Camille Chalmers: “La situación en Haití es de absoluta ingobernabilidad”
Nueve años después del terremoto de enero de 2010 Haití sigue siendo el país más pobre de América a pesar de la gran campaña internacional que se realizó para juntar fondos que deberían haber sido destinados a la población. Desde entonces se sucedieron varios gobiernos y denuncias de irregularidades en el proceso electoral que llevó a la presidencia a Jovenel Moise en las elecciones de 2016.
En los últimos meses nuevamente se desarrollaron movilizaciones callejeras denunciando corrupción en el más alto nivel de gobierno.{Camille Chalmers, un reconocido intelectual y luchador social haitiano, profesor universitario y dirigente de la Plataforma Alternativa por el desarrollo de Haití (PAPDA), en esta entrevista explica la situación que atraviesa este país del Caribe.
-¿En el año 2010 un terrible terremoto devastó Haití y se calcula que murieron unas 200 mil personas. ¿Qué pasó con la ayuda humanitaria que llegó después del terremoto?
-Realmente después del terrible terremoto hubo muchos programas, se aprobaron muchos presupuestos, pero muy poco ha llegado realmente a tierra haitiana. La mayoría de los recursos fueron absorbidos por organismos internacionales, por ONG internacionales y muchos gastos administrativos de viajes, de alquileres; pero muy poco ha llegado realmente al terreno y esto explica que después de casi diez años muchas cosas no se han podido reconstruir. Todavía hay edificios importantes que no se acaban de reconstruir y tampoco el centro de la ciudad.
Todavía no hay proyectos de vivienda social que permitiría a la gente recuperar sus condiciones de vida. La gente está indignada por este flujo masivo de plata que utilizó Haití como pretexto para justificar otro tipo de plan, de acumulación sobre el desastre que se produjo. Lo que algunos llaman el capitalismo del desastre se ha verificado aquí no solamente en la captura de la mayoría de nuestros recursos, sino aprovechando las debilidades después del terremoto para acelerar el proceso de penetración del capital trasnacional que se metió en varias áreas estratégicas del país, siguiendo su trabajo de saqueo y de destrucción.
-Los expresidentes de Estados Unidos George Bush y Bill Clinton armaron un comité de reconstrucción y recaudaron mucho dinero, ¿qué pasó con esa iniciativa?
Se creó un Comité para la Reconstrucción de Haití dirigido directamente por el primer ministro de Haití y Bill Clinton y después de un poco más de dos años se cerró este organismo sin ninguna transparencia sobre la utilización de los fondos, sin ningún proceso de auditoría, y con mucha confusión sobre lo que se ha hecho. Hablan de 7 mil millones de dólares desembolsados pero eso no ha sido utilizado para el beneficio del pueblo de Haití ni ha generado un proceso de crecimiento ni de acumulación financiera para el pueblo.
-Y Haití sigue con altos niveles de pobreza…
-Sí, los datos oficiales hablan de una situación muy preocupante, casi 75 por ciento de la población vive en la pobreza. Hay 1,3 millones de personas que están casi en una situación de hambruna, 3 millones de personas que no logran nutrirse de una manera equilibrada y una situación catastrófica desde el punto de vista económico y la moneda nacional perdió casi el 60 por ciento de su valor frente al dólar en tres años.
También existe una inflación importante que ronda el 15-16 por ciento en los últimos tres años. El estado se encuentra en una situación difícil desde el punto de vista del equilibrio fiscal porque el déficit fiscal se está profundizando cada vez más y porque se cerró el programa Petrocaribe que le permitía al Estado tener acceso a recursos abundantes a través del acuerdo con Venezuela. Pero eso desapareció en noviembre de 2017, porque Venezuela no está en condiciones de hacer llegar los hidrocarburos a Haití.
Todo esto se produce en medio de la aplicación de un plan de ajuste estructural con una agresividad muy visible por parte del Fondo Monetario Internacional que, por ejemplo, había recomendado un aumento del 51 por ciento del precio de la gasolina en julio de 2018. Por otra parte existe una situación política muy difícil con un déficit de credibilidad de todos los poderes constituidos, del presidente, del primer ministro, del parlamento, del poder judicial y ya el último presidente fue electo en condiciones muy controversiales donde sólo participó el 18 por ciento del electorado. Así que estamos en una situación de quiebre total a nivel de la conducción política del país y con un divorcio definitivo entre esos dirigentes y la población.
-¿Qué pasó con Petrocaribe que desató protestas muy fuertes en las últimas semanas?
-El acuerdo Petrocaribe con Venezuela es un acuerdo donde había 19 países del Caribe que se beneficiaban por el suministro directo de hidrocarburos de Venezuela. La factura se paga 50 por ciento en efectivo y el 50 por ciento restante a 25 años con una tasa de interés anual al 1 por ciento. Esas son condiciones muy ventajosas y permitían que el Estado haitiano tuviera acceso a una liquidez importante sin las condicionalidades impuestas por la cooperación clásica. Y a través de varios informes del parlamento de la cámara de cuentas la gente se dio cuenta de que hubo un desfalco enorme de esa mitad del 50 por ciento que el Estado debía invertir en infraestructura y programas sociales.
Hubo desfalco, desvíos, abusos horribles y facilitación para empresas americanas y la utilización escandalosa de esos fondos para fines privados, para las familias de la oligarquía y por supuesto eso no resultó en un efecto multiplicador de la economía interna. La gente tomó la cooperación solidaria que se había hecho con Venezuela pero denunciando el desfalco que se había hecho con la mayoría de esos fondos y exigiendo transparencia, un proceso judicial ejemplar para la recuperación de los fondos robados. Por eso hubo protestas para enjuiciar a los culpables del desfalco del Petrocaribe.
-Y además hubo represión por parte del gobierno…
-Sí. Primero hicieron todo lo posible institucionalmente para parar el expediente Petrocaribe, pero no lo lograron y la gente se movilizó a nivel nacional con millones de personas en las calles en octubre, noviembre y también en febrero, así que las instituciones tuvieron que tomar el expediente y la corte de cuentas iniciar un proceso judicial para enjuiciar a los principales responsables. Estas protestas fueron muy motorizadas por la juventud en las calles, con gran creatividad artística y cultural, con exposiciones, afiches, y eso desembocó el 7 febrero en una gran manifestación y un bloqueo de la circulación de las principales calles del país para exigir la renuncia del presidente, del primer ministro y la disolución del parlamento. Ellos siguen en sus cargos pero no gobiernan realmente.
La situación es de absoluta ingobernabilidad y estamos en una tregua después de 12 días que el país fue paralizado al 90 por ciento y el gobierno trata de retomar el control de la situación porque cuenta con el apoyo irrestricto del imperialismo norteamericano. Es prácticamente el único soporte que tiene porque está desacreditado y aislado políticamente, incluso de los aliados del poder. Los sectores progresistas se están agrupando para exigir la renuncia del presidente pero también para entrar en un proceso de reconstrucción nacional que permita no solamente reconfigurar la estructura del Estado sino también plantear otra orientación de política económica y abrir un proceso constituyente en sintonía con las reivindicaciones y los cambios de la política de los últimos 30 años.
Hasta suspendieron el carnaval nacional lo que es una cosa terrible en Haití, porque es una de las manifestaciones que agrupa a millones de personas en el país y es un espacio de gran creatividad cultural, pero tuvieron que suspenderlo porque sabían que el carnaval se iba a transformar en una manifestación política en contra del gobierno.
* Versión editada para NODAL de una entrevista realizada en el programa “Demoliendo Fronteras” de Radio10, Argentina