Chile: Póker electoral en un verano caliente

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2017 ha acelerado la definición de las candidaturas presidenciales, ya bastante anticipadas en 2016 por el debilitamiento político del actual gobierno. En ese contexto, las elites habían impuesto una agenda que buscó presidencializar las discusiones, quitándole a la actual mandataria buena parte de su capacidad de iniciativa política y legislativa.

En este plan el horizonte ideal consistía en repetir el escenario de 2009-2010, poniendo a competir a Sebastián Piñera con un ex presidente desprestigiado. En este caso, Ricardo Lagos. Sin embargo, la lucha política al interior de la Nueva Mayoría ha impedido el escenario ideal para la derecha, los nostálgicos de la vieja Concertación, y los grandes grupos económicos. La resistencia ha venido de varias fuentes: por un lado, por las candidaturas de Alejandro Guillier y Fernando Atria. Y por otra parte, por los intereses de los candidatos al Parlamento. Para completar la fotografía del momento revisaremos la coyuntura de acuerdo a cada sector político.

Los nervios de Piñera

Resultado de imagen para chile candidatos presidencialesA inicios de 2016 Sebastián Piñera se imponía sin contrapesos en su campo natural de adherentes. Pero hoy su liderazgo no parece tan natural: continúan presentes sus competidores internos, Manuel José Ossandón y los hermanos Felipe y José Antonio Kast. Pero lo que realmente amenaza su viabilidad electoral radica en sus litigios pendientes, en razón de sus conflictos de interés y acusaciones de corrupción. Los casos más gravitantes son los negocios en paraísos fiscales y de Bancard en Perú, la investigación a los contratos de las empresas vinculadas a su grupo económico y SQM, y las coimas que habría pagado Piñera, cuando manejaba LAN, para entrar como competidor al mercado aéreo argentino. Estos casos han salido a la luz en medio de las declaraciones de Carlos Pavez, superintendente de Valores y Seguros, que ratificó que el fideicomiso ciego ordenado por Sebastián Piñera cuando llegó a La Moneda no tenía validez, ya que contradecía la normativa legal.

Esta tormenta, con varios frentes abiertos al mismo tiempo, ha cercado a la candidatura de Piñera en un momento sensible. La derecha sabe que ante su “voto duro” todas estas acusaciones no hacen mella. Pero limitan de forma considerable sus posibilidades de crecimiento hacia el centro y hacia el electorado ideológicamente volátil, el más definitorio en una segunda vuelta. Si al frente no existiera una candidatura competitiva todas estas circunstancias no tendrían relevancia. Pero cuando la candidatura de Alejandro Guillier comenzó a subir, estas debilidades comenzaron a ser estructurales. Debido a esto Piñera y su equipo parecen inquietos.

Saben que no es lo mismo enfrentar a un debilitado Eduardo Frei, acosado por un Marco Enríquez-Ominami en el apogeo de su popularidad, que a un candidato que no proviene del mundo político, sino del campo de las comunicaciones de masas. Aunque es poco probable que Piñera desista de su candidatura -y para RN y la UDI es fundamental tener un candidato competitivo-, todo indica que el apoyo partidario no está incólume.

Pelea “a cuchillo”  en la Nueva Mayoría

La coalición oficialista enfrenta esta coyuntura de forma inesperada. Hace sólo seis meses el ánimo del conglomerado era absolutamente depresivo. Resignados a una previsible derrota, la Nueva Mayoría navegaba a la deriva. El ala más conservadora de la coalición se reagrupaba para cobrar venganza. No con afán de ganar las elecciones de 2017, sino en vistas a copar el próximo Congreso, abandonando el Ejecutivo a la derecha. Para ese fin la candidatura de Ricardo Lagos parecía inmejorable. El ex presidente lograba aunar a las elites nostálgicas de la Concertación, bajo un partido transversal que iba desde Andrés Velasco y los príncipes de la DC, a la derecha, el PPD en pleno, hasta personajes influyentes en todos los demás partidos de la NM. La máquina laguista parecía imparable, apalancada por El Mercurio y La Tercera, Radio Cooperativa, el entramado parlamentario y altos funcionarios del actual gobierno.

Sin embargo, pasó algo inesperado. En primer lugar Izquierda Socialista, corriente interna del PS, levantó la candidatura de Fernando Atria. Un académico de enorme prestigio en los círculos universitarios, pero desconocido en las esferas políticas masivas, lo que le resta competitividad. Sin embargo, el mérito de su candidatura ha sido imponer dentro de su partido un debate programático y de ideas, donde ha sido implacable en la exigencia de recuperar los énfasis de la agenda de los movimientos sociales y la necesidad de una Asamblea Constituyente. Además, aliándose de forma táctica a la candidatura de José Miguel Insulza, Atria impidió que el PS proclamara “por secretaría” a Ricardo Lagos, saltándose una definición democrática en ese partido. El laguismo además cometió errores de grueso calibre: especialmente al presionar a la presidenta del PS Isabel Allende a bajar su candidatura de forma precipitada y casi humillante.

