Cinco mil días
¿Qué ocurría en el mundo ayer, antes de ayer… hace veinte, hace mil días? Todo transita hacia adelante, y tan veloz, que mirar por el retrovisor, no se ve bien. La memoria no cotiza como valor, y la hacen callar, para no dejar huellas.
¿Qué pasó hace hoy exactamente cinco mil días? Que los jefes de Estado de 185 países en una reunión histórica celebrada en la sede de la FAO en Roma declararon «Nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno…prometemos consagrar nuestra voluntad política a conseguir la seguridad alimentaria para todos y a realizar un esfuerzo constante para erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015”.
Los datos de entonces eran alarmantes y no podíamos aceptar cambiar de milenio con el lastre de 845 millones de seres humanos en esas condiciones. Cinco mil días después, cada nuevo día mueren unas 24.000 personas por causas relacionadas con el hambre. Cinco mil días después «la voluntad política y el esfuerzo constante» nos han llevado a una cifra mucho mayor, mucho peor: un total de 1.020 millones de personas sin acceso suficiente al alimento, sin acceso a los medios elementales para producirlos o –más duro aún, produciendo comida que el mercado le paga a precios que… no les permite comprar suficientes alimentos.
¿Qué explicación tenemos a todo esto? Recientemente en un medio de comunicación aparecía una noticia que apunta directamente a una de las causas: la práctica de la mayoría de países de los dictámenes neoliberales para abordar las políticas de agricultura y desarrollo rural. No así Malawi, que decidió apostar por su propio campesinado y obviando las imposiciones de mandamases -como la Organización Mundial del Comercio o del Banco Mundial- reemprendió programas para apoyarlos en su pequeña agricultura. La media nutritiva de su población ha pasado del consumo diario de 608 kilocalorías por día a 2000.
El que ha sido llamado el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), vemos que no se cumple. Con ánimo de evaluar e impulsar el programa de los ODM las Naciones Unidas acaban de formalizar la creación de un grupo internacional presidido por José Luis Zapatero junto e inexplicablemente a Paul Kagame, presidente de Ruanda. Como nos recuerdan desde la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra, se cumplen ahora [también] cinco mil días de las terribles matanzas en el este del entonces Zaire, con millones de muertos (nueve misioneros y cooperantes españoles). En la Audiencia Nacional de Madrid hay una causa abierta de crímenes de lesa humanidad donde Kagame aparece comprometido.
Es lo que tiene la memoria. Porque todo -cantan los trovadores- todo está escondido, cargado y clavado en la memoria. Cinco mil días de incumplimientos, que quedan, como espinas, en la memoria. Que pincha hasta sangrar y finalmente –seguro- estalla para volar libre como el viento. «La memoria, arma de la vida y de la historia».
¿Qué pasó hace hoy exactamente cinco mil días? Que los jefes de Estado de 185 países en una reunión histórica celebrada en la sede de la FAO en Roma declararon «Nosotros, Jefes de Estado y de Gobierno…prometemos consagrar nuestra voluntad política a conseguir la seguridad alimentaria para todos y a realizar un esfuerzo constante para erradicar el hambre de todos los países, con el objetivo inmediato de reducir el número de personas desnutridas a la mitad de su nivel actual no más tarde del año 2015”.
Los datos de entonces eran alarmantes y no podíamos aceptar cambiar de milenio con el lastre de 845 millones de seres humanos en esas condiciones. Cinco mil días después, cada nuevo día mueren unas 24.000 personas por causas relacionadas con el hambre. Cinco mil días después «la voluntad política y el esfuerzo constante» nos han llevado a una cifra mucho mayor, mucho peor: un total de 1.020 millones de personas sin acceso suficiente al alimento, sin acceso a los medios elementales para producirlos o –más duro aún, produciendo comida que el mercado le paga a precios que… no les permite comprar suficientes alimentos.
¿Qué explicación tenemos a todo esto? Recientemente en un medio de comunicación aparecía una noticia que apunta directamente a una de las causas: la práctica de la mayoría de países de los dictámenes neoliberales para abordar las políticas de agricultura y desarrollo rural. No así Malawi, que decidió apostar por su propio campesinado y obviando las imposiciones de mandamases -como la Organización Mundial del Comercio o del Banco Mundial- reemprendió programas para apoyarlos en su pequeña agricultura. La media nutritiva de su población ha pasado del consumo diario de 608 kilocalorías por día a 2000.
El que ha sido llamado el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM), vemos que no se cumple. Con ánimo de evaluar e impulsar el programa de los ODM las Naciones Unidas acaban de formalizar la creación de un grupo internacional presidido por José Luis Zapatero junto e inexplicablemente a Paul Kagame, presidente de Ruanda. Como nos recuerdan desde la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra, se cumplen ahora [también] cinco mil días de las terribles matanzas en el este del entonces Zaire, con millones de muertos (nueve misioneros y cooperantes españoles). En la Audiencia Nacional de Madrid hay una causa abierta de crímenes de lesa humanidad donde Kagame aparece comprometido.
Es lo que tiene la memoria. Porque todo -cantan los trovadores- todo está escondido, cargado y clavado en la memoria. Cinco mil días de incumplimientos, que quedan, como espinas, en la memoria. Que pincha hasta sangrar y finalmente –seguro- estalla para volar libre como el viento. «La memoria, arma de la vida y de la historia».
Gustavo Duch Guillot