BIOTECNOLOGÍA CUBANA. ALIMENTOS TRANSGÉNICOS
«Espero, sueño, que en el correr de los próximos tres o cuatro años nuestros transgénicos cumplan con todos los requisitos de bioseguridad y puedan ser
comercializados», dijo Carlos Borroto, vicedirector del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba. Entre los más avanzados hay variedades de maíz y boniatos resistentes a los insectos; arroz inmune a los hongos, y tomates que no les afectan los virus, explicó el científico durante un Congreso Internacional de Biotecnología realizado en La Habana.
En los laboratorios cubanos crecen también papas, plátanos, papayas y hasta piñas genéticamente modificadas. Borroto dijo que todos ellos están en fase de estudio de campo y ninguno salió todavía al mercado:
«La filosofía en general del país es poder compartir estos resultados. Las plantas transgénicas que estamos procesando son, principalmente, para dar
gratuitamente a los agricultores».
Cuba exporta 300 millones de dólares anuales en fármacos y tiene una activa industria biotecnológica que produce innovadoras vacunas contra la meningitis y la hepatitis B. Los medicamentos cubanos son exportados a unos 30 países en vías de desarrollo, a veces sin cobrarles las patentes.
Prudencia es la palabra
Científicos de unos 30 países discutieron el jueves en el Congreso de Biotecnología de La Habana los riesgos de los cultivos transgénicos. Todos estuvieron de acuerdo en aplicar la regulación más estricta posible. Cuba dijo que si los organismos genéticamente modificados demuestran no ser nocivos para la salud podrían ayudar a solucionar el hambre en el mundo, un problema que según Naciones Unidas afecta a más de 850 millones de personas.
«El problema del hambre no se va a resolver sólo con los transgénicos, pero seguramente podría ayudar», dijo Teresa Esteve, del Instituto de Biología Molecular de Barcelona. La científica catalana dijo, por ejemplo, que introducir la vitamina A en el arroz permitirá balancear la nutrición en países donde la dieta se basa en dicho grano.
Según datos divulgados en el congreso, el cultivo mundial de transgénicos creció exponencialmente en la década pasada, saltando de 1.7 millones de
hectáreas en 1996 a 81 millones en 2004. Ambientalistas y organizaciones campesinas se oponen al uso de los transgénicos por considerarlos productos inseguros que amenazan la salud y la cultura de los pueblos.
Para Borroto, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, el verdadero problema de los transgénicos es que tanto la tecnología como los derechos de uso están monopolizados por la compañía estadunidense Monsanto.
«El peor daño lo han hecho las grandes compañías. Es muy riesgoso tener más del 80 por ciento de los transgénicos en manos de una sola empresa», dijo.
Mitigar efectos de los derrames de petróleo
Investigadores del Instituto de Oceanología desarrollaron el producto BIOIL-FC para mitigar daños de los derrames de hidrocarburos. Probado eficazmente en varias situaciones críticas en la Isla, este antídoto está basado en microorganismos que aceleran el proceso de biodegradación, informa la revista Cuba Internacional.
El doctor en Ciencias Biológicas Roberto R. Núñez Moreira, jefe del Departamento de Microbiología Aplicada en el Instituto de Oceanología, de la Agencia de Medio Ambiente de Cuba, explica que la evolución de esta tecnología comenzó en los años 80 del pasado siglo.
«Compite ventajosamente en el costo, es adaptable a cualquier ecosistema marino, presenta una altísima efectividad en el mangle e igualmente mostró eficacia en la degradación de parafinas, resinas y asfaltenos, entre otros», refiere el especialista.
Aunque han expuesto sus resultados en eventos científicos y algunas publicaciones insertaron trabajos sobre el BIOIL, sus creadores consideran que aún es insuficiente la divulgación internacional de este logro. El planeta está continuamente expuesto a esos graves percances de envenenamiento, por lo que ese antídoto puede resultar muy útil prácticamente en todos los países de la Tierra.
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Fuentes:
Prensa cubana y agencias europeas de información.