Chile – Bolivia. – A PROPÓSITO DE LO DICHO POR EL MINISTRO FOXLEY

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El actual canciller, que fuera ministro de Hacienda en el primer gobierno de la Concertación, ha sido uno de los grandes defensores e impulsores del capitalismo neoliberal; modelo económico heredado de la dictadura y que ha sido responsable de las escandalosas desigualdades sociales existentes en el país sudamericano y que incluso la Iglesia Católica del país, ha condenado.

Foxley es un hombre del Departamento de Estado norteamericano, del FMI, del Banco Mundial, del BID, es un representantes de las mafias económicas y financieras internacionales, que han sido los grandes responsables del hambre, la pobreza, la cesantía, la inestabilidad laboral, la falta de viviendas dignas y de todos los flagelos que ha causado el neoliberalismo en Chile, Latinoamérica y el resto de los países del mundo.

Dicho personaje, a propósito del derecho soberano del gobierno y pueblo boliviano por nacionalizar sus riquezas naturales, ha emitido declaraciones en las cuales se ha entrometido en los asuntos internos del país altiplánico, expresando que la nacionalización de los hidrocarburos podrían afectar la “integración regional”. Sin embargo cabe destacar, que uno de los pocos países que vive de espaldas a los procesos de integración regional, es precisamente Chile, que hace esfuerzos denodados por jugar algún tipo de protagonismo en América Latina al margen del resto de los países del continente, pero todo por cierto, monitoreado desde la Casa Blanca.

Las dos visitas realizadas por la presidenta Bachelet, a la Argentina y Brasil, hace algunas semanas atrás, terminaron sin los resultados que su canciller y la propia mandataria esperaban; en el terreno de lo real fueron un absoluto fracaso y no pudieron arrastrar a Argentina y Brasil, a los dictados del gobierno de Bush.

Las directrices entregadas por Condoleezza Rice, en su última visita a Chile, al gobierno de la presidenta Bachelet y su canciller, aún no han tenido efectos positivos, y no han logrado crear un polo paralelo a los procesos de integración que se están desarrollando en la región a través del ALBA-TCP, del gasoducto latinoamericano impulsado por los gobiernos de Nestor Kirchner, Lula Da Silva, Hugo Chávez y ahora Evo Morales. Además de los esfuerzos que se hacen por superar las dificultades existente en el Mercosur.

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El canciller Foxley sostuvo que la medida adoptada por el Presidente Evo Morales era motivo de inquietud: «Tenemos una preocupación importante porque los sistemas de integración están siendo cuestionados, y podría afectar en el sector laboral y en el crecimiento económico de la región”.

El mandatario venezolano, Hugo Chávez, aseguró que en la cumbre de Puerto Iguazú tratarán de contrarrestar todas aquellas noticias alarmistas que han empezado a ser reflejadas por los diferentes medios de comunicación del mundo, en donde Chile, pretende llevar el pandero. «Lo que quieren es sembrar cizaña entre nosotros y alarmar a las empresas y a los pueblos. Todo marchará bien para Bolivia y para todos los actores involucrados con el tema de los hidrocarburos en ese país», expresó Chávez.

El ministro de RREE chileno es el único que parece cuestionar los procesos de integración que no complacen a la Casa Blanca, puesto que a pesar de todas las manipulaciones y mentiras descaradas de la prensa latinoamericana ligadas a los grupos económicos de la región, lo cierto es que el gobierno de Lula sostuvo en un comunicado que la decisión de Morales era una acción soberana de su Gobierno: «La decisión de Bolivia de nacionalizar las riquezas de su subsuelo y controlar su industrialización, transporte y comercialización es reconocida por Brasil como un acto inherente a su soberanía», dijo al tiempo que añade que «Brasil, como manda su Constitución, ejerce pleno control sobre las riquezas de su propio subsuelo».

El señor Foxley sin duda que habla en el lenguaje de los depredadores, de la rapiña, en el lenguaje de las trasnacionales, de los que conspiran contra los pueblos que están deseosos de cambios profundo y reales en nuestros países. Foxley es un buen fomentador de la sedición y la intervención en los asuntos internos de Bolivia. Es de los elementos con los cuales cuenta el gobierno terrorista y genocida de George W. Bush para crear las condiciones propicias para desestabilizar el gobierno de Evo Morales o de Hugo Chávez, y desatar un baño de sangre de la misma forma como hicieron con Chile, durante 17 años de dictadura.

El ministro de RREE chileno, parece saber bien de campañas del terror y debe añorar las dictaduras sangrientas que asolaron el Cono Sur en la década de los 70 y 80, que pusieron a buen recaudo los intereses de los grupos económicos y las oligarquías políticas y financieras locales.

Foxley no tiene autoridad moral para expresarse en contra de la decisión soberana y legitima de Bolivia, por recuperar sus recursos naturales. Este personaje nada dice, sin embargo, del saqueo que han llevado a cabo las trasnacionales en su propio país, en donde sólo el 35% del cobre esta bajo control del Estado chileno.

