Bolivia: – RUMBO A OTRA GUERRA CÍVICA Y ECONÓMICA

Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

La Comisión de Coca de la Asamblea Constituyente que somete a revisión y busca acuerdos para la refundación del país hizo suya –en los hechos, reglamentariamente se limitó a aceptar– una inquietud de los cultivadores legales de coca en orden ver modo para que empresas extranjeras utilicen el nombre de la «planta sagrada» en sus productos comerciales.

Mala prensa por culpa ajena. La coca tiene mala prensa a raíz de haberse descubierto a principios del siglo XX que el clorhidrato de cocaína –polvo blanco en una época favorito de Sigmund Freud– que se utilizó hasta la década de 1931/40 en medicina, produce dependencia. Para la fabricación de cocaína se utiliza el alcaloide de la hoja tratado con diversos agentes químicos.

En Perú y Bolivia, básicamente, pero también en otros territorios que antaño fueron parte del Tawantisuyo –las cuatro regiones, el imperio inca–, la coca tiene ribetes sagrados, tanto porque es usada en ceremonias religiosas milenarias, cuanto porque de ella, una vez seca, se obtiene una harina de gran poder nutritivo; masticada, «con una poquita de cal», como dice el cantar popular, protege del cansancio, del apunamiento y es un inhibidor del apetito durante largas jornadas de trabajo.

La presentación pide se tomen respecto de la coca las mismas medidas legales llamadas «denominación de origen» que impiden el uso de nombres como champagne, tequila o parmesano fuera de ciertas regiones. La presidente de la Comisión de Coca, Margarita Terán, justificó en declaraciones al diario La Razón la presentación de los campesinos señalando que es cuando menos sorprendente que «Coca Cola pueda vender bebidas suaves en todo el mundo sin restricciones, mientras que a Bolivia se le prohibe exportar productos hechos con coca».

En 1961, ante el aumento de los problemas generado por el narcotráfico, especialmente en Estados Unidos, una resolución de la Asamblea de las NNUU Naciones Unidas prohibió el comercio internacional de productos hechos con coca y la puso en la misma categoría del opio y la cannabis (marihuana).

Que se pueda utilizar un producto natural con fines perversos –para alimentar mercados fuera de las regiones productoras– merece por cierto ser impedido, pero calificar a la coca como estupefaciente es algo distintos y a todas luces erróneo.

El presidente Morales ha iniciado una campaña internacional para que su país pueda producir para la exportación una serie de manufacturaciones derivadas de la hoja de coca, tales como dentífricos, cremas faciales e infusiones de hierbas. Naturalmente el gobierno de EEUU ha puesto grito en el Cielo.

Al escudo nacional

Informó el diario argentino Clarín de otra discución en el seno de la Constituyente que sacará chispas: cambiar en el escudo nacional las ramas de olivo y laurel por hojas de coca. Señaló Terán, según el rotativo: «Las ramas de laurel y de olivo deben ser cambiadas por las ramas de la sagrada y milenaria hoja de coca, como símbolo de economía popular, de conse cuencia cultural y de resistencia y cohesión social».

Si se piensa razonablemente hacerlo no tendría nada de particular. Ni el olivo ni el laurel son propios de América y sus valores simbólicos se han tomado prestados de otras, lejanas, culturas ya extintas.

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* De la redacción de Piel de Leopardo.

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