Carta a «El País» español: Piratas contra transgénicos
Interesante información la de su periódico sobre el salmón transgénico. Interesante e incompleta.
La industria de la salmonicultura que ya está muy extendida –en el sur de Chile los fiordos están colmados de las jaulas-balsa donde engordan los salmones- es un gran ejemplo para explicar las injusticias del modelo agrícola intensivo global. Criar salmones en esas condiciones conlleva muchos residuos que generan graves problemas ecológicos en la zona; los salmones se engordan a base de sardinas, anchoas o jureles perfectamente aptas para el consumo humano, que en lugar de alimentar a la población local o generar riqueza para los pescadores artesanales de la región, son capturados por las mismas multinacionales que exportarán todo el salmón hacia Europa, EEUU y Japón (en el mercado desregulado manda el poder adquisitivo, nunca se piensa en quien necesita los alimentos); y los puestos de trabajo que el negocio genera (procesamiento del pescado, buzos para controlar las jaulas, etc.) son muy pocos y en condiciones muy cercanas a la esclavitud.
Con el salmón transgénico, igual que con las semillas, lo que tendremos es una vuelta más de tuerca para afianzar un modelo productivo dónde sólo ganan unas pocas empresas.
Lo dice don Cosme, uno de los 120 mil pescadores artesanales de Chile, «cuando la flota industrial de arrastre sale a la captura para las salmoneras lo poco que pescamos nos reporta 75 dólares mensuales. Cuando dejan de operar, dice, ganamos más de 470 dólares al mes». ¿Se reconvertirán en piratas?
La industria de la salmonicultura que ya está muy extendida –en el sur de Chile los fiordos están colmados de las jaulas-balsa donde engordan los salmones- es un gran ejemplo para explicar las injusticias del modelo agrícola intensivo global. Criar salmones en esas condiciones conlleva muchos residuos que generan graves problemas ecológicos en la zona; los salmones se engordan a base de sardinas, anchoas o jureles perfectamente aptas para el consumo humano, que en lugar de alimentar a la población local o generar riqueza para los pescadores artesanales de la región, son capturados por las mismas multinacionales que exportarán todo el salmón hacia Europa, EEUU y Japón (en el mercado desregulado manda el poder adquisitivo, nunca se piensa en quien necesita los alimentos); y los puestos de trabajo que el negocio genera (procesamiento del pescado, buzos para controlar las jaulas, etc.) son muy pocos y en condiciones muy cercanas a la esclavitud.
Con el salmón transgénico, igual que con las semillas, lo que tendremos es una vuelta más de tuerca para afianzar un modelo productivo dónde sólo ganan unas pocas empresas.
Lo dice don Cosme, uno de los 120 mil pescadores artesanales de Chile, «cuando la flota industrial de arrastre sale a la captura para las salmoneras lo poco que pescamos nos reporta 75 dólares mensuales. Cuando dejan de operar, dice, ganamos más de 470 dólares al mes». ¿Se reconvertirán en piratas?
Gustavo Duch