Chile: sobre la zombificación escolar

1.454

Mientras se apagan los ecos de la rebelión estudiantil —los ecos de las movilizaciones, no sus causas— y la UNESCO reclama que el sistema educativo cautela la desigualdad social, segregando a los más pobres, y gran cantidad de políticos apaga la tenue antorcha usada para «apoyar» a los estudiantes nos llega un testimonio —alejado de marchas y discursos; es un padre el que relata. | CARLOS LAGOS PAREDES.

Mi hijo tiene 6 años. Las cosas que contaré las sé porque él me las cuenta. Y él no sabe mentir.

Mi hijo va en primero básico. Asiste a un colegio particular. No es de los más baratos, ni tampoco es de los más caros. Es un colegio normal, al que los niños asisten vestidos con buzo: azul los niños, rojo las niñas. Un colegio que cualquier persona decente consideraría «un buen colegio».

En clases a mi hijo no lo dejan colaborar con sus compañeros. Le dicen que eso se llama «copiar» y que es malo. Quieren enseñarle que la colaboración con sus semejantes sólo es apropiada en las cosas sin importancia, pero que en las «cosas importantes» cada uno se las debe arreglar por sí solo. 

En el colegio de mi hijo tampoco les permiten a los niños llamarse entre ellos con sobrenombres, sean o no ofensivos. Esta práctica ancestral, en que los niños descubren que pueden subvertir el orden del lenguaje y de las identidades, alterando las reglas de su propio juego social, es la base de la humanización. A través de este tipo de juegos los niños aprenden que, a diferencia de los animales, no están condenados a acatar el mundo como una fatalidad imposible de cambiar, sino que pueden jugar con la realidad para transformarla.

Cuando a los niños se les impide tener estos juegos, se les deshumaniza. Los profesores rechazan y prohíben este tipo de juegos. Los consideran «de mala educación». 

A mi hijo y a sus compañeros de curso tampoco les dejan vivir sus afinidades personales con naturalidad, ya que les asignan compañero de puesto arbitrariamente, cada semana uno distinto. Si la espontánea afinidad personal no ocurre, si los niños entran en conflicto, no tienen posibilidad de elegir otro compañero. Están obligados a «llevarse» con todos por igual, sin excepción. Si dentro o fuera de la sala de clases, entran en conflicto con un compañero poco afín, no les permiten expresarlo. Se les enseña que el conflicto «es malo».

En el colegio de mi hijo, a los niños les inculcan un tipo de sociabilidad abstracta, independiente del temperamento o gusto personal, indiferente a la singularidad de los individuos. Un tipo de sociabilidad muy desagradable y bastante estéril, pero muy apropiada a la vida en las fábricas, oficinas, estadios y vagones de metro.

Para referirse a este tipo de adoctrinamiento individualista, gregario-compulsivo, alienante y deslibidinizado, los educadores usan expresiones como «enseñanza de valores», «constructivismo», «aprendizaje colaborativo» y otros parecidos. Yo lo llamo «enajenación programada». Están condicionando a los niños para que reproduzcan las relaciones inhumanas que permiten el funcionamiento de la economía capitalista, de la política representativa y de la sociedad de castas.

Cuando un niño no interioriza bien este modo de socializar, se prevé que en el futuro no logrará reproducir en su vida personal las relaciones alienadas que este sistema requiere. Para solucionarlo, hay una legión de psicólogos, psiquiatras, neurólogos, pedagogos y gurús dispuestos a ayudar a cada cual a adaptarse a esta sociedad. 

Así es como se perpetúa la sociedad que trata a las personas como objetos usables y descartables, y a los objetos como los seres más valiosos. 

Así se perpetúa el capitalismo.

Addenda
Tengo amigos cuyos hijos han sido expulsados de colegios por no poder adaptarse a esta locura. Ojalá mi hijo fuera expulsado también. Pero él tiene un carácter demasiado benevolente. Prefiere evitar la confrontación, y como resultado, tiende a absorber toda esa mala onda para adentro, en forma de cansancio, irritabilidad y descontento.

Desde que empezó a ir al colegio, ha cambiado mucho. Si alguien sabe de un lugar que deje a los niños en libertad, que no intente «educarlos», le agradecería mucho que me lo diga. Gracias. C.L.P.

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.