Dos submarinos nucleares debidamente artillados –británico uno y el otro francés– se rozaron con alguna violencia mientras se ejercitaban, por separado, en el Atlántico. No se dio a conocer la fecha exacta del incidente, pero sí que las armas de ambos no sufrieron daño.
Ninguna de las dos fuerzas ofreció explicaciones para tan improbable, peligroso y sobre todo vergonzoso accidente en aguas abiertas.
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