Comedia
La comedia tuvo su origen en la Antigua Grecia, en el siglo V, a.C. en los primitivos cultos de la fertilidad en honor del dios Dionisio, derivado del ditambo, asociada a la sátira política, en ocasiones violenta y otras veces grotesca, e incluso obscena y al mimo. Sus principales autores fueron: Aristófanes, Cratés y Cratinos.
Comedia, es un poema dramático que suele presentar los errores o vicios de la sociedad con el objeto de ridiculizarlos. Su propósito esencial consiste en mostrar como todo lo grande y heroico es falaz: fabrica desilusiones y se fabrica con desilusiones. Por eso es siempre parodia, burla de una tragedia, una tragedia que se vacía.
En su origen, la comedia solía exagerar los vicios y defectos humanos. Con una intención moralizante y educativa, y para ello ponía en ridículo esos libertinajes o malas costumbres con el fin de corregirlos mediante la risa o como método preventivo para evitar que los adquiriera el espectador, estas situaciones son conocidas como quid pro quo.
La comedia es según Aristóteles: imitación de hombres inferiores pero no en toda la extensión del vicio, sino en lo que tienen de risible, pues lo risible es un defecto y una fealdad no especial, ya que da risa que no causa dolor ni ruina.
Platón da un salto cualitativo al considerar no solo lo que acaece “en el teatro, sino también en toda la tragedia y comedia de la vida”. (Phileb 50 b): la comedia vendría a ser el escenario virtual que permitiría aprehender las conductas despreciables a las que uno debe hurtarse en la vida real.
La comedia nació históricamente a modo de reacción contra los trágicos y los filósofos que querían introducir dioses nuevos y nuevas costumbres. La comedia antigua -aguda con un ingenio punzante, en la que los temas políticos y filosóficos se amontonaban con la bufonería y los chismes- ha evolucionado en estilo y dado paso a las comedias-farsas; a la comedia de costumbres humana de Moliere; a la comedia-grotesca, apta para expresar el espíritu de nuestra época; a la comedia de burla a lo Bernard Shaw, en la que la risa se mezcla con el propósito serio. En una comedia la gente ríe.
El tratamiento dramático de esos desenfrenos, por lo general contrarios al bienestar social de la comunidad en la que vive el protagonista, le lleva a transgredir esa sociedad. En el esquema de la comedia tradicional su castigo será el ridículo. Así por ejemplo, en el caso del Tartufo, Moliere usa la hipocresía del personaje, prototipo del mojigato que finge vivir valores que en verdad no tiene y que solo persigue su bienestar a costa del daño que produce en los demás.
El desenlace es feliz para el desgraciado, sorprendente y rocambolesco. Los obstáculos que el protagonista tendrá que sortear a lo largo de la trama, azarosa pero optimista, serán finalmente superados por su esfuerzo unas veces y por casualidad otras. Los buenos ganarán y los malos serán castigados y puestos en ridículo.
La síntesis que reúne el teórico francés Patrice Pavis en su diccionario teatral “Dramaturgia, estética, semiología” 1996, define a la comedia como “perspectiva contradictoria del mundo”. La versatilidad de la comedia, su vocación natural de “auto parodia” la convierten en herramienta y prototipo del llamado teatro en el teatro.
En la representación literaria y estilística suelen distinguirse como géneros mayores del teatro: la comedia, obra dramática de desenlace apacible o festivo, y cuya trama suele ser el retrato de las costumbres; el drama, composición literaria, generalmente representable, en que se manifiesta una acción de la vida mediante el diálogo de los personajes imaginados por el autor, conmueve profundamente el ánimo y suele tener un desenlace funesto; si se recitara con canto se llama ópera; la tragedia, es una composición trágica de final doloroso, en que intervienen personajes ilustres o heroicos; la farsa, es una pieza cómica destinada principalmente a hacer reír, grotesca, chabacana e incongruente; ficción, creación y guion más o menos ingenioso; melodrama, es una obra dramática que procura mantener la atención y estimular la emoción sensiblera del auditorio, mientras que la revista y el vaudeville son géneros ínfimos reservados a públicos con ánimos de reír. La opereta, género teatral ligero, de carácter cómico y alegre, y la zarzuela composición dramática española en la que se alternan los fragmentos hablados y cantados. En sentido figurado, todos estos sinónimos se extienden en infinitas aplicaciones. Se puede calificar a un hombre de opereta; un romance de melodrama por los factores sensibles; una situación de comedia, por la confluencia fortuita de disparates.
Existe otra comedia en la que es el hombre el actor encargado de representar aquel personaje que es su autentico yo. Y, como el ser humano posee un amplio margen de libertad con respecto a su destino, sucede que muchas veces es infiel a sí mismo y se niega a realizarlo. Tal vez lo más trágico en la condición humana radica, precisamente, en esa suplantación que hace el hombre de sí mismo, en esa falsificación de su vida que es a la vez, negación, deformación, infidelidad, deserción de su vocación y destino; huída de la realidad, defraudando y defraudándose; disfraz y máscara bajo la cual se mueve; en un negarse a ser el que tiene que ser y a llevar la existencia que tenía que llevar; en ser lo que no es; en carecer de autenticidad. Ante la comedia humana, no ríe la gente.
Vivimos, cada vez más, una farsa general donde casi todas las posiciones y las actitudes son interna y externamente falsas. Nos asomamos a diario, a un mundo de fingimiento y de comediantes cuyas actuaciones pretenden ser admiradas, reconocidas y dejar huella en el ánimo de quienes la contemplan. Transitamos entre la sublimidad y la ridiculez; del querer ser al creer que se es ya, que es la distancia de lo trágico a lo cómico. También asistimos a la comicidad resultante de la introducción de nuevos dioses a nuevas costumbres. Y es que, cuando se pretende destacar negando, desdeñando y haciendo explotar para ello la tradición, lo consabido y lo habitual, pareciera que el instinto de conservación no lo puede tolerar y se venga, volviendo una comedia y envolviendo en la comedia a las súbitas y originales ocurrencias. Por eso damos la cómica. Caemos en lo cómico cuando la caracterización de lo mediocre va adueñándose de todo. Ante este tipo de comedia, la gente no debería reír.
Frente a la vida falsificada que es huir del propio destino y evitar cada cual el careo con lo que se tiene que ser y hacer; ante las actitudes revocables de quienes no se dan por entero y sin reservas; en épocas de corrientes, a las que casi nadie presenta resistencia; en un mundo de comedia, comediantes y cómicos que hacen de un género literario un estilo y sistema de vida, existen aún todavía seres auténticos, genuinos que se enfrentan a su destino, que hacen lo que tienen que hacer y son como deben ser.
La comedia pone a la vista de todos, las criticas más mordaces, sobre los aspectos vergonzosos o dolorosos de nuestra vida o de la sociedad. Mediante la comedia, se han visibilizado tanto los problemas como lo ridículo de ciertos estilos de vida y la hipocresía de la sociedad. La comedia es el espejo más realista que podemos tener de nosotros mismos.