Capitalismo: – AHORA TÚ PUEDES

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

Hoy día, en el universo del capitalismo avanzado, el ciclo infinito de la prisión del deseo es permanentemente reforzado por la orden del súper-ego a disfrutar. La invitación a consumir (Fat-Free! “Ahora Ud. puede comer todo lo que quiera sin aumentar su colesterol”) es la invitación a disfrutar sin sentido de culpa. “Now you may”! Todo un sistema económico basado en la repetición ilimitada del deseo.

¿No es esta, también, la forma en que el amo totalitario opera? No es posible concebir a un dictador que gobierne solamente por la “fuerza”, como acostumbramos a decir. Hitler, Stalin, Pinochet, Sadam Hussein o cualquier capo mafioso lograron mantenerse en el poder, no porque fueran físicamente más fuertes que sus oponentes, sino porque quienes los apoyaron fueron capaces, con la ayuda nefasta de los aparatos de seguridad, de intimidar por la violencia y el terror al resto de la población.

La pregunta es: ¿qué es lo que hace posible la lealtad incondicional del círculo íntimo del dictador y la crueldad sádica infinita que practican? Obviamente, no la habilidad del dictador de intimidarlos físicamente.

La respuesta estándar, que ha venido circulando desde la escuela de Frankfurt, es la del miedo a la libertad. El surgimiento de los gobiernos dictatoriales es la reacción en contra de la ansiedad producida por el exceso de libertad de las llamadas “democracias liberales”. En la misma línea freudo-marxista corre la tesis que postula que la base libidinal del sistema dictatorial es la llamada “personalidad autoritaria”, el individuo que encuentra satisfacción en obedecer compulsivamente a la autoridad, reprimiendo la energía libidinal por temor a la inseguridad y responsabilidad personal. ¿No es esta línea explicatoria profundamente engañosa?

La cuestión clave aquí es la del paso de la tradición autoritaria al dictador o líder totalitario. En ella no hay solo una diferencia cuantitativa, sino algo muy diferente. Aparentemente el dictador impone rígidas restricciones obligándonos a una vida de renuncia y sacrificio en honor de algún objetivo histórico último, que encarna el valor y el sentido final de la Historia.

Para Pinochet, por ejemplo, la destrucción del gobierno y sus instituciones, el asesinato y la tortura que sostuvieron su poder se justificaban porque su misión histórica era la de rescatar a la patria del caos y los excesos del comunismo internacional. Pero –la orden que es posible leer entre líneas– es exactamente lo opuesto. Es el llamado sin restricción ni ataduras a la transgresión, la autorización privilegiada a colocarse más allá de la Ley Primordial. Lejos de definir ciertos estándares para ser obedecidos incondicionalmente, el amo político se transforma en la agencia que le suspende a su circulo inmediato el castigo moral.

Durante el reinado de Pinochet, muy pronto, la tortura se transforma y refina a niveles de crueldad infinita. Ya no es un medio, sino el fin mismo. La tortura ilimitada es el objeto: nada hay fuera de ella. La orden del sistema, que también es posible leer entre líneas, es la de… “¡Ahora tú puedes!»

“Fat-Free!” es la invitación del mercado a comer y consumir tanto como uno quiera sin riesgo para la salud ¿No acaso es el mismo mecanismo operando durante el terror político? La obediencia total al amo, la encarnación suprema del obsceno súper-ego es lo que me permite transgredir y violar toda prohibición moral común, porque éstas son solo excusas para mantener en control al ciudadano medio. Todo lo obsceno y sucio que es posible sonar esta permitido…violar, torturar y matar al enemigo sin castigo ni remordimiento. Es la suspensión de la ley simbólica patriarcal.

“Cuando me pongo la mascara, pierdo mi auto-control, puedo hacer cualquier cosa que quiera”.

¿No es ésta la compulsión idiota a disfrutar el ciclo infinito del deseo, que el poder, ahora, hace posible?

(La imagen se tomó del proyecto www.r-gonzalezfernandez.com).

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* Escritores y docentes. Residen en Canadá.

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