada en conocimiento científico y no en los intereses, legítimos pero muy partidistas, de los diferentes actores del sistema. En general, a los gobiernos lo que les está pasando -ojo, no al alemán por ejemplo, que entiende muy bien la naturaleza de la situación- es que les está faltando un asesoramiento técnico independiente y objetivo. A las empresas hay que escucharlas, pero necesitas técnicos independientes y con formación, lo que es complicado porque han adquirido esa formación muchas veces en esas mismas empresas.

Hay muchos vericuetos, aspectos nada sencillos de explicar, pero es difícil tomar decisiones acertadas si no comprendes la naturaleza del problema. Y luego, un punto clave es hacer entender a la sociedad que en el tema energético hay que hacer adaptaciones profundas, a las que ya llegamos tarde y que además hay que hacerlo mientras afrontamos el reto del cambio climático. Hay que hacer pedagogía en la población y hacer entender que vamos a pasar unos años -¿por qué no decirlo?- bastante malos, que a lo mejor son un par de décadas. Y además, ese discurso complicado, duro, necesita un pacto de Estado y eso es una dificultad añadida.

En España es importante que en esta discusión participen al menos PSOE y PP, y eso añade una capa más de dificultad. A veces soy un poco pesimista al respecto: me fastidia porque como técnico veo todo esto evitable pero constato que no se va a evitar.

-¿Cómo se ve en el papel de gurú que algunos le atribuyen en estos temas?

– Tengo una ventaja importante porque soy científico del Estado, soy funcionario y tengo una formación adecuada para estos temas. Me interesé inicialmente por estos temas de forma accidental, cuando queríamos desarrollar proyectos de eólica marina. Comprobamos las limitaciones del mar en este tema, pero al verlo con profundidad te das cuenta de que algo no acaba de encajar. Empecé en el blog como algo divulgativo, y aunque no es mi línea de trabajo principal -que es la oceanografía física, sobre todo por satélite- sigo en ello.

Y lo más importante es tener independencia: en el mundo de la empresa hay gente con muchos más conocimientos que yo, pero no tienen la independencia. En cuanto a lo del ‘gurú’, en fin: yo no quiero que la gente me crea, sino que me entienda. Es una diferencia muy grande. Y el problema es que se actúa con mucha irracionalidad, gente que te dice que cree en ti y yo les digo que no se trata de eso, claro.

– En una conferencia sobre el ocaso del petróleo, en julio de 2017, usted decía que «nuestro sistema, que siempre había sido insostenible, se ha vuelto inestable y amenaza con colapsar». ¿Sigue viéndolo así?

– Es lo que decía antes: por complejidades técnicas, hay un riesgo muy grande. La mejor manera de no hacerte daño es saber que tienes un agujero delante… si lo ocultas, te puedes dar un buen golpe. Hay que entender que hay un riesgo real y actuar sin ignorar ese riesgo.

– Ha llegado a decir que las neveras del futuro serán comunitarias. ¿Cómo es el razonamiento que le lleva a conclusiones que dibujan un escenario propio de novela distópica?

– Hay un problema evidente: si queremos generalizar nuestro nivel de vida a todo el problema, tenemos un problema de escasez de materiales. Y no tanto por la propia escasez de estos sino por el coste energético de producción, distribución, etcétera. Entonces: es Transporte de mercancías: ¿Por tierra, aire o mar? - Blog Oficial de OMS Españamuy difícil que en el planeta todas las familias lleguen a tener una nevera en casa. Pero tampoco es necesario. Entonces, cuando pongo este ejemplo en el fondo es una llamada de atención: no pasa nada por compartir una nevera en un bloque de pisos, sería un modelo funcional y tampoco te cambia la vida. Lo que sí es importante es comprender que hay que hacer algunas adaptaciones críticas.