Además, ha ocurrido la irrupción, no advertida por las élites concertacionistas, de la candidatura de Alejandro Guillier. El “factor Guillier” recién fue posible de advertir en marzo de 2016, cuando el nombre del periodista fue el ganador en un ejercicio electrónico llamado Electoral Death Match donde posibles candidatos presidenciales fueron propuestos y votados vía Twitter. Este dato, que no apareció en prensa, fue captado por quienes se resistían a la imposición, casi inevitable, de Ricardo Lagos como candidato de la NM y llevaron a sondear su disposición a una aventura electoral presidencial. Resistente al inicio, Guillier se fue entusiasmando a medida que las encuestas fueron replicando el fenómeno de Electoral Death Match, que le mostró como el candidato más competitivo del momento. El significado político de esta candidatura hoy es un elemento en disputa. Guillier fue invitado en 2013 a ser candidato a senador por Antofagasta en un cupo del Partido Radical. Pero nunca ha accedido a militar en este partido, a pesar de las presiones que le ha impuesto el radicalismo en diferentes momentos.

Entre otros factores, porque Guillier sabe que posee un “nombre propio” que le confiere poder, y además porque ese partido podría negociar su nombre y bajar su candidatura a cambio de una buena compensación en la negociación parlamentaria. Los juicios sobre la candidatura de Guillier exigirán más análisis en la medida en que avance en sus definiciones programáticas. Hasta el momento lo gravitante es su efecto político general, ya que devolvió a la NM un cierto ánimo de continuidad y orden, y disipó el liquidacionismo imperante hasta octubre de 2016. La Izquierda Ciudadana (IC) y el Movimiento Amplio Social (MAS) proclamarán a Guillier en marzo. Lo mismo se espera del Partido Comunista.

El significado de la persistencia de Lagos

En una coalición electoralista parece paradojal la persistencia de candidaturas que no poseen ninguna elegibilidad. En particular la candidatura de Ricardo Lagos. Lo lógico, especialmente en el PPD, el partido más “instrumental” de la política, es que todos se hubieran subido al carro de la popularidad de Guillier. Pero es necesario recordar que la definición presidencial está amarrada a otras negociaciones, quizás más complejas y duras que la presidencial. Las parlamentarias y regionales de 2017 han desatado al interior de la NM una tensión que no tiene precedentes. El único antecedente que revela el grado de tensión en la disputa fueron las negociaciones municipales de 2016, que concluyeron en el más bochornoso desastre.

Por este motivo el PPD, al que todos los analistas ven como el más amenazado electoralmente, proclamó oficialmente a Lagos, ya que requiere un “as” estratégico en la negociación parlamentaria. Altos dirigentes de ese partido han reconocido que Lagos estuvo dispuesto a deponer su candidatura cuando advirtió que no marcaba en las encuestas. Sin embargo, su partido le impuso mantenerse hasta las primarias, ya que al quedar sin su nombre sería muy difícil para el PPD negociar en el complejo póker de los cupos parlamentarios, especialmente por estar en una posición de gran debilidad. La candidatura de Insulza se debe interpretar en la misma línea, como un instrumento en la negociación de cupos parlamentarios para sus allegados. La DC se encuentra en una situación similar, ya que logró imponerse la tesis de mantenerse en la NM, pero en el ánimo de cobrar muy caro esta presencia mediante acceso a cupos al Congreso. El principal damnificado de esta operación sería el PPD. Para este juego la DC busca levantar la candidatura de Carolina Goic de manera que agrupe sus huestes, diferenciándose de sus socios de coalición. Al menos hasta las primarias de julio.

 

Frente Amplio en busca de definición

El naciente Frente Amplio de Izquierda ya aparece en escena, pero articulado en tres anillos de alianzas: en un primer círculo estarían Revolución Democrática (RD), Movimiento Autonomista (MA), Izquierda Libertaria (IL) y Nueva Democracia (ND), que han consolidado una perspectiva estratégica común, a largo plazo. Luego un campo de acuerdos más ligero, donde están Partido Poder, Partido Humanista (PH), Izquierda Autónoma (IA), Partido Ecologista Verde, Partido Liberal y Convergencia de Izquierda (CI). Resultado de imagen para alejandro navarro

Y en el debate interno del Frente se discute la relación con el nuevo Partido Amplio Social de Izquierda (PAIS), liderado por el senador Alejandro Navarro, y el Partido Igualdad. Esta búsqueda de definición de sus límites retrasa la definición del mecanismo de elección de su candidatura presidencial. El Frente Amplio ha expresado su voluntad inequívoca de competir en este campo, pero hasta ahora, más allá de posibles precandidatos, no ha dado a conocer el medio que utilizará para resolver este punto. Un asunto urgente, pero que no debería hacer olvidar que lo verdaderamente importante en esta etapa se jugará en las elecciones parlamentarias, donde a Jackson y Boric se deberían sumar un número significativo de nuevos parlamentarios que asuman compromisos transformadores.

*Publicado en “Punto Final”, edición Nº 869, 20 de enero 2017.

 

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1 comentario
  1. Antonio Casalduero Recuero dice

    Es una verdadera lástima que Luis Mesina, el líder que ha encabezado el movimiento «No+AFP», se siga negando a presentarse como candidato presidencial, compitiendo fuera del duopolio que hoy gobierna el país, y que juegan a las «cambiaditas» en el poder. Creo que Mesina sería una gran carta que permitiría echar por tierra muchos de los enclaves que hoy existen en Chile, comenzando por eliminar las AFP y su miserable afán de lucro a costa de los más débiles. Porque Michelle Bachelet, además de haber demostrado una inconsecuencia atroz con su propio pasado, no ha sido más que una gran decepción para los chilenos que esperanzados votaron por ella. ¿Lagos? ¿Piñera?, no sé cuál sería la diferencia entre ambos. En cuanto a Guillier, se muestra demasiado tibio, indeciso ante muchas cuestiones fundamentales, algo temeroso ante el poder de los poderosos, como si no quisiera «mojarse el potito» con nadie aún.

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