Cambiar de modelo
La guerra mundial, global, por los alimentos deja en claro que el asistencialismo, los planes sociales son insuficientes para paliar la pobreza y que sólo la superación del actual modelo permitirá disminuir la desigualdad que acecha a América Latina y el Caribe. Y esa es la discusión en cada cumbre regional.
Unos, siguen defendiendo la continuidad del modelo neoliberal en su actual etapa de apropiación de los bienes comunes de las naciones, de los pueblos, como la minería, la forestación, la soja, la caña para agrocombustible. Otros, tienen la certeza de que la pobreza y la desigualdad sólo bajarán de forma significativa cuando el actual modelo de acumulación por robo y especulación, sea archivado y se implemente otro asentado en el crecimiento endógeno.
América Latina es la región con más desigualdad del mundo, y pese a que buena parte de los países cuenta desde hace varios años con gobiernos progresistas y de izquierda, en pleno crecimiento del PBI la desigualdad sigue aumentando.
Aun cuando en América Latina y el Caribe el precio de los alimentos subió bastante menos que en el resto del mundo (15 por ciento contra casi el 70), en apenas seis meses se sumaron 10 millones de nuevos pobres en .la región. En América Latina la cantidad de pobres alcanzó a 200 millones, pese a que nuestra región produce alimentos suficientes para atender a una población tres veces superior a la que tiene.
Lo cierto es que hasta ahora, la exclusión y la pobreza que ésta genera se suavizaban con planes sociales, que en el caso de Brasil abarcan al 25% de la población. Pero la voracidad del capital impone un cambio de rumbo. Los expertos señalan que no se puede esperar que las políticas de transferencias de ingresos (planes sociales) solucionen por, sí solas los problemas de pobreza e indigencia. Si bien aliviaron la pobreza, ésto duró hasta que la especulación con los alimentos comenzó a revertir los pequeños avances del último lustro.
El Nobel de Economía Amartya Sen señala que desde hace treinta años se viene previendo que puede haber hambruna en los países productores de alimentos. Y deja en claro que la crisis alimentaria de hoy, hija directa del estallido de la burbuja especulativa inmobiliaria, corta en seco cualquier análisis que pretenda eludir la responsabilidad del modelo en la generación de pobreza.