Argentina, fútbol: irremediablemente cipayos

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Hacernos creer que Messi es el mejor de la historia a esta altura de su carrera es un gran triunfo del «márketing» y la colonización cultural a la que se nos somete desde hace décadas. No digo que no pueda ser considerado así algún día: lo que está claro es que, a sus 24 años, es el jugador más marketineado como «el mejor de la historia». |ESTEBAN BEKERMAN.*

Y muchos acá compran eso, pensando que «la historia» es sólo aquello que vieron o que pueden ver en videos. O aún peor: pensando que es sólo la que cuentan los europeos. Es decir, desconociendo por completo épocas doradas del fútbol argentino como las de los años 20 y los 40, en las que hubo cracks sin «márketing» ni videos que registraran sus hazañas —como Antonio Sastre, Pedernera, Pontoni o Rinaldo Martino, que los europeos desconocen por esa misma mezcla de ignorancia y soberbia con las que acuñaron el término despectivo «sudacas».

Lo triste es que como allá esos grandes jugadores no tienen prensa, nos hicieron creer que acá tampoco merecen tenerla, como si Europa siempre hubiera tenido mejor fútbol que Argentina o siempre hubiera sido necesario jugar allá para demostrar verdadera jerarquía futbolística.

Es decir: como si sólo importara jugar bien en el Barcelona o en una copa europea y no en la Selección, ni en una Copa América, ni contra Brasil como lo hacían de manera brillante aquellos grandes jugadores de los ’20, los ’30 y los ’40.

Pues bien: sepan que entonces Argentina y Uruguay no sólo vencían a Brasil o a otros países de Sudamérica, sino a cualquier selección o equipo de club europeo que se les pusiera enfrente. Recuerden quiénes jugaron las finales de los Juegos Olímpicos del ’28 y el Mundial del ’30. Que Boca le ganó al Real Madrid en su gira de 1925. Y que el San Lorenzo de Farro, Pontoni y Martino goleó 6-1 en 1947 a la selección de España. Sí, de esa España que hoy parece haber inventado el fútbol para muchos.

Que quede claro: Messi puede ser todavía el mejor de todos los tiempos o no merecer quedar ni entre los primeros diez mejores. Tiene 24 años, con el tiempo se verá qué proyección histórica alcanza. Para que quede más claro a qué apunto, de hecho, antes que el suyo es mejor tomar como parámetro el caso de Di Stéfano (arriba, izq.), considerado también «el mejor de la historia» por muchos europeos. En una hipotética lista de grandes de todos los tiempos, Pedernera o Pontoni estarían a mi entender encima de él, por una razón muy simple: se destacaron como los más grandes nueves de la época dorada del fútbol argentino, con jugadores (defensores y atacantes) muy superiores en líneas generales a aquellos que compitieron con Di Stéfano en Europa. 

Di Stéfano en Argentina fue un simple nueve veloz y buen definidor, pero no un artista con la pelota como Pedernera (der.) y Pontoni (abajo, izq.). Y en España tampoco se destacó como jugador lujoso, sino por su tremenda efectividad y prodigalidad por todos los sectores de la cancha. Pero claro, fue la máxima estrella del fútbol europeo durante muchos años. Y entonces, como hoy el fútbol europeo está a años luz de distancia del fútbol sudamericano, pensamos que siempre fue así y que Di Stéfano fue muy superior a otros que no jugaron en Europa no porque les faltaran condiciones ni ofertas, sino porque en Argentina no estaban nada mal y la diferencia respecto de lo que podían ganar allá no era mucha.

De hecho, San Lorenzo bailó y goleó a la selección española en su gira del 47 con Pontoni rindiendo a un nivel que hizo que ofrecieran un vagón de plata para la época por él. ¿Y qué pasó? «Si lo vendemos nos matan a todos», fue la respuesta de un dirigente según cuenta la leyenda.

Pero vamos a un caso bien cierto y concreto en el que sí se pudo ver en Europa a otro verdadero grande de todos los tiempos bastardeado e ignorado por décadas de colonización cultural: Rinaldo Martino (abajo, der.), votado como el mejor diez de la historia del fútbol argentino en sendas encuestas hechas por Goles y El Gráfico a mediados de los 70. 

Con una sola temporada en la Juventus, fue campeón, lo nacionalizaron y jugó en la selección italiana. Podría haber sido tan grande como Di Stéfano en Europa, pero extrañaba y se volvió. Otros tiempos sin dudas. Y otros jugadores. Desconocidos lamentablemente para muchos argentinos que hoy dicen muy sueltos de cuerpo que Messi «es el mejor de la historia». Como si no hubiera existido un Pontoni o un Martino.

En definitiva, Pontoni, Pedernera y Martino fueron grandes sin «márketing» no sólo por haber escasísimas imágenes fílmicas que registren sus hazañas, sino por no haber jugado en Europa ni en un Mundial ni en copas europeas. Porque claro, qué importa que con ellos Argentina ganaba la Copa América con goleadas impresionantes y tenía de hijo a Brasil… si Suramérica fue siempre inferior a Europa en fútbol, ¿no? (¡no!)

Mucha ignorancia y adoración por lo foráneo o espíritu cipayo hay en eso de alabar tanto a Di Stéfano o incluso a Messi por lo que hicieron en Europa y desconocer a cracks como estos que mencioné porque «sólo brillaron en Argentina» —y en Colombia en los casos de Pontoni y Pedernera, y en Italia en el de Martino—. Pero la historia del fútbol argentino, suramericano y mundial no empezó ayer, sino hace muchas décadas.

Y sí, antes no había TV, no había «márketing», no había cajas de resonancia para amplificar mil veces lo que hacía un futbolista del modo en que hoy se amplifica lo que hace un gran jugador como Messi. Pero igual existen cientos de testimonios para que valoricemos lo nuestro y no armemos nuestros «rankings» de acuerdo con la visión eurocentrista de quienes ignoran —precisamente por ignorantes aunque más por soberbios y despectivos para con nosotros los sudacas— un fútbol muy superior y que les enseñó a jugar a europeos y brasileños como aquel que se jugaba en la Argentina entre 1937 y 1948. 

Cipayos. Eso somos. Aunque duela.

* Periodista.
En http://estebanbekerman.blogspot.com —una página dedicada a la historia y análisis del fútbol.

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