Con título en inglés. – DEMOCRACY OR DEMOCRACY

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

El tema no es menor. Los Estados Unidos y algunos aliados intentan imponer a sangre y fuego este concepto. Hemos sido testigos de guerras que se han labrado en pos de la democracia. Ejemplos como el de Afganistán e Iraq son los más recientes, pero no los únicos.

Más cercano, las condenas contra el presidente venezolano Hugo Chávez por no renovar la concesión de Radio Caracas Televisión (RCTV), son un buen ejemplo de celo democrático. Incluso, en la XXXVII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), la secretaria Estado de los Estados Unidos, Condoleezza Rice, dejó de lado el asunto de la reunión –Energía para el desarrollo– y enarboló la bandera de la democracia. Atacó al gobierno de Chávez por el caso RCTV.

Y pidió la creación de una comisión investigadora que visite Caracas para evacuar un informe sobre la libertad de expresión en Venezuela. El canciller de ese país, Nicolás Maduro, condenó esas expresiones como inadmisible intervensionismo. Y recordó a Rice que Guantánamo y la construcción de una muralla en el límite con México no son buenos ejemplos democráticos.

Más o menos enfrentamientos verbales sólo señalan que hay diferencias graves de criterio. Que van más allá de las simpatías que puedan generar las acciones o expresiones verbales de los presidentes Hugo Chávez o George Bush. El tema es más global. Tiene que ver con elementos que sobrepasan a la democracia como expresión de una manera de gobierno.

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Prueba de ello es la reciente reunión de las naciones con economías más desarrolladas del mundo, el G-8, realizada en Alemania. Estas citas confirman claramente la globalización. Sin duda, desde la economía se puede gobernar el mundo. Y pareciera que eso es lo que está ocurriendo.

Nadie lo dice así abiertamente. Pero las decisiones que toma el G-8 afectan de manera determinante el paso democrático de las naciones y, obviamente, su vida económica. Si uno mira detenidamente los resultados, la última reunión de las naciones ricas no fue precisamente esperanzadora. La reducción de gases contaminantes que envenenan la atmósfera tendrá que seguir esperando. Incluso el compromiso con África para combatir el Sida y la tuberculosis es más virtual que real. Los US$ 60.000 millones prometidos no tienen fecha de entrega, ni cantidades fijadas por país.

Chile se encuentra inmerso en este sector de influencia. Cuando se leen sus diarios o se escucha a destacados parlamentarios, la conclusión es obvia: Chávez es un sátrapa. La libertad de expresión ha sido pisoteada y algo hay que hacer con esta Venezuela desestabilizadora. Por lo menos, lo que planteó la señora Rice.

Es un estilo de democracia. Una forma de mirar la vida, aunque no exhibe una coherencia granítica. Desde nuestro país es difícil defender la libertad de expresión. La abrumadora mayoría de los medios de comunicación se encuentran en manos de grupos económicos. Ni siquiera el Estado cumple con su función de aportar equilibrio en este campo tan sensible. Se guía por las leyes del mercado y entrega más del 80% sus recursos destinados a publicidad para periódicos a sólo dos cadenas privadas. Con ello desconoce que el mercado no es transparente en cuanto a medios de comunicación. Y, de paso, impide que puedan existir medios independientes o de una tendencia contraria al conservadurismo de los grupos económicos.

Es un estilo de democracia. Un estilo que tiene más que ver con la marcha de la economía que con la capacidad de los pueblos de definir sus destinos. Pero cuando se dice que esta democracia no entrega libertad de expresión sino libertad de empresa, se cae en la provocación. O se es una amenaza a la estabilidad.

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La globalización nos ha traído este regalo. Una mirada unilateral que se muestra como la única. Casi como verdad revelada. Detrás de ella hay una batería bien dispuesta a reprimir a quienes no estén de acuerdo. ¿A alguien le importa lo que opina el pueblo? Finalmente es su gobierno ¿no? ¿Dónde están los mecanismos de participación que presenta esta democracia?

Pareciera que el método es influir a través de los medios de comunicación y después hacer encuestas. No es necesario recurrir al oráculo para saber cuál será la respuesta. Y si las cosas no están suficientes preparadas, se recurre al terror. Una población asustada no se preocupa de participar, sólo de defenderse contra la amenaza virtual que muestran los medios.

Así está la democracy. Y la alternativa es más democracy.

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* Periodista.

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