CARICOM entre perspectivas y sombras

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Isabel Soto Mayedo.

El principal reto de los caribeños desde sus orígenes como naciones es enfrentar las manipulaciones colonialistas para mantenerlos desunidos.  Esta tendencia despegó a partir del choque de la cultura noratlántica con la de los territorios rodeados por las aguas del mar Caribe, devenidos luego en punto esencial en la geopolítica neocolonial.

La codicia de las grandes potencias reveló pronto los propósitos reales que animaron los viajes de conquista, a raíz de los cuales los pueblos originarios fueron obligados a lidiar con enfermedades, vicios y maltratos que acabaron con la vida de millones de ellos. España, Portugal, Holanda, Inglaterra y Francia deben a los años de bregar por este hemisferio el desarrollo de sus economías, en mayor o menor medida, según el caso que se analice.

Cinco siglos después, esta área geográfica constituye prioritario interés para la más agresiva de las potencias conocidas por la humanidad, Estados Unidos, y también está entre las más ambicionadas por otros bloques regionales y potencias emergentes.

Tratados comerciales, acuerdos de asociación y otros mecanismos rectorados por las exmetrópolis, han mantenido a los caribeños atados a formas sutiles de dominación y hasta de control de sus actuaciones en el escenario internacional.

Contra esos pueblos conspiran intereses foráneos, secuelas culturales y el legado de seres humanos arrancados de sus tierras, esclavizados y acosados cada vez que intentaban agruparse. El colonialismo europeo y la esclavitud sirvieron para inhibir e, incluso, negar el potencial creativo de las razas y culturas oprimidas del Caribe, lo que prevaleció ganada la ruptura formal con las exmetrópolis, según el investigador Locksley Edmondson.

Quizás por aquello de la auto reafirmación de las identidades, bajo la dependencia de los capitales extranjeros y de los vaivenes de la economía de mercado, en esas sociedades predominan insatisfacciones e indefiniciones a la hora de sumar esfuerzos en una causa común.

Estos factores explican en parte el escepticismo de algunos por la lentitud del progreso integracionista en la región, expresado por algunos durante la inauguración de la trigésimo segunda Cumbre de Jefes de Estado del CARICOM, efectuada el 30 de junio, en San Cristóbal y Nieves.

"La acumulación de escepticismo y desilusión resultante del déficit de implementación del proceso de integración puede minar el progreso hecho en la construcción de la CARICOM", alertó en su discurso inaugural el primer ministro de Granada, Tillman Thomas.

Al concluir sus funciones al frente del bloque demandó mayores avances en la construcción del organismo, surgido de manera oficial con la firma del Tratado de Chaguaramas, el 4 de julio de 1973. Para que no pierda impulso la integración regional es urgente emprender acciones concretas que redunden en beneficios tangibles para la población, demandó Thomas.

Sus pronunciamientos ocurren en una coyuntura marcada por el debilitamiento de los países del área debido a la agudización de las dificultades financieras como consecuencia de la crisis económica mundial. La gravedad del caso obligó a priorizar el debate acerca de la integración económica, la implementación de una política de seguridad regional y el repaso de los avances en materia de salud pública.

Otros temas programados para analizar hasta el domingo 3 de julio son la estructura de gobierno de la organización y las acciones destinadas a materializar la conformación del Mercado Común y la Corte Suprema de Justicia del Caribe, entre otros.

Sin esos mecanismos regionales, la CARICOM nunca alcanzará del todo los propósitos para los cuales fue creada, hace cuatro décadas, y menos podrá revertir de modo definitivo la disociación creada por la fuerza del capital foráneo, coinciden los reunidos en San Cristóbal y Nieves.

* Periodista.
En www.prensa-latina.cu

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