Bolivia: La obstinada potencia de la descolonización

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Es evidente que no tenemos respuestas, porque sencillamente no sabemos; y no sabemos porque damos por sentado que no hay vida más allá del modelo basado en el crecimiento económico. Podemos elegir la austeridad para sostener un proyecto de cambios, pero esa opción debe pasar por un debate sincero que no puede ser protagonizado por los sectores acomodados e ilustrados de las clases medias, que no son austeras ni están por fuera del consumo. Ese debate deben orientarlo los de más abajo, los que hasta ahora no tienen la vida resuelta, porque son los y las que pusieron el cuerpo contra el neoliberalismo y porque son quienes más tienen para perder si los procesos de cambio se desmoronan.

Hace falta voluntad política, y cierta audacia, para encarar esos debates y no dar por sentado que los tecnócratas de arriba ya saben lo que se necesita. La ventaja de Bolivia es que hay un presidente capaz de pedir perdón y, sobre todo, movimientos de los diversos abajos que saben lo que no quieren y están dispuestos a dar la vida para evitarlo. No sabemos, sin embargo, cómo es el Buen Vivir aquí y ahora, y eso debemos reconocerlo por una cuestión ética y porque sólo así es posible enriquecer los debates.

Convocar un referendo, como anunció Evo, en los departamentos de Beni y Cochabamba, donde está el TIPNIS, es la mejor forma de evitar debates de fondo. El problema es que abrir un proceso de debates, que no de negociación, requiere mucho tiempo, pero ese es el costo que una sociedad debe estar dispuesta a pagar para resolver cómo y por dónde.

La disputa entre movimientos y gobierno, que en Bolivia se va a mantener largo tiempo, es la mejor noticia incluso para los gobernantes que quieren cambios de verdad y no sólo estar aferrados a un cargo. No fue la “lucidez” de los cuadros, siempre blancos y tecnócratas, ilustrados y bien hablados, lo que cambió América Latina en la década oscura del neoliberalismo sino la acción cotidiana de las gentes del color de la tierra. Pensar que son buenos para poner el cuerpo pero no para conducir, sería reproducir los modos coloniales que son, precisamente, lo que pretendemos remover.

Decir Bolivia, aún hoy, es decir que todavía es posible que los de más abajo decidan. En el acierto o en el error. ¿No es esa la descolonización?

-*Periodista uruguayo, docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
 

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