Chávez, la reelección y tres millones de dólares gringos

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Como no podía esperarse de otra forma, políticos opositores venezolanos que preparan la campaña política por el no para la reelección ilimitada, se reunieron en Puerto Rico con un grupo de estadounidenses, entre quienes estaba un diplomático de Washington acreditado en Caracas, eventualmente el encargado de negocios, al frente de la misión desde que Chávez expulsó en septiembre al embajador Patrick Duddy en solidaridad con Bolivia.

En Puerto Rico no estaba toda la oposición, sino el sector estrechamente vinculado a las directivas estadounidenses: los dirigentes de los partidos un Nuevo Tiempo, Omar Barboza; de Primero Justicia, Julio Borges, y del socialcristiano Copei, Luis Ignacio Planas, así como al director del canal de televisión Globovisión, Alberto Ravell (único representante de los medios, destacando la ausencia de los directores de los diarios El Nacional, El Universal, Tal Cual, de las cadenas Venevisión o Televén e incluso de RCTV).

Los medios de prensa locales señalaron que el funcionario estadounidense presente en la reunión estaba muy preocupado por el destino que se le darían a tres millones de dólares puestos a disposición de la oposición por las autoridades estadounidenses para la campaña contra la enmienda constitucional.

Apenas se produjo el anuncio del presidente Chávez de extender el derecho a ser postulado indefinidamente a todos los funcionarios electos, la respuesta opositora a la misma refleja la confusión que generó, ya que mientras unos señalan que Chávez dio ese paso porque se siente derrotado, basándose en cifras de de dos encuestadoras de discutible seriedad, otros ven en esta enmienda la posibilidad de atornillarse a sus cargos electivos.

Lo cierto es que partidos opositores se mostraron de acuerdo con una enmienda que ampliarla el universo de la reelección indefinida a todos los funcionarios electos popularmente, y dentro del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) la nueva propuesta superó los escollos que se mantenían. Es que alcaldes y gobernadores, por ejemplo, veían cortada su carrera: era imposible tocar el techo (con la postulación permanente de Chávez) y tampoco se les permitía la reelección salvo por un solo período.

Muchos de la oposición verán así alargada su posibilidad de gobernar, o de volver a gobernar, y quizás por encima de las uniformadas voces de los partidos opositores, se inclinarán a votar sí quienes ven cómo gradualmente van abriendo espacios gobernables. Por supuesto esto sucederá en algunos niveles, pues en los superiores predomina su obsesivo odio a Chávez y a todo lo que representa. Lo que les interesa es verlo fuera del poder, o, en lo más inmediato, sin opciones para continuar postulándose, convencidos a su vez de que no tienen cómo derrotarlo electoralmente.

 

Natalia Grappa

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