Uno de los problemas más gordos que tenemos es el de la movilidad de las personas y los materiales: en una situación de escasez de energía, lo más difícil será mover a la gente. En España, hay muchas zonas en las que la gente solo puede llegar en coche a su puesto de trabajo. Hay que ver cómo gestionas eso, porque tampoco puedes hacerlo con transporte público, las líneas de Cercanías en muchas ciudades de España están ya muy tensadas. Hay que estudiar mucho localmente sobre cómo garantizamos la movilidad de las personas, que tendrá que reducirse por fuerza.

Otro problema gordo es el de los alimentos, cuya producción requiere mucha energía fósil. Y por ejemplo, ahora Fertiberia ha cerrado las dos plantas de fertilizantes en España por los altos precios del gas natural, pero es que en Europa hay cinco o seis más cerradas, China ya ha dicho que no exporta más fertilizantes nitrogenados… hay un problema. Si tienes purines, perfecto. Si no, ¿qué? Eso está ahora mismo sobre la mesa. Hay cosas que por su naturaleza van a ir muy deprisa, con un gran potencial destructivo y requieren actuación urgente. No puedes dudar. Si no actúas, sabes lo que viene a continuación.

«Va a ser requerido un decrecimiento del metabolismo de nuestra sociedad. Ojo, eso no implica menos nivel de bienestar, eso no es necesario. Pero sí una racionalización del consumo»

– Ve inevitable que prácticamente el 100% de la energía sea renovable… dentro de muchos años. ¿Hay una forma viable de hacer la transición que no pase por el decrecimiento?

– Creo sinceramente que no. En cualquier caso, la sustitución por renovables ya hemos visto que tiene limitaciones. Va a ser requerido un decrecimiento del metabolismo de nuestra sociedad. Ojo, eso no implica menos nivel de bienestar, eso no es necesario. Pero sí una racionalización del consumo. Porque la mayoría de la energía y los materiales se malgastan por un sentido económico. Por ejemplo, modelos como la obsolescencia programada no va a ser posible mantenerlos. Siempre pongo el ejemplo de la lavadora: si la tienes en propiedad, al fabricante le interesa que se estropee justo al día siguiente de que venza la garantía para que te compres otra.

Si al fabricante le estás pagando una especie de leasing y cuando deje de funcionar es él quien tiene que pagarte una indemnización, ya verás cómo se preocupa de que sea fácilmente reparable, que sea muy robusta, en definitiva el incentivo lo pones en un sitio diferente. Y de paso, te adaptas a una situación real de escasez de energía y materiales. Hay que aceptarlo y no supone una pérdida de calidad de vida. Pero hay que hacer adaptaciones.

– Pensemos en ese ciudadano que recibe mensajes de la Administración pidiéndole un comportamiento más racional de consumo y le responde al Estado ‘aplíquese Vd. el cuento y luego me lo pide a mí’. ¿Qué le diría?

– [Piensa unos segundos] Pues que es complicado y no le falta una parte de razón. Es importante que haya políticas de Estado realistas. Es más, algunas de las medidas actuales dirigidas a paliar el tema energético y medioambiental están cargándose injustamente sobre un segmento de la población que no es el más favorecido. El caso más evidente son las restricciones circulatorias en Barcelona, que van contra la gente que tiene el coche viejo, que no son las de mayor poder adquisitivo. Es decir, no les falta razón: hay que hacer un análisis más serio.

– En 2010, auguraba en su blog que hacia 2015 nuestro PIB sería un 9%, como mínimo, inferior al de 2005 “y eso contando con que la producción de petróleo no decaiga». Ha hecho augurios como este, que no se han cumplido. ¿Se arrepiente de algunas predicciones? 

– Mira, la única cosa que me están reprochando muchísimo y sacando de contexto -y tengo un ejército de ‘trolls’ revisando todo lo que escribo- es un post que hice al principio de todo, por un post sobre reservas de litio. Reprochándome algo que decía un experto en un informe, cuando luego esas reservas no eran tan bajas como daba él. Además, yo al principio escribía más por divertirme, no tan profesionalizado. La que comentas no la recuerdo, aunque cada año hago un post de previsiones a principios de año aunque advierto que a corto plazo es difícil hacer previsiones.

No obstante, es muy interesante, porque hablábamos de la descapitalización de las petroleras. Es decir, España no ha reducido el PIB pero alguien ha tenido que pagar… como te decía, me ha sorprendido lo del fracking por la profunda ilógica con que se ha actuado. Las empresas seguían repartiendo dividendos, incluso estando en pérdidas.

– Su conferencia de mañana en Castelló se titula Retos presentes y futuros de la energía en el sector cerámico. ¿Es la energía el principal desafío del clúster?

– Sin duda es su principal problema porque son grandes consumidores de energía. Y otro desafío asociado es que el modelo de negocio actual está muy orientado a la exportación, y no es solo a nivel de Europa. El sector relacionado con la cerámica, una vez hechas las complejas adaptaciones iniciales que comentábamos antes para adaptarse al hidrógeno y demás, va a tener la ventaja de que se van a utilizar más en general los materiales cerámicos que ahora, porque por ejemplo todo lo que ahora se hace con plástico irá desapareciendo. Se hará bioplástico pero no se podrán hacer las cantidades de ahora.

Se va a tener que reservar ese plástico para unos usos muy específicos, por ejemplo sanitarios. Y habrá una resurgencia del uso del Sólo una de cada diez empresas cerámicas aplica estrategias de Industria 4.0 | Castellónmaterial cerámico en ámbitos que ahora están abandonados por pesos, dificultades de transporte. Eso forzosamente va a volver. Entonces, se producirá una diversificación del negocio, necesaria, porque la ventaja es que la materia prima no es tan difícil de obtener, el problema es la energía… y por los costes energéticos en general habrá de orientarse más al mercado local, entendido como Europa y el norte de África, sitios más accesibles desde el punto de vista de las rutas comerciales, tiene que focalizarse en eso. Reservando productos de mayor valor añadido para las distancias más grandes.

Es el sector al que le veo mejor futuro una vez superada esa transición, que será dura y puede dejar muchas víctimas sobre la mesa. Ese es un momento horrible, porque tienes carestía de gas y los costes de emisiones del CO2. La primera mala noticia que les daré es que eso va a ir a peor, pero hay que tomar decisiones estratégicas para ubicarse para lo que vendrá a continuación. Y hay que acertar, si te equivocas, ‘palmas’. Y no hay otra que transitar.

– Por último, cuando hablamos de la concertación de los países en la transición energética, es inevitable preguntarse por China. A un gobernante occidental cómo se le garantiza que el gigante asiático también entrará en este juego.

– China se está portando de pena ahora mismo, pero lo tiene mucho peor que EU, ¿eh? EU va a recuperar hegemonía, porque China tiene un problema de abastecimiento de materias primas muy importante. Lo está acaparando todo ahora mismo, y se está quedando con todo el magnesio por ejemplo. Y esto nos va a afectar a la metalurgia, la asociación europea del sector decía hace un mes que había reservas hasta el 21 de noviembre. Habrán buscado otros proveedores, habrá que saber a qué precio, pero habrá una afectación. Lo que le pasa a China es que tiene problemas para mantener en marcha las minas de carbón y está teniendo por ello cortes de electricidad recurrentes, y está desesperada, intentando reforzar rapidísimamente todos sus sistemas de producción de renovables.

La Transición Ecológica presente en las ayudas Next Generation EUNecesita muchísimos materiales y por eso lo acapara todo, empleando para ello la ingente cantidad de dólares que ha acumulado en las últimas décadas. Cosa que era de esperar, por otra parte. Me hace gracia cuando discuto con responsables de la transición ecológica en España, porque piensan que los demás van a estar quietos mientras ellos compran aerogeneradores y placas solares… va a haber cuellos de botella y no nos van a vender ni una. Todo esto se tenía que haber pensado. No es ninguna sorpresa, llevamos años hablando de esto. Si no haces los deberes a tiempo, ¿ahora qué?

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