Brasil: La cuchillada que hirió al fascismo

La investigación de Vox Populi le echó un balde agua fría a las pretensiones fascistas de las organizaciones del oligopolio Globo. De nada sirvió el helicóptero (en el que fue evacuado Jair Bolsonaro) y más de 24 horas de propaganda al candidato ultraderechista, líder fascista del Partido Social Liberal (PSL), acuchillado por otro lunático en Juiz de Fora.

La encuesta Datafolha del lunes 10 ya apuntaba un crecimiento ínfimo de sus intenciones de voto tras el carnaval que hicieron, como revela el aumento del candidato fascista. Bolsonaro pasó de 22 al 24% en las intenciones de voto, apenas dos puntos; y su rechazo aumentó de 39% al 43%.

El viernes 14, tras el sondeo de Vox Populi que confiere a Fernando Haddad (el candidato del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva) el 22% de la intención de votos, ahora líder en la disputa presidencial, seguido por Jair Bolsonaro con 18%, Ciro Gomes con 10%, Marina Silva con 5% y Geraldo Alkmin con 4%, respectivamente. Los votos en blanco y nulos suman 21%.

Y de nada sirvió esta vez el intento de las Organizaciones Globo. Una interferencia descarada, como siempre lo hicieron. Basta comparar el tono y el tiempo de la cobertura del ataque a Bolsonaro con los tiros dados contra la caravana de Lula. A los 8 segundos destinados al candidato fascista en la propagando electoral, se sumaron horas de cobertura de la Rede Globo.

Además, hasta ahora João Roberto Marinho, vicepresidente del Grupo Globo, no se manifestó sobre la noticia del encuentro con Bolsonaro, el único que lo negó fue Merval Pereira. Y ni mencionar los centenares de repeticiones que hace la red –tratando de imponer imaginarios colectivos-de la situación de Lula: “preso, condenado a 12 años y nueve meses”, en la apertura de cualquier programa de radio y televisión del grupo Globo.

El tiempo de la disputa y de la exposición de los candidatos disminuyó, a causa de la reforma electoral: en compensación, la presencia de los candidatos en los vehículos privados de comunicación aumentó, sobre todo en los informativos de la emisora, y posiblemente de otros medios también.

El hecho es que con menor tiempo de propaganda electoral, la discusión programática es cada vez menor.

Las entrevistas de la Rede Globo parecen verdaderos tiroteos. Sus periodistas visten el papel de inquisidores. No hay espacio para el debate, apenas para las acusaciones. Prueba de ello es la cantidad de preguntas idiotas y el tiempo que nuestros candidatos progresistas y de izquierda, necesitan perder para justificar porqué son de izquierda. Y después dicen que somos nosotros los ideológicos.

Resultado de imagen para rede globoLa cobertura de la Rede Globo de la salvajada cometida contra el candidato Bolsonaro y la forma como vienen conduciendo las elecciones corrobora lo que repetimos desde hace mucho tiempo: la buena hija, en casa vuelve y abraza sus raíces.

Es cuestión de ADN, autoritaria y fascista: Globo siempre siempre hizo mucho más política y control social que comunicación. Acusa al Partido de los Trabajadores de pretender controlar los medios, pero es ella que promueve el control de la comunicación brasileña, de la mano de su monopolio.

Sus armas siempre fueron la política rastrera de la difamación pública, de la demonización, de la negación de los derechos constitucionales como la presunción de inocencia. Es un aparato eficiente en la creación y diseminación del odio al PT y a la izquierda en general y por eso no sorprende en nada ver a las Organizaciones Globo apoyar a alguien capaz de poner armas en las manos de un niño.

De decir que “el gran error de la dictadura fue no matar vagabundos y canallas como Fernando Henrique” (Cardoso, el expresidente), de gritarle “no te estupro porque no lo mereces” a la diputada federal Maria do Rosário; de considerar que “la Policía Militar debía haber matado mil y no 111 presos” en la masacre de Carandiru; que “mujer debe ganar salario menor porque se embaraza”, completó luego señalando que cuando vuelve de la licencia maternal, la mujer “va a tener un mes de vacaciones, o sea, trabajó cinco meses en un año”.

No se puede perder de vista que el gran objetivo de las Organizaciones Globo fue alcanzado: la destrucción de la credibilidad de la política ante la opinión pública. Eso, sumado a la deshidratación de los “tucanos” (del PMDB) que siempre abrigó la derecha, permitió que Bolsonaro abriera las puertas del infierno. Un infierno, digamos de paso, que parece haberse vocado contra él.

Su estado de salud, hoy, es muy grave. Bolsonaro fue sometido a una nueva intervención quirúrgica, con potencial para retirarlo de la disputa. Su campaña viene siendo alimentada por los boletines desde el Hospital Albert Einstein. Sobre el autor del atentado, confinado en los confines de Judas, no hubo una sola palabra más.

En cuanto a eso, el asesinato de Celso Daniel, ocurrido hace más de 16 años, rinde hasta ahora la producción de incontables reportajes, entrevistas, tentativas de reapertura de las investigaciones…

El fuertísimo editorial de Le Monde francés del fin de semana (“Brasil, el naufragio de una nación” habla por sí sólo: “la campaña presidencial corre el riesgo de radicalizarse en un país que parece haber perdido el control de su destino”; “algunos hablan de suicidio de una nación. Parece que sí”; “la campaña presidencial ya era violenta. Se teme una radicalización aún mayor”, lamenta uno de los principales diarios del mundo.

El catedrático portugués Boaventura de Souza Santos, en entrevista a la Deustsche Welle Brasil, fue categórico: “los demonios del populismo, de la acción antidemocrática – sea por el fascismo o por la repuesta al mismo- está por tener un lugar que ya no pensábamos que era posible en Brasil”. No hay otra salida, las fuerzas de la izquierda necesitan unirse para impedir la victoria de Bolsonaro. De preferencia, para derrotarlo en la primera vuelta.

Además, es espantoso el comportamiento del Tribunal Superior Electoral (TSE) que permite tamaña frivolidad. Están mucho más preocupados en impedir el retorno de Lula. No sólo impidieron la candidatura del expresidente, desoyendo la decisión de las Naciones Unidas, así como prohibieron la utilización del slogan “Eu sou Lula”, exigiendo la definición del PT sobre la candidatura Haddad.

No olvidamos que Dilma fue sacada del gobierno, según Globo y los golpistas, porque a “población” así lo quería; diputados y senadores llenaban sus bocas para decir que el impeachment (juicio político) era una exigencia de los brasileños. Ministros del Supremo Tribunal Federal, como Gilmar Mendes e Fux corroboron la idea de que cuando un presidente pierde el apoyo del Congreso y de la población es mejor quitarlo.

Nelson Almeida/AFPPues bien… En el caso de Temer, olvidaron aquello que afirmaban. En el caso de Lula, mucho más que olvidaron, hicieron que la opinión publicada prevaleciera sobre la pública. Es en este contexto que se dan las elecciones en este 2018. Felizmente, la cuchillada a Bolsonaro no hirió a la democracia, ella salió revigorizada. Fueron contrariados los intereses de Globo, de los militares, de la élite nacional que corre el serio riesgo de perder su quinta elección.

Quedó probado que la cuchillada a Bolsonaro hirió mucho más al fascismo que a la democracia. Una de las estrategias fascistas es crear adversarios. El nazismo eligió a judíos y comunistas, en 1964 los militares brasileños crearon la amenaza comunista. Ahora el “peligro” es la izquierda.

Es el fascismo que está en unidad de terapia intensiva ahora, como demuestra el liderazgo de Haddad en el muestreo de Vox Populi del último jueves, dos días después de ser oficializada su candidatura en Curitiba. En su carta, Lula pidió “de corazón” a los que votarían por él que “voten al compañero Fernando Haddad”.

Recordó, también, que al prohibir su candidatura, los tribunales “prohibieron al opueblo brasileño votar libremente para cambiar la triste realidad de Brasil!”. Ante ello, afirmó que “estoy notificando al PT y a la coalición la sustitución de mi candidatura por la del Fernando Haddad, que desempeñó con extrema lealtad la posición de vice”.

Haddad, en su primer discurso como candidato oficial, recordó las conquistas de los gobiernos petistas y dio línea a la militancia de izquierda y progresista; ahora es hora de “salir a las calles con la cabeza erguida y de ganar esta elección. No vamos a desistir de este país, sobre todo después de conocer el Brasil que funcionó bien”, señaló.

* Abogado, editor, director de Carta Maior

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