Recordemos que la nacionalización del cobre en Chile, fue apoyada por el conjunto de la sociedad chilena. Posteriormente los “patriotas militares”, crearon los resquicios legales para entregar parcialmente de nuevo el cobre a los capitales privados, a las trasnacionales. Luego, durante tres gestiones administrativas, los gobiernos de la Concertación, nada hicieron por renacionalizar la principal riqueza natural chilena. Sin duda que nuestros lectores se preguntarán cuántos problemas podría haber resuelto el Estado chileno, si la totalidad del cobre hubiese permanecido bajo control estatal, más aún con los precios que éste tiene actualmente en el mercado internacional.

Los que pretenden hoy en día estigmatizar a Bolivia porque se propone administrar sus recursos naturales en beneficio del país y de su pueblo, son los mismo que ayer apoyaron el golpe militar sangriento de Pinochet y sus secuaces, cuando el presidente Allende y la Unidad Popular nacionalizaron el cobre.

Son los mismos que durante más de 500 años, han expoliados los recursos naturales de nuestros países. No han pagado ni quieren pagar impuestos, o pagan royalties irrisorios como en Chile, han contrabandeado, y ahora pretenden decir incluso que la medida adoptada por el gobierno de Evo Morales es ilegal, es un grave problema o un inesperado anuncio. Se olvidan que la decisión de nacionalizar las riquezas naturales de Bolivia, es algo consagrado en el programa de gobierno de Evo Morales y el MAS, y que ha sido una nacionalización anunciada y querida por el pueblo boliviano.

Ahora, ¿para quién es un grave problema que el pueblo boliviano y su gobierno opten por su más plena soberanía? ¿Acaso es un problema para los trabajadores españoles, para los trabajadores brasileños, para los trabajadores franceses o ingleses? Sin duda que no. Los que se encuentran irritados y alarmados son las trasnacionales que operan en la región, los empresarios, los gremios patronales, las oligarquías locales, las agrupaciones políticas de centro derecha, que están al servicio de quienes explotan a sus pueblos y los militares guardianes, que están dispuestos a venderse por un plato de lentejas a los capitales.

Los que se pueden encontrar preocupados son los centros del poder económico y financiero internacional, el imperio, pues que Bolivia decida nacionalizar sus recursos naturales, es un muy mal ejemplo para los países de la región. También pueden estar preocupados los elementos pro norteamericanos, pro capitalistas, como los testaferros, lacayos y borriquitos que dependen de los dólares del imperio; los Alan García, los Ricardos Lagos, los Alejandro Toledo, los Foxley, los Alvaro Uribe; los que preparan sanciones comerciales y diplomáticas contra Bolivia; los que desatan campañas brutales a través de los medios de comunicación a favor de las trasnacionales afectadas por la medida.

De allí, que antes los preparativos de la conspiración y la intervención en los asuntos soberanos de Bolivia, no caben segunda o terceras posiciones. A la luz de las experiencias vividas con la instalación de lo que fueran las dictaduras militares en Latinoamérica, hoy es más necesario que nunca levantar un gran movimiento de solidaridad internacional con el pueblo y el gobierno de Bolivia, con Hugo Chávez y la revolución bolivariana y con la heroica Cuba.

Los miles de latinoamericanos concientes que residen en los Estados Unidos, Cánada y Europa, deben contribuir a denunciar las maniobras del imperio, que pretende impedir que los pueblos de la región opten por su propio camino, para construir un mundo mejor para todos.

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* Columnista de Por la libre donde se publicó originalmente el cinco de mayo de 2006.

www.porlalibre.org.

Addenda

LOS PRBLEMAS DEL ULTRAPAPISMO

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Las declaraciones del ministro Foxley no son compartidas por los presidentes de Brasil –una de las empresas nacionalizadas fue PETROBRAS– Argentina –Bolivia anunció un alza de precio del gas que exporta a la Argentina– ni tampoco por el de Venezuela.

Los presidentes Néstor Kirchner, Evo Morales, Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez negaron en la tarde del jueves cuatro de mayo que exista una crisis regional y ratificaron su compromiso con la integración suramericana en la reunión de Puerto Iguazú.

Por otra parte, la Cámara Boliviana de Hidrocarburos (que agrupa a las empresas) había señalado sus expectativas respecto de la nacionalización de los hidrocarburos:

«Esperamos que dicho proceso ocurra sin llegar a una expropiación que pudiera perturbar el desarrollo anticipado de la industria ante las posibilidades de los negocios del gas que necesitan concretarse, tanto por los requerimientos del país como por la demanda de los mercados vecinos».

A la CBH están afiliadas REPSOL YPF, las británicas British Gas y British Petroleum, la brasileña PETROBRAS, la francesa Tota-Fina-Elf y la estadounidense EXXON, entre otras.

Ofrecieron «su mayor colaboración para que el proceso de cambios se desarrolle sin inconvenientes para el Gobierno, sin traumas para los consumidores y los mercados externos y con el mayor consenso posible entre los representantes del Estado nacional y las empresas privadas».

Las petroleras también consideraron, antes del decreto supremo que escandalizó al ministro Foxley, que «este es un momento definitivo y adecuado para que Bolivia pueda decidir el camino de la integración y de la inversión con el objetivo de convertirse en el corazón y eje energético de la región en un rol natural el cual debe aprovechar».